Broadway: el espectáculo, de momento, debe esperar
«Hamilton», el musical que más factura en Broadway junto a «El rey león» y «Wicked», ha anunciado su regreso a Nueva York para el 14 de septiembre
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Cuando le preguntaron a Lin-Manuel Miranda, entre focos y piropos, por qué había escrito «Hamilton», el musical rapeado sobre el histórico político estadounidense que lleva volviendo locos a los neoyorquinos desde su estreno en 2015, el experimentado músico explicó que la lectura de la biografía del Padre Fundador le había enseñado lo importante que es la perspectiva del tiempo. O, lo que es lo mismo, cómo un caballero nacido en el islote de San Cristóbal y Nieves y él, puertorriqueño, medían su trascendencia histórica solo por unas pocas leguas de Caribe y una ley colonial que ambos, campechanos como ellos solos, denuncian injusta.
Del calor... al infierno
Un esfuerzo parecido habría que hacer para explicar cómo la noticia de la balsámica reapertura de los tres musicales que más dinero amasan en Broadway –«El rey león», «Wicked» y el de Miranda– el próximo 14 de septiembre, ha sido vista con alegría y alivio a aquel lado del Atlántico y como un jarro de agua fría (y salada) para las ansias turísticas del viejo continente. Cerrado desde marzo del año pasado, este epicentro de la cultura popular de Manhattan daba cobijo antes de la pandemia a unas 15 producciones fijas y trabajo a cerca de 3.000 profesionales, entre intérpretes, músicos y técnicos. El descalabro ha sido tal, que 14 de los 60 sindicatos de la calle con más divos y divas por metro cuadrado han echado directamente el cierre por la imposibilidad de sus afiliados de pagar las cuotas correspondientes. Incluso la socorrida «Hamilton» sobre la que todo oscila y que ya ha superado los mil millones de valor como franquicia tras su venta a Disney, ha tenido que prescindir de algunos miembros secundarios del elenco, sin opción, claro, a ERTE, en un país en el que se producen tantas estrellas como derechos laborales se pisotearon históricamente.
Reivindicaciones aparte, la gran tragedia del hogar de «Chicago», «Aladdin» o «Los miserables» parece ahora tener un final abierto, pero ciertamente descorazonador. Mientras instituciones europeas como el Teatro Real –que se lanzó a por todas desde el primer momento y ha sido premiado esta misma semana por ello– o incluso la Liga de fútbol, que ya planea la vuelta a los estadios del aficionado de garganta encogida, el otoño de la Gran Manzana parece quedar demasiado lejos. No en vano, de los 11,6 millones de entradas que se vendieron en 2019 en el barrio de la alegría, se calcula que casi un tercio fueron compradas por turistas de fuera de Estados Unidos.
Quizá la justificación económica, la de unos espectáculos que viven de una taquilla a rebosar por su alto valor de producción, contente a los fáciles de ilusión, pero lo cierto es que los tres meses del calor se pueden convertir en infernales para la cultura del musical.