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Miguel Ríos: «Mis razones son mis canciones»

El icono del rock en español vuelve con el tercer single de su nuevo disco y una gira lista para este mismo verano: «Mis razones son mis canciones», asegura
Nani Gutiérrez

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Ha dicho ya algunas veces «bye, bye», pero hay razones más poderosas que las palabras. Miguel Ríos está por las emociones, por las historias y por el rock & roll. A sus 76 años, acaba de lanzar «Que salgan los clowns», el tercer single de su nuevo trabajo, que tiene prevista su salida el 7 de mayo: «Un largo tiempo» es su primer álbum en 12 años y no se trata del proyecto de una vieja gloria, sino de un disco aguerrido, producido por José Nortes, quien compone la parte instrumental de los temas y también forma parte de The Black Betty Trio, la banda que acompaña a Miguel en la gira que tiene programada este verano: Marbella (19 de junio), barcelona (18 de julio) y Murcia (30 de julio).
–La canción es una versión, pero está inspirada en «Joker», ¿qué le interesaba de la figura del clown?
–Sí, es la versión en español de una pieza escrita por Stephen Sondheim para su musical «A Little Night Music» y que ha sido versionada infinidad de veces. La magistral versión de Sinatra que aparece en los créditos de «Joker» me pilló a traición. Estaba noqueado por la atmósfera distópica del filme. Era un canto despiadado a la soledad, y la canción, con su hermosa melodía, me inspiró. Para el vídeo imaginé la tristeza infinita del clown para subrayar la pérdida de la que habla el tema. Y claro, nadie mejor que Echanove para trasmitir con un gesto el drama de la separación. Me ha hecho el regalo de mi vida.
–¿Piensa que vivimos unos tiempos de alienación y deshumanización, como le sucede al protagonista de la película?
–Sin lugar a dudas. La desigualdad poliédrica en la que vive la sociedad está creando bolsas de desesperación difícil de superar para muchos seres humanos. El «no future» punk es la banda sonora de arranque del milenio.
–¿Cómo le ha afectado psicológica y personalmente la pandemia?
–Yo soy un resistente. Vengo de mucha duda y algún psicoanálisis, y con menos mecha que quemar que cuando era más joven. Así que me lo he tomado más tranquilo. Pero, como dice el dicho: hasta el rabo todo es toro, y aunque todavía no hemos llegado al rabo, creo que estoy razonablemente bien.
–Hace no demasiado dijo «bye, bye», pero aquí está de nuevo. ¿Cuáles son sus razones para seguir en el rock en lugar de simplemente contemplar?
–Mis intenciones estaban reflejadas en la letra de mi canción de despedida. Pero no conté con el peso de mi propio legado. Me llamaban los compañeros para que cantara con ellos, y a mí la voz no se me agotaba y el pelo no se me caía y estaba en una razonable buena forma. Y ya no eran los trabajos a destajo de antes. Además, quedaba tiempo para la contemplación.
–Se tomó con humor y amargura la realidad en «El blues de la tercera edad», ¿es la soledad el mayor enemigo después de toda una vida?
–«El blues de la tercera edad» es un homenaje a la gente de mi generación. Ana, el personaje de la canción, es el arquetipo de mujer luchadora que, después de vivir una vida plena y diferente a la de sus padres, llega al final defendiendo un tesoro llamado dignidad. Ella combate la soledad ayudando a los demás.
–En alguna ocasión ha bromeado con lo rentable que le ha resultado el «Himno de la alegría». ¿Cómo es, en términos materiales, la jubilación de un rockero?
–Sí, el «Himno» ha sido muy rentable para mí, pero no solo en términos pecuniarios. Me trajo hasta aquí y, a través de él, he llevado placer y confort a muchos seres. Solo estuve jubilado tres años, pero tengo un buen pasar, gracias a mis mecenas, que son la gente que me ha mantenido durante los últimos sesenta años.
–Otro de los adelantos fue «La estirpe de Caín». ¿Qué siente al ver la desunión política para hacer frente a la pandemia?
– Ese tema habla de la gente que siembra el odio para mantener su hegemonía. La confrontación política que vivimos tiene más que ver con el sectarismo que con la búsqueda de la solución de los problemas cotidianos de los ciudadanos, como son la desigualdad en todas sus formas, la xenofobia y el cuidado del planeta. La pandemia está sirviendo de combustible. De eso habla mi canción.
–Usted cantó a los marginados del rock, y el rock tuvo también su época de hegemonía. Sin embargo, ahora ha vuelto a ser casi contracultural. ¿qué significado tiene hacer rock en 2021?
–Pues sí, el rock and roll fue la música que contribuyó al cambio de uno de los paradigmas culturales más significativos de la mitad del siglo pasado. Su efecto contracultural empoderó, por primera vez, a la juventud en su emancipación del mundo de sus padres. Un cambio histórico. El hedonismo hippy tiene que ver poco con el «perreo». Pero el rock está vivo, y le sigue interesando a los que se paran a sentir su poder emocional.
–¿Qué razones le mueven a volver al estudio, subirse a la furgoneta, empezar otro proyecto?
– El 31 de octubre de 2011 creí que daba mi último concierto en la bellísima ciudad de Guanajuato, en México. Pero después, como ya he explicado, vino al rescate la gira y el disco de «El gusto es nuestro» y cantar en el Palacio de Carlos V, en la Alhambra, y rock and roll en el Festival Internacional de Música y Danza de Granada, con la Orquesta de la Ciudad y mi banda, dirigidos por el maestro Pons. Y recaí. Mis razones son mis canciones.
–Publica su primer disco en, creo, 12 años. ¿Qué idea o qué historia mueve el nuevo trabajo?
– El motor para perseverar, como acabo de decir, es escribir nuevas canciones. José Nortes está conmigo desde el último disco que edité de estudio. Produjo ese disco y ha tocado conmigo cada vez que me he subido al escenario desde entonces, y es el responsable de este. Me ofreció su estudio Black Betty y su talento para componer y producir un disco único en mi carrera: un disco intimista y acústico, con el que sigo intentando contar mi vida para conmover a los demás.
–Anuncia una gira por delante este verano, ¿qué sentimientos tiene y cómo se ve ante esa exigencia?
–Creo que lo vamos a pasar muy bien. Aunque parezca mentira, esta formación ya tocó conmigo en el año 2014 en el Teatro Monumental para «Un juguete una ilusión», concierto benéfico para la campaña de Navidad de RNE. Se emitió por Radio3. Una gozada para mí y para el público en esa distancia corta que aún me faltaba. Y, la verdad, no me veo mal del todo. Espero que la gente piense lo mismo.