Trapicheos y ternura en Nápoles
Antonio Simón recupera el texto de Eduardo de Filippo sobre la supervivencia en la ciudad italiana durante la II Guerra Mundial
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Para Antonio Simón, esta «¡Nápoles millonaria!» es una cuestión de necesidad, pero, sobre todo, de «humanidad». Enamorado del cine italiano de mediados del siglo XX y de esos cómicos de la escuela de Totó, el director se agarra al texto de Eduardo de Filippo para hablar de la «bondad humana» y, de paso, cumplir «un viejo sueño», dice: «Abordamos la necesidad de enfocar las relaciones desde un lugar en el que el interés económico no sea fundamental y primen la ternura y la comprensión».
Solo sobre esa base explica la reconstrucción de un pueblo arrasado por la Segunda Guerra Mundial como el que presentó De Filippo en el texto (con traducción y adaptación de Juan Carlos Plaza-Asperilla) que se presenta en la Sala Principal del Español desde el 24 de febrero.Reconoce Simón que la adaptación es fiel al original y que apenas han hecho cambios más allá de aligerar la nómina de personajes de 19 a 13. Roberto Enríquez y Elisabet Gelabert encabezan un elenco en el que el primero se convierte en el «alter ego» del autor, Genaro, «un canto a la bondad» que enfrente tendrá a su mujer: «Un compendio de las virtudes y defectos del ser humano. Va del arrojo de una madre para tirar adelante por los suyos y no dejarse atrapar por el dinero y la avaricia», explica el director.
Son los dos pilares de una familia que se ha tenido que conformar con comer, como dice la función, «las pieles de los guisantes». Gracias al trapicheo en el mercado negro, se van enriqueciendo ante la disconformidad de Genaro, que regresa del campo de prisioneros. «Aquello se ha convertido en una pequeña Camorra y en la metáfora de un continente que se tiene que reconstruir física y moralmente». Aprovecha la obra para introducir al espectador en una época que, para Simón, «debemos revisitar a menudo» y en la que se ve «la amplia paleta de miradas que existen para entender el mundo».
Por eso, el director reconoce que este «drama expresado en forma de comedia» también es la historia de otras muchas ciudades españolas que se tuvieron que reinventar y reconstruir después de la Guerra Civil. Aunque, de igual modo, la pieza tiene sus ecos en la actualidad, entre otras, con esa lucha por conseguir medicamentos para la pequeña de la familia napolitana.