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Imanol Arias: «¿Confinamiento? Nada es comparable a la espera del juicio»

Con un ojo puesto en los tribunales y el otro en los escenarios, el intérprete regresa al Teatro Infanta Isabel con «El coronel no tiene quien le escriba», de García Márquez
larazonTeatro Infanta Isabel

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Imanol Arias ya empieza a planear su vida sin «Cuéntame». Fantasea con llegar hasta el siglo XXI en pantalla y que aquel «efecto 2000», que quedó en nada, sí tenga repercusión en la ficción para borrar la serie de la parrilla. «Le quedará este año y otro más», dice mientras intenta tapar la deuda que tiene con el teatro, «ninguneado» por el actor durante años. Así lo dice un intérprete que vuelve al Infanta Isabel con «El coronel no tiene quien le escriba» (basado en la novela de García Márquez y dirigida por Carlos Saura), aunque resulta inevitable preguntarle por lo que ocurre en otra sala, la de los juzgados.
–¿Cómo encara esta segunda etapa de «El coronel...»?
–Para nuestro sector, la Covid es una guerra contra la actividad, pero también contra el miedo. Volver aquí es un intento de enseñar al público que el teatro es seguro. Aunque haya menos espectadores, el hecho es el mismo. Confundimos lo urgente con lo importante, que también pasa en el periodismo, y curiosamente en el arte ese error no existe porque aquí se destaca lo importante frente a lo urgente. Se hace una criba. El teatro tiene esa función: generar impacto con una imagen o un discurso. Somos una forma de salir de las cifras.
–¿De qué forma nos está cambiando esta situación?
–Seguramente todo esto sea el principio de una tendencia cada vez más habitual en la que el mundo va a tener que replantearse cómo vamos a vivir a partir de ahora. Hay pandemias de virus, pero también ecológicas y de movimientos de personas. Se trata de un cambio que nos va a hacer pensar qué sentido tiene la existencia así y cuánta gente hay que sacrificar para que todo funcione de nuevo.
–¿Tiene la obra una nueva lectura en estos tiempos?
–El discurso final suena igual. Ese mensaje de «cuidemos a los mayores y la dignidad». En palabras del Nobel García Márquez, «hay que respetar a los viejos y no romper sus sueños». Si no los cuidamos, la cadena de la vida se rompe. Las sociedades más modernas, independientemente del signo político, son las que más se preocupan del aprendizaje con los mayores.
–¿La soledad del coronel se parece a la que tuvimos durante los meses de confinamiento?
–No, es peor. El confinamiento nos ha producido una conexión con el presente. Solo hay que liberarse de los pesos del pasado y vivir pensando en el futuro. La tragedia del coronel es que le han truncado el pasado. Existió, hizo, esperó y no vino nunca. Es duro no plasmar una vida porque alguien se ha olvidado de ti, aun siendo importante.
–Su personaje espera una pensión, como muchos han estado aguardando su paga del ERTE, ¿son comparables?
–Sí.
–¿Cómo es esa angustia?
–El coronel, además, tiene esa guerra de los cien días tan extraña, donde los que pierden son los que gobiernan. Como «El gatopardo», todo cambia para que siga igual. La sensación que tiene mi personaje es que vuelve al principio. Hay una frase que se la he colocado porque no está en el texto: «El tiempo pasa muy rápido para el que tiene miedo y muy lento para el que espera algo». En la sociedad actual creo que estamos con mucho miedo y por eso las noticias se agotan en un solo día. No hay reflexión.
–¿A qué tenemos miedo?
–La sensación es que no contamos con protección. Nos tenemos más miedo a nosotros que a las instituciones. Ante el caos de estas, todos debemos hacer un trabajo personal para afrontarlo y no poseemos elementos para ello. El coronel vive la vida esperando algo y los días pasan lentísimo. La vida se alarga.
–Pero con angustia...
–Eso es.
–Hablando del teatro en general, ha estado años sin pisar las tablas y ya lleva un par de cursos que no falla.
–No tengo derecho a hacer lo que he hecho con el teatro. Me ha dado mucho y yo le he ninguneado. Salían otros contratos, me apetecía viajar... Ya no trabajo para nada más que no sea para mejorar y producir pequeños encuentros con el público. Después de veinte años con una serie con millones de espectadores me pone más el acto ceremonial del directo teatral. La angustia de antes de cada función es lo que me mantiene aquí.
–¿Está descontento con el señor Alcántara?
–No. Pobre. Lo único que le queda a «Cuéntame» es no ir a peor.
–¿Hasta cuándo?
–Este año y uno más. Hay gente que quiere que lleguemos a 2000...
–¿Y cómo afronta lo que le viene en los tribunales?
–Con mucha calma y a la espera porque es largo. No me conviene hablar, pero me han extrañado cosas. Y no soy el único, el 85% de los actores tienen el mismo problema.
–¿La angustia es similar a la que ha vivido estos meses de confinamiento?
–(Silencio) Nada que ver (niega con la cabeza). Estos meses no he tenido angustia. Nada es comparable.
–¿Han sido meses tranquilos?
–De mucho aprendizaje. Me ha tocado estar solo. Leo menos y escucho más. Algo en mi oído me hace entender mejor las cosas, pero el país está muy extraño y es difícil establecer diálogo entre tanto ruido.
Dónde: Teatro Infanta Isabel, Calle del Barquillo, 24. Madrid.
Cuándo: del 22 de oct. al 1 de nov.
Cuánto: desde 20 euros