Colón y la conquista española de los derechos humanos
El navegante ha vuelto esta semana a estar en el punto de mira, incluso sus estatuas han sido decapitadas en algunas ciudades norteamericanas. No podemos juzgar las acciones del pasado con un prisma actual, ni olvidar que el legado de la presencia española en américa fue la igualdad, los derechos del individuo por el mero hecho de existir
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Francisco de Vitoria fue uno de los principales pensadores que establecieron las bases del derecho internacional, pero, además, y dadas sus posiciones sobre los derechos naturales del individuo, fue también el padre de lo que denominamos hoy como Derechos Humanos, o como se dio a conocer en su día «Derecho de Gentes». Los derechos de los individuos emanan de la naturaleza misma de la persona por el mero hecho de existir. El concepto de Derechos Humanos nos parece una característica básica de nuestra ordenación política democrática. Sin embargo, sin ser un concepto puramente nuevo, su aplicación en las relaciones internacionales sí lo es.
La historia está plagada de conquista. La guerra, parece ser una de las características de la política, y la conquista de territorios ha sido la tónica de las relaciones entre pueblos, sin ser cuestionada hasta la llegada de los primeros españoles a América. La conquista de América es uno de los temas más debatidos por historiadores y autores de toda índole, que, en muchos casos, buscan hacer una revisión anacrónica de los hechos del pasado. Estos revisionistas olvidan un hecho fundamental en el desarrollo de las libertades políticas de las que gozamos hoy en día. Durante las primeras décadas de la conquista, tuvo lugar una revolución jurídica que fue encabezada por unos académicos (entre los que encontramos a Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Melchor Cano, Bartolomé Medina, Luis de Molina o Francisco Suárez) que integraron la Escuela de Salamanca, que resultó el germen de los sistemas liberales modernos, basados en el concepto de la igualdad de los individuos. Desde un inicio, y a pesar de las atrocidades que pudieron cometerse, la Corona Española estableció una serie de leyes diseñadas para la protección de las poblaciones indígenas de las nuevas conquistas en América. Ya en 1504 en su testamento, Isabel la Católica instaba a la defensa de los derechos de los indígenas, y estos fueron reforzados en 1512 con la aprobación de las Leyes de Burgos, y en 1542 con la supresión de las encomiendas.
Un debate moral
Quizá el evento más importante que marca la diferencia entre España y otros poderes coloniales posteriores fue la Junta de Valladolid. Este evento fue un hito histórico, ya que nunca antes se había cuestionado el derecho de conquista sobre un territorio. El Rey Carlos I encargó el debate de las posiciones morales sobre la conquista de América, poniendo particular interés sobre el derecho de los indígenas, y llegó a paralizar toda empresa de conquista en el denominado Nuevo Mundo hasta que se debatiera y llegara a una conclusión.
Desde un primer momento, la Corona española veló por los súbditos de sus nuevas conquistas, desarrollando una legislación muy avanzada que resultó en la encarcelación, devolución a España, o incluso ejecución de importantes figuras en el Imperio. El mismo Cristóbal Colón, mal gestor, pero sobre todo cruel y bárbaro tanto con las poblaciones indígenas como con los europeos, fue conducido de vuelta a España por los Reyes Católicos y encarcelado por sus crímenes. El año de 1492 es, sin duda, uno de los más importantes en la historia de nuestro país. Tanto la toma de Granada, como la llegada de Colón a tierras americanas cambiarían la historia no solo de nuestro país, también del mundo.
Sin embargo, el legado del explorador, por su empresa en América y la apertura a la llegada de los pueblos europeos al continente, está hoy muy cuestionado en Estados Unidos, país que curiosamente nunca pisó Colón, pero cuya capital lleva su nombre: Distrito de Columbia. El Almirante de la Mar Océana es una de las figuras históricas que más división crean en Estados Unidos, lugar en el que se le acusa de ser el culpable del mayor genocidio de la historia. Estas acusaciones carecen de base. Un genocidio, según la RAE, es el «exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad». Bien, Colón, cuya obra en las islas del Caribe dista mucho de haber sido un ejemplo de buen gobierno y moralidad, no fue autor ni participe de ningún genocidio.
La población nativa
La conquista de América es uno de los episodios más importantes de la historia moderna. En el encuentro de los dos hemisferios, Europa encontró la fórmula para expandir su control al resto del mundo, apoyado en una superioridad tecnológica que tuvo graves consecuencias para la población nativa de América. Durante los años que siguieron a la llegada de Colón al Caribe, enfermedades euroasiáticas se propagaron por el continente causando la muerte de una parte muy importante de la población nativa, al igual que la intensificación del comercio con Asia a través de la ruta de la seda supuso la llegada de la pandemia de la peste negra a Europa un siglo y medio antes, que mató a más de una tercera parte de la población.
Ni Marco Polo ni Cristóbal Colón pueden ser considerados como genocidas. Curiosamente, esta eliminación sistemática de la población nativa ocurrió en tierras en las que la Corona española no tuvo soberanía. El objetivo de la expansión territorial española era el de la conversión de la población al cristianismo, no su aniquilación. Allá donde España perdía soberanía llegaba la esclavitud. Por otro lado, las colonias británicas de América del Norte establecieron una política de adquisición territorial, en el mejor de los casos desplazando, pero en su mayor parte aniquilando a la población indígena, encerrando en «reservas» a aquellos que habían escapado a la muerte.
Cabe destacar que la población nativa en Canadá es de 4.4%, en Estados Unidos apenas un 0.92%. En Perú, la población nativa o mestiza es el 85%, en Bolivia el 88%, y en México un 90%. El 12 de octubre representa mucho más que la llegada a América por parte de los españoles. Con ésta se inició uno de los más importantes desarrollos en la historia con la propagación del concepto de la igualdad, dando pie a las ideas que más tarde se convertirían en la base sobre la que hemos construido el estado liberal. No podemos pretender juzgar las acciones del pasado con un prisma actual.
Sin caer en la trampa de ignorar las atrocidades perpetradas en nombre del Imperio, cabe destacar que las únicas leyes que se redactaron en defensa de poblaciones indígenas en América fueron españolas, y cuando el Imperio se desmoronó, los indígenas perdieron la protección de éstas. La conquista de América ha de entenderse en su lógico contexto histórico. El legado de Colón no son sus acciones como gobernador, que han de ser condenadas y como así fueron condenadas en su día. El legado de la presencia española en América es la Hispanidad, es la igualdad. Son los derechos del individuo por el mero hecho de existir, por el mero hecho de ser humano.