DANA
La zona comercial de Alfafar liga su futuro a los pueblos del entorno
Su público objetivo ha sufrido daños en sus viviendas, sus coches o su empleo, cuando no en su propia integridad
«Si han perdido su casa, sus enseres, su coche, o su trabajo, cómo van a venir al cine, a cenar a un restaurante o a comprarse un bolso». La pregunta se la formula Antonio Martí, propietario junto a su familia del centro MN4, en la zona comercial de Alfafar-Sedaví.
Martí explica que su público objetivo es el de los pueblos de alrededor de la zona comercial, muchos de los cuales han sido también arrasados por la riada, por lo que la gente va a tener que rehacer sus vidas antes de poder plantearse la posibilidad de ir a un centro comercial y de ocio como es el MN4.
Y este proceso, según Martí, va a ser más largo y costoso que limpiar el centro, abrir los viales o arreglar los desperfectos
Por eso, algunos de los propietarios de establecimientos en la zona comercial de Alfafar-Sedaví se están planteando reabrirlos porque la recuperación económica y anímica de la gente va a ser más costosa que la recuperación material. De hecho, dos tiendas del MN4 dedicadas a los complementos ya han comunicado que no continuarán. Otros desconfían de que las ayudas puedan llegar a tiempo, después de estar todavía sin pagar algunas destinadas al desastre del volcán de La Palma.
Además, se da otra circunstancia y es que las grandes empresas que podrían atraer a compradores de Valencia o de otras zonas como puede ser Leroy Merlín, Decathlon, Media Markt, Bauhaus... están duplicadas en otros puntos de la geografía que no ha sido arrasada por la DANA, así que si el Leroy de Alfafar está cerrado, el comprador puede ir al de Burjassot o al de L’Eliana o Alboraia, no es necesario ir a Alfafar.
La empresa Ikea es la única que podría atraer visitantes de fuera hacia dicho centro comercial. Además, según considera Martí, es probablemente la primera que reabrirá las puertas ya que su tienda no está en planta baja y la riada solo afectó a motores y la zona de recogida de pedidos on line.
Por ello, Antonio Martí ruega que esta circunstancia no se olvide: «que no se olvide lo que ha pasado, porque la verdadera ayuda la necesitamos dentro de unos meses, cuando se levante la zona comercial y cuando se levanten los pueblos».
La de Alfafar-Sedaví es la segunda o tercera zona comercial con mayor superficie bruta alquilable de España y aunque la relación entre todos los comerciantes que la pueblan es buena, no existe una asociación que los una.
Por lo pronto se están organizando como pueden para limpiar los viales ya que la ayuda y la maquinaria que envían las administraciones está centrada en las zonas urbanas.
Martí destaca la colaboración absoluta de todos los cuerpos de seguridad, «pero hemos limpiado la calle por nuestros medios». Además, alerta de un problema burocrático tremendo: «voy a la UME o a Tragsa y les pido un tractor de los que estoy viendo aparcado pero no me lo pueden dejar porque han de elevar la petición y el trámite se eterniza».
El Ayuntamiento de Alfafar también hace lo que puede, explica, pero tiene el pueblo arrasado. «Nos mandó un camión para llevarse los desperdicios perecederos de los restaurantes».
Martí recuerda con espanto los primeros días de la tragedia, cuando los bulos hablaban de que el aparcamiento del centro era un cementerio: «los vigilantes lograron sacar a todas las personas en una actuación brillante».
El primer aviso lo dio una arrendataria de un local que estaba comprando en el Obramart y ya comenzaba a subir el agua: «mi hermana desalojó el centro y yo el cine. La decisión la tomamos nosotros. La Policía Local y la Guardia Civil aun no sabían lo que venía encima. Cinco minutos más hubieran sido fatales».
Los primeros días no tenían ni luz ni agua, y cuando llegaba la noche las cosas empeoraban muchísimo: «han asaltado todos las tiendas. Estas calamidades saca lo mejor de la gente, pero también lo peor». El MN4 también tuvo su asalto de ocho personas encapuchadas que entraron cuatro por cada puerta. Los vigilantes hicieron lo que pudieron pero tuvieron la suerte de que pasaban dos patrullas de la Guardia Civil por la puerta. Varios de los ladrones ya están en prisión.
Martí explica que el agua iba buscando el mar o L’Albufera: la pista de Silla, con la mediana y los coches acumulados en ella hicieron de dique y el agua se embalsó aquí. En los garajes entraron 170 millones de litros de agua. Ahora queda lodo en el primero y lodo con agua en la segunda. Las chupadoras de lodo están haciendo su trabajo.
Aunque las tareas avanzan a buen ritmo, dudan mucho de que puedan reabrir el centro antes de Navidad, que es la época comercial más potente del año, lo que aún agravará las circunstancias de los comerciantes, que confían en que la solidaridad ya demostrada de los valencianos no se acabe cuando se consiga limpiar todo el barro.