Un año de pandemia
Parir en tiempos de covid, “ha sido un año de lucha por los derechos de la mujeres”
Maribel Castelló, matrona y vicepresidenta de Cecova explica las dificultades superadas desde que estalló el estado de alarma para garantizar protocolos respetuosos con la madre y el bebé
«Este año ha sido muy duro. Nuestra sensación, además de por la pandemia y luchar contra el virus, es de agotamiento y de lucha continúa». Maribel Castelló es matrona en el Hospital Lluís Alcanyís de Xàtiva. Además, es la vicepresidenta del Consejo de Enfermería de la Comunitat Valenciana (Cecova) y vocal IV del Colegio de Enfermería de Valencia.
Admite estar exhausta, teme que pueda llegar una cuarta ola y habla con mucho orgullo de las grandes batallas libradas por las matronas de la Comunitat Valenciana para defender los derechos de la mujeres en momentos cruciales de vivencia psicoemocional, el embarazo y el parto.
Con la llegada del estado de alarma los hospitales comenzaron a aplicar nuevos protocolos en el parto. «Se hacían improvisadamente, de semana en semana. En un primer momento se vieron restringidos un montón de derechos que tenían las mujeres.Se prohibió el acompañante, el contacto piel con piel, no se sabía qué pasaba con la lactancia... Había mucha incertidumbre. Tuvimos que salir al frente para que se revirtiera la orden de prohibición de acompañamiento. Rectificaron rápidamente, duró 48 horas. Es de lo que más orgullosa me siento.No podíamos permitir que las mujeres parieran solas» e insiste en que nada, ningún medio tecnológico puede sustituir a la presencia física. «El acompañamiento no se hace ni por tableta ni telepáticamente».
Aunque ahora cuesta imaginar que no se practicasen PCR, pero lo cierto es que en marzo del pasado año los recursos de detección estaban muy limitados. A las gestantes no se les hacía PCR y solo se podía sospechar que tenían covid-19 aquellas que presentaban síntomas o clínica respiratoria. «Así estuvimos dos meses y medio».
En mayo llegaron los test de anticuerpos. «Nos los dieron porque insistimos e insistimos. No nos tenían en cuenta porque no nos consideraban un servicio de urgencias. El foco se centró en urgencias generales y se olvidaron de los paritorios, de las urgencias obstétricas y ginecológicas que atendemos».
Por tanto, la entrada del acompañante se autorizó sin que le pudiesen hacer test. «Cumplimos con los protocolos de seguridad establecidos, los cubríamos con las batas, con guantes y mascarillas, procurando además, mantener la distancia con nosotras y la excesiva movilidad».
Más tarde se consiguieron los test de antígenos, que también se practicaban al acompañante y no fue hasta diciembre cuando llegaron las PCR para las mujeres gestantes y sus acompañantes que, si daban positivo sí tenían que quedar en aislamiento. Fue entonces cuando comprobaron que el 99 por ciento de las gestantes que tenían PCR positiva a la covid cursaban asintomáticas.
Por tanto, explica Castelló, muchas de las matronas trabajaron durante la primera ola exponiéndose al coronavirus. Nunca les faltaron batas ni mascarillas quirúrgicas, pero tuvieron que pelear por conseguir FPP2 y equipos integrales de EPI.
«Mientras todo esto ocurría, las mujeres siguieron dando a luz viéndose privadas de derechos conseguidos a lo largo de las últimas décadas».
Sin piel con piel ni lactancia materna
Hasta que en julio no se tuvieron los estudios que confirmaron que la embarazada con covid no trasmitía directamente por el embarazo y el parto (trasmisión vertical) a muchas madres se les impidió hacer el piel con piel e incluso la lactancia materna.
Con informes de diferentes asociaciones y organismos como la IHAN, la OMS entre otros, se rectificaron los protocolos, aún así hubo hospitales que siguieron siendo muy estrictos y «alguno queda por ahí».
Como consecuencia, muchas mujeres tuvieron miedo, sufrieron un estrés añadido y les entró el pánico ante la posibilidad de poder contagiar a su bebé. Incluso se constató un descenso en la decisión de lactar con leche materna. «Ahora estamos haciendo grandes campañas y estrategias de difusión y promoción, para recuperar los niveles de antes de la covid-19».
Además, durante el embarazo solo los controles imprescindibles se mantuvieron presenciales, también se suspendieron los cursos de educación maternal. «Cuando acudían al hospital se sentían menos cuidadas y venían con más inseguridad». Ahora muchos centros ya dan estos cursos online y se permiten las visitas prenatales para el control de gestación.
Otra de las consecuencias de esta pandemia en la atención al parto fue el aumento en el número de cesáreas innecesarias a las mujeres con covid-19. «Hasta que conseguimos que no se les tratase de manera diferente. El Ministerio nunca recomendó hacer cesáreas por esta causa si no había indicación por causa materna o fetal».
Afortunadamente, todo esto ha ido cambiando. «Hemos velado por atender al parto de una manera humanizada y una atención de calidad. El objetivo siempre ha sido que la vivencia sea lo más normal posible. Afrontar un parto tiene factores de miedo, estrés y desconocimiento, así que, añadir la ansiedad de con quién iban a parir, cómo... Era más estrés. Ahora las mujeres de la Comunitat están pariendo en mejores condiciones porque se sabe más y estamos más preparadas».
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