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«Mi hijo no era Rambo, era una persona que hacía su lucha diaria por ser bueno»
Entrevista Joaquín Echeverría/ Padre de Ignacio Echeverría, «Héroe del monopatín»
Joaquín Echeverría es el padre de Ignacio Echeverría, el joven que murió asesinado en el atentado de Londres del 3 de junio de 2017 mientras intentaba parar a unos terroristas con su monopatín. Desde ese momento a Ignacio se le conoce como el «héroe del monopatín» y por eso, tanto su padre como la editorial JDEJ EDITORES, han querido recordar al joven en un libro llamado «Así era mi hijo Ignacio: El héroe del monopatín»
- ¿Por qué decidió escribir este libro?
- Cuando muere Ignacio empiezan a aparecer en la prensa muchas noticias y artículos hablando de él y llega un momento en que eso nos preocupa, ya que tuvimos un miedo real de perder su memoria y nosotros queríamos recordar a Ignacio tal cómo era. Ahí fue cuando yo me dediqué a recopilar información que se iba publicando y me puse a escribir un poco de cómo era su vida para dejar cristalizada cómo era realmente. Yo en navidades, desde hace unos 15 años, venía escribiendo un libro solo para mis sobrinos y mis hijos en el que contaba relato corto, historias de mi familia o contando cartas de la familia de mi mujer que se escribían de España a Filipinas. Entonces pensé que este iba a ser un libro de consumo doméstico, pero llegó un momento en el que creí que este libro podía tener un interés en el público para que conocieran cómo era Ignacio en su día a día. Mi hijo no era Rambo, era una persona común que se esforzaba mucho, que intentaba ser un buen profesional y una persona decente que hacía su lucha diaria por ser bueno.
- ¿Qué sintieron los días después del trágico suceso?, ¿conocían esos impulsos de Ignacio?
- No, cuando nos enteramos que Ignacio había intervenido en la pelea pensamos que esa era su forma de entender la vida, no en sus genes. Él entendía que si alguien abusaba de algo, no se debía consentir. Otra cosa es que fuese fácil imaginar que fuera capaz de meterse en las circunstancias en las que se metió, pero era asumible. Cuando Ignacio aparece mi sentimiento tuvo algo de alegría porque habían desaparecido las incógnitas, ya que no había sido secuestrado, no estaba en la cama de un hospital sin identificar y sintiéndose mal. Ignacio estaba muerto y en mi visión del asunto había muerto «bien», estaba en el cielo y eso me consolaba.
- Usted tiene algún tipo de fe por lo que ha dicho.
- La mía más bien endeble, pero la suficiente como para pensar que una persona que se porta bien le espera el cielo.
- ¿Qué piensa cada vez que se recuerda a Ignacio como el «Héroe del monopatín»?
- Cuando se escribe el libro el editor me plantea que la gente va a recordar a Ignacio como el «Héroe del monopatín» y por tanto el libro debe llamarse así para que sepan de qué estamos hablando. Ignacio ha hecho algo que es singular y en mi opinión no hay precedente en Occidente desde la Primera Guerra Mundial que se pueda comparar al suyo. Cuando vimos las grabaciones de lo que había ocurrido nos dimos cuenta de que Ignacio corría hacia el lugar dónde estaban los policías y cuando llega a la pelea, los policías estaban luchando contra los terroristas y él podría haber huido pero se quedó defendiendo a las víctimas hasta que lo mataron, su acto fue heroico, no cabe duda. Cuando se le entregó en Inglaterra la Medalla de San Jorge, se hablaba de Ignacio una y otra vez porque lo que hizo fue singular y digno de ser recordado.
- ¿Hubiera actuado del mismo modo que su hijo?
- Nadie sabe lo que haría en una situación como esa y cada uno anduvo en la vida como anduvo e hizo lo que consideró. Yo supongo que en ocasiones hice cosas que no son frecuentes, pero no tiene sentido hablar de mí, yo soy una persona que anda por la calle y que Dios no me ofreció ese cáliz.
- ¿Cree que la actuación de Ignacio ha sido un ejemplo para otras personas que se vean en un ataque como el que sufrió su hijo?
- Yo entiendo en primer lugar que Ignacio con esa actuación, que no era la única notable que tiene, nos desmostró que era una persona corriente, que cualquiera puede llegar a ser como Ignacio si nos esforzamos en serlo. A mí me parece que sí es imitable, hace pocos meses vimos un ataque terrorista en el que la gente neutraliza al terrorista que tiene el cuchillo. Ojalá cunda el ejemplo de que sepamos que no podemos correr como corderos cuando viene el lobo y que tenemos que juntarnos y defendernos. Además la vida es importante, debemos cuidarla, pero la de los demás y no precisamente la nuestra. Vale más morir bien que vivir mal.
- ¿Cuál es el mejor recuerdo que tiene de Ignacio?
- El mejor recuerdo que tengo de Ignacio es una fiesta en casa de unos amigos en la que hubo un partido de fútbol de niños en el que intervinieron mayores para hacer más divertido el partido. Y un niño pequeño, de unos tres años, no podría tocar la pelota y en ese momento Ignacio lo cogió por las axilas y jugaron todo el partido juntos usando al niño para darle a la pelota y recuerdo la ilusión del niño. Cuando acabó el partido todos los niños del equipo contrario fueron a por Ignacio, lo tiraron al suelo y acabaron todos los niños encima peleando y jugando con él. Es un recuerdo maravilloso de Ignacio ya que hizo felices a aquellos niños.
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