Espacio
Las llamaradas solares más peligrosas podrían ser mucho más frecuentes de lo que pensábamos
Un estudio ha sumado 220.000 años de vida de estrellas similares al sol para descubrir que las llamaradas más peligrosas para nosotros podrían ser 15 veces más frecuentes de lo que creíamos
El Sol nos ha dado la vida, pero nos puede arrebatar nuestra civilización. Suena dramático, pero el peligro es real y muchos astrónomos han alertado sobre él durante las últimas décadas porque, por algún motivo, a pesar de que el problema es bien conocido, a la población no parece importarnos demasiado. Para hacernos una idea, en 1859, el mismo año que Darwin publicó su famoso El origen de las especies, el mundo sufrió los efectos del evento Carrington, una tormenta solar tan energética que quemó las líneas de telégrafos y produjo numerosos incendios. Con la tecnología actual un apagón así sería devastador, y hay algo cien veces más energético: las superfulguraciones de nuestro sol, y un reciente estudio ha descubierto que son mucho más frecuentes de lo que pensábamos.
Hasta ahora pensábamos que las estrellas como nuestro sol emitían superfulguraciones una vez cada 1500 años, haciendo de ellas algo relativamente excepcional. Sin embargo, un estudio que acaba de publicarse en Science apunta que podrían ser 15 veces más frecuentes, ocurriendo, aproximadamente, una vez cada 100 años. Pasar de 1500 a 100 no es baladí, sobre todo cuando estamos hablando de eventos potencialmente peligrosos para nuestra civilización superdependiente de la tecnología. ¿Cómo es posible que su estimación sea tan diferente de las que teníamos hasta ahora? La respuesta es que han podido observar 220.000 años de la vida de nuestra estrella… más o menos.
Jugando con el tiempo
Es imposible que observemos al sol durante tanto tiempo porque, sencillamente, apenas llevamos 300.000 existiendo como especie y los telescopios se inventaron hace cuatro siglos. Por eso ha sido tan difícil estimar, hasta ahora, cada cuánto ocurría uno de estos eventos extremos. El abordaje de los estudios anteriores era indirecto: dado que las superfulguraciones generan una variedad ligeramente radiactiva del carbono al llegar a nuestra atmósfera (el famoso carbono 14), podemos buscar su rastro en el registro fósil, concretamente en los anillos de árboles antiguos o en el hielo de los galciares. El problema es que existe la posibilidad de que haya fulguraciones que no disparen partículas del sol hasta nuestra atmósfera (eyecciones de masa coronal) y que, por lo tanto, no dejen la huella del carbono 14.
Así pues, los cinco eventos que detectaron en los últimos 12.000 años del registro geológico podrían no ser todos. La solución estaba clara para el Dr. Sami Solanki director del MPS y coautor del estudio que acaba de publicar Science: “No podemos observar el Sol durante miles de años, pero podemos monitorear el comportamiento de miles de estrellas similares al Sol durante períodos cortos. Esto nos ayuda a estimar la frecuencia de las superfulguraciones.” Y así lo hicieron, concretamente con 56.450 estrellas.
Matemáticas básicas
Dejando a un lado los análisis estadísticos pertinentes para comprobar si las conclusiones son significativas, las matemáticas son claras. Los investigadores estuvieron observando esas 56.450 estrellas durante 4 años, entre 2009 y 2013. Dado que habían sido seleccionadas para ser muy parecidas al Sol tanto en brillo como en temperatura superficial, podríamos decir que hemos observado a nuestro sol durante más de 220.000 años. Concretamente 56.450 estrellas durante 4 años, son 225.800 años de estrellas acumulados. Evidentemente, hay limitaciones en esta comparación, pero nos ofrece una visión más clara que la que teníamos hasta ahora.
Durante ese tiempo, 2527 estrellas emitieron superfulguraciones, algunas varias veces, por lo que el número total de eventos fue de 2889. Si dividimos el número de eventos observados entre el total de años acumulados (225.800) el resultado es que debería haber una superfulguración cada 78 años de media. Algo nos dice que esta estimación puede estar sobreestimando la frecuencia de tales eventos porque, hasta donde sabemos, no hemos experimentado una superfulguración así en el último siglo. Podríamos estar viviendo un periodo anómalamente calmado, por supuesto, pero es importante insistir en que parece más plausible que este estudio haya sobreestimado el evento. De hecho, estudios similares han estimado que, igual que en el caso del carbono 14, la frecuencia es de unos mil (o incluso 10.000 años), sin embargo, también es cierto que esta investigación es la más precisa y sensible hasta la fecha.
Alguien se equivoca, y por eso es interesante que otros equipos continúen investigando para aclarar la situación y, así, entender mejor a qué potencial peligro nos enfrentamos como civilización. ¿Cómo de peligroso es realmente nuestro sol? Porque todos estos años a su luz no nos han dado una respuesta clara y eso es aterrador.
QUE NO TE LA CUELEN:
- A pesar de que el peligro es real y que podría ser muy grande, los titulares alarmistas sobre futuras tormentas solares que nos devolverán a la edad de piedra son exageraciones. No sabemos cómo nos afectará y, aunque podría ser una verdadera catástrofe, no es riguroso plantear que nos devuelva a una era pretecnológica.
REFERENCIAS (MLA):
- Max Planck Institute for Solar System Research. "Sun-like Stars Produce Superflares Roughly Once Per Century." Science, 13 Dec. 2024, doi:10.1126/science.adl5441.
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