Neurociencias

¿El alcohol nos hace más honestos? Esto es lo que dice la ciencia

A nivel cerebral afecta la zona responsable del razonamiento, el juicio y la perdida de inhibición.

En "Otra ronda", Mads Mikkelsen lidera a un grupo de profesores que deciden experimentar con el alcohol
La posible honestidad pasa por lo que decimos, no por cómo nos venLA RAZONLA RAZON

Los efectos del alcohol en el cerebro son bien conocidos son bien y persisten aún después de dejar de beber por un tiempo. Pero hay una consecuencia que ha sido poco estudiada, aunque muy citada: In vino veritas o En el vino está la verdad, una frase que se atribuye a Plinio el Viejo, científico, historiador y soldado romano. ¿Cuánta verdad hay en ello? El alcohol, ¿es una suerte de suero de la verdad?

Una de las principales áreas del cerebro afectadas por el alcohol es la región responsable del razonamiento, el juicio y, en general, de tomar buenas decisiones: la corteza prefrontal. El efecto del alcohol en esta área también conduce a la característica pérdida de inhibición que uno experimenta cuando ha bebido demasiado.

“El alcohol nos hace más propensos a decir lo que tenemos en mente – explica Aaron White, líder de la División de Epidemiología y Biometría del Instituto Nacional sobre Abuso de Alcohol y Alcoholismo -. En algunos casos, esa podría ser la verdad. En algunos casos, podría ser lo que creemos que es real”.

Por lo tanto, definitivamente hay una mayor probabilidad de que alguien diga lo que piensa después de unas copas. Pero también existe la posibilidad de que diga algo que parezca real bajo la influencia del alcohol, pero que no se tomaría en serio cuando está sobrio. Por ejemplo, podemos hacer promesas que no vayamos a cumplir.

Un estudio publicado en Clinical Psychological Science, analizó cómo cambiaban las personalidades de los participantes después de haber consumido suficientes bebidas como para llevarlos a una concentración de alcohol en sangre del 0,09 %, justo por encima del límite legal en algunos países. Los autores señalaron que el mayor cambio en las personalidades de los participantes después de beber fue que se volvieron mucho más extrovertidos. Aunque el estudio no investigó si el alcohol era un suero de la verdad, tiene sentido que alguien que se siente más a gusto en un entorno social también tenga más probabilidades de ser sincero.

La capacidad del alcohol para ayudar a las personas a salir de su caparazón puede ayudarlas a decir lo que piensan, pero al mismo tiempo, los efectos sobre las emociones pueden hacer que esos pensamientos sean más volátiles.

“Generalmente, vemos que beber alcohol tiende a intensificar nuestras emociones - añade Michael Sayette, profesor de psicología en la Universidad de Pittsburgh -. Es posible que nos encontremos sonriendo más y hablando más alto en interacciones, pero tal vez también podríamos ser más propensos a llorar en situaciones menos agradables”.

Esas emociones intensificadas pueden llevar a las personas a decir lo que tienen en mente cuando están sobrias, pero también pueden poner a alguien en un estado volátil donde dice algo que realmente no quiere decir o de lo que se arrepiente profundamente más tarde. Es similar a cómo beber hace que algunas personas sean más propensas a volverse violentas o a apostar, acciones que pueden pasar por sus mentes sobrias, pero que tendrían los medios para evitar.

“Como el alcohol puede cambiar nuestros pensamientos y sentimientos, no es sorprendente que también puedan cambiar nuestras conductas – concluye Sayette -. El alcohol puede hacer que nuestros comportamientos se vuelvan más extremos”.

Estos efectos se deben a la capacidad del alcohol de causar desinhibición, lo que significa que una persona es más propensa a actuar según sus impulsos. A esto hay que sumarle que también actúa sobre la amígdala, una estructura del cerebro conocida por provocar sentimientos de miedo y ansiedad. Mientras una persona está sobria, la amígdala generalmente envía señales de advertencia que pueden impedir que una persona diga o haga cosas que podrían llevar a una situación incómoda, pero esas señales se atenúan después de unas cuantas copas.

De este modo, hablar del alcohol como el suero de la verdad no sería correcto, se trata de una interacción muy profunda con el cerebro como para limitarla a cara o cruz.