Opinión

En reconocimiento del personal del Hospital Clínic

El autor elogia la calidad y profesionalidad del hospital barcelonés

Fachada del Hospital Clínic de Barcelona
Fachada del Hospital Clínic de BarcelonaGoogle

Hace ya años, de vez en cuando, acudía a tertulias radiofónicas y televisivas. Fue una etapa breve porque era un mal tertuliano. Sólo hablaba de lo que realmente creía que podía opinar: derecho, mundo universitario, cuerpos y fuerzas de seguridad o temas militares; pero cuando salía un tema del que no entendía me quedaba callado y sorprendido de que el mismo señor o señora que me discutía una sentencia, opinase después sobre las granjas de visones o de un tema médico.

De hecho sólo recuerdo dos intervenciones mías relacionadas con la medicina: la primera para reivindicar el nombre de Fidel Pagés, abuelo de quién fue gran amigo mío con el mismo nombre y apellido, inventor de la epidural, aunque durante años el invento se lo atribuyeron otros, y la segunda para y no recuerdo con motivo de que, afirmar que en Barcelona todo el mundo dice «si me pasa algo grave que me lleven al Clínic». Entonces lo dije por intuición, aunque es cierto que conocía a algunos médicos que allí trabajaban, excelentes profesionales, pero afortunadamente hasta hace poco no tuve ocasión de comprobarlo en primera persona.

Tranquilizo a mis escasos pero fieles lectores, la causa que me llevó a estar allí casi las veinticuatro horas del día durante una semana y sin preocuparme de lo que pasaba en el mundo, ha sido felizmente superada, pero no podía por menos que dejar público y patente, que allí no solo trabajan grandes profesionales sino lo que es muy importante, excelentes personas.

Desde el personal de la UCI más inmediato, los de la UCI de traumatología, los de planta, las enfermeras y enfermeros, quienes manejan las camillas, el personal de limpieza, el personal de seguridad, todos, absolutamente todos constituyen un ejemplo de profesionalidad y buen hacer.

Médicos extraordinarios al servicio de todos y me consta por un sueldo que en otros países se multiplicaría por mucho, y sin embargo están aquí, con y para nosotros, al servicio de nuestra sanidad pública, que puede tener fallos organizativos, pero cuyo nivel de profesionalidad es sencillamente excepcional. Sentí orgullo al ver el escudo de mi universidad (Universidad de Barcelona) en la que durante treinta y siete años impartí clases, sentí orgullo de esa institución, además de un agradecimiento infinito hacia quienes allí trabajan.

Si mis impuestos fueran de verdad para gente así, para hospitales así, me sentiría feliz de pagarlos, lo malo es que cuando pagas no sabes si irá a quienes se lo merecen -por ejemplo los del Hospital Clínic, y me atrevo a añadir a Sant Joan de Déu, Sant Pau, Bellvitge o el Vall d’Hebron-, o al bolsillo de cualquier aprovechado.

Gracias profesionales, sois muy buenos.