
Historia
La otra leyenda de Sant Jordi: cuando se apareció a los cristianos para ayudarles a recuperar Barcelona de los moros
Pocos saben que existe otra historia vinculada al santo y a la ciudad de Barcelona, una leyenda que lo vincula directamente con la reconquista de la ciudad

Todo el mundo conoce la leyenda de Sant Jordi, el caballero que mató al dragón para salvar a la princesa, y cuya gesta dio origen a la tradición catalana de regalar una rosa y un libro cada 23 de abril. Sin embargo, pocos saben que existe otra historia vinculada al santo y a la ciudad de Barcelona, una leyenda que lo vincula directamente con la reconquista de la ciudad tras el devastador saqueo de al-Mansur en el año 985.
A finales del siglo X, la actual Cataluña formaba parte de la Marca Hispánica, un conjunto de condados creados por los francos tras la retirada musulmana de la zona. Estos condados, aunque nominalmente dependientes del Reino Franco, gozaban de una gran autonomía. Barcelona era uno de los más importantes y su conde, Borrell II, tenía bajo su control un vasto territorio.
En el año 985, el caudillo musulmán al-Mansur llevó a cabo una de sus más demoledoras incursiones, dirigiendo un gran ejército hacia el noreste de la península. Barcelona no pudo resistir el asedio y cayó en manos musulmanas. La ciudad fue saqueada, sus edificios destruidos y miles de sus habitantes fueron capturados y vendidos como esclavos. Borrell II, desbordado por la situación, pidió auxilio al rey franco Lotario, pero la ayuda nunca llegó. Este hecho marcó un punto de inflexión en la historia de los condados catalanes, que a partir de entonces iniciaron un camino de independencia efectiva respecto al poder franco.
La aparición de Sant Jordi
Después del desastre, Borrell II buscó reorganizar sus fuerzas y preparar la reconquista de Barcelona. Según la leyenda, el conde se refugió en Montserrat, donde reunió a un pequeño ejército con la esperanza de recuperar la ciudad. Acompañado de seis caballeros de su confianza, partió hacia Barcelona al frente de sus tropas.
En el imaginario popular, se cuenta que Sant Jordi, el más valeroso de los santos guerreros, se unió a la comitiva. Con su imponente presencia, protegió la gesta de malos augurios y dio coraje a los soldados cristianos en su camino hacia la ciudad. Con semejante ayuda celestial, no es de extrañar que Barcelona volviera a caer en manos cristianas, marcando el inicio de su reconstrucción y el afianzamiento de la independencia de los condados catalanes.
Una leyenda compartida con otras partes de la península
La idea de un santo guerrero auxiliando a los cristianos en la lucha contra los musulmanes no es exclusiva de Cataluña. En el resto de la península ibérica, Santiago Apóstol es conocido como "Santiago Matamoros", debido a las historias que relatan su aparición en el campo de batalla ayudando a los reyes cristianos en sus conquistas. La leyenda de Sant Jordi y Borrell II es, por tanto, una versión catalana de este mismo mito, en la que el santo toma el papel de protector y guía en la reconquista de una de las ciudades más importantes de la Marca Hispánica.
Sea o no cierta esta historia, lo que es innegable es que Sant Jordi se convirtió en una figura clave en la tradición catalana, no solo como el caballero que derrotó al dragón, sino también como el protector de su gente en los momentos más críticos de su historia.
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