Memoria histórica
La Generalitat fue la única institución pública que informó del asesinato de Lorca
Un documento demuestra que el Comissariat de Propaganda publicó una nota sobre el crimen sucedido en Alfacar
A veces para saber más sobre el pasado de Cataluña hay que irse un poco lejos. En este caso, debemos marcharnos concretamente hasta Argentina. Es allí donde ha aparecido, entre los papeles del histórico periodista Pablo Suero un importante y no muy conocido documento relacionado con el asesinato de Federico García Lorca. Gracias a la labor de la investigadora Mirtha Mansilla, este diario ha podido consultar un folleto publicado por el Comissariat de Propaganda de la Generalitat en 1937, en plena Guerra Civil. Conservado por los herederos de Suero, este documento es la única comunicación oficial que hizo una institución republicana durante la contienda bélica sobre el crimen que tuvo lugar en un paraje, entre Víznar y Alfacar, en agosto de 1936.
Es indudable que detrás de esta nota se encuentra Jaume Miravitlles, responsable de ese departamento de la Generalitat y que tuvo un especial empeño en dar a conocer en el exterior las atrocidades cometidas por Franco y los suyos. El asesinato del autor de «Poeta en Nueva York» fue uno de los episodios con más eco internacional y un buen ejemplo de la brutal represión que se llevaba a cabo en el bando sublevado contra la República. Miravitlles y Lorca se habían conocido en 1925 cuando el granadino, gracias a su amigo Salvador Dalí, pisó suelo catalán por primera vez. En esos días los tres firmaron conjuntamente en el libro de visitas de El Canari de la Garriga, un conocido restaurante barcelonés situado frente al Hotel Ritz. Por cierto, Lorca escribió en su dedicatoria un «Visca Catalunya Lliure!».
Volvamos a la nota que publicó el Comissariat de Propaganda el 24 de septiembre de 1937, cuando hacía poco más de un año del asesinato. El comunicado de Prensa se hacía eco de una información que previamente, concretamente el día 15, había sido publicada en el periódico valenciano «Adelante» con el impactante titular «El crimen fue en Granada. Yo he visto asesinar a García Lorca». Cabe decir que, como es lógico, no existía ninguna confirmación oficial, por parte de los verdugos, sobre su actividad asesina. Así que todo eran rumores e informaciones a medias o tergiversadas. El testigo afirmaba, como se recoge en la nota del Comissariat, que «aquel día estaba de guardia. Vi que entraba en el cuartel un muchacho joven. Estaba pálido, pero caminaba sereno. Era Federico García Lorca. Cuando le vi, comprendí la tremenda tragedia que se cernía sobre él. García Lorca tenía firmada su sentencia de muerte al firmar el famoso romance de la Guardia Civil». En el mismo texto periodístico y luego divulgado por Miravitlles se añadía que Lorca había sido asesinado en la carretera de Padul por la benemérita. Sin embargo, ahora sabemos que ni en la Guardia Civil estuvo implicada en aquel crimen ni el asesinato fue en la carretera de Padul sino en un camino entre las localidades entre Víznar y Alfacar donde también fue enterrado junto a otras tres personas.
De todas las crónicas y artículos que en ese tiempo se publicaron en los medios republicanos sobre aquel suceso, este fue uno de los que tuvo más repercusión internacional, lo que demuestra que el departamento dirigido por Miravitlles hacía bien su trabajo. Es más, aquel testimonio cruzó el Atlántico hasta aparecer en «Repertorio Americano», un diario de Costa Rica. Como bien señala el hispanista Ian Gibson, la máxima autoridad en este caso, «desde allí se extendió por toda América la leyenda de que a Lorca lo había matado la Guardia Civil».
Lo más importante del documento que se reproduce aquí es que con esta nota, la Generalitat de Cataluña, vía el Comissariat de Propaganda, fue la primera y única institución pública republicana que emitió un comunicado sobre el asesinato. Desde, por ejemplo, el gobierno que dirigía Manuel Azaña nunca se divulgó nota alguna, aunque sí es cierto que las autoridades republicanas sí homenajearon al poeta en el pabellón que tenían en la Exposición Internacional de París, celebrada entre el 25 de mayo y el 25 de noviembre de 1937. Allí, junto al «Guernica» de Picasso, que se exhibía públicamente por primera vez, uno de los responsables de aquel pabellón, un aragonés llamado Luis Buñuel, instaló una enorme fotografía de su amigo asesinado cerca de la gran pintura de Picasso, como ejemplos de destrucción.
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