Paseo de Gracia sigue viendo en la iluminación de Navidad un foco de atracción de visitantes y potenciales clientes, así como un motor para la recuperación de la ilusión y las ganas de disfrutar de estas fechas y del centro de la ciudad, especialmente tras la pandemia.

Por todo ello, este año, el objetivo de la asociación del emblemático paseo barcelonés en lo que se refiere al alumbrado navideño era volver a sorprender de nuevo y superar el éxito y buen acogida que tuvo en los tres último años la anterior instalación, lo cual ha sido, en palabras de su presidente, Luis Sans, “un verdadero reto”.

En cualquier caso, el objetivo era “ser un año más el alumbrado más espectacular de la ciudad, especialmente cuando celebramos el 200 aniversario del paseo”, admitió Sans en la rueda de prensa de presentación de la misma, razón por la cual la nueva iluminación de Paseo de Gracia para los próximos tres años es una apuesta por “un elemento que tuviera un significado navideño y, a la vez, estuviera relacionado con Barcelona y una instalación que permitiera recuperar el orgullo de pertenencia a Barcelona, lo cual está lincado con Gaudí, y generara ilusión y sorpresa”, tal y como relató Marga Farga, secretaria de la Junta Directiva de la Asociación.

Y el resultado es una instalación con 95 estrellas de hasta dos metros de diámetro inspiradas en la estrella de la Torre de la Virgen María de la Sagrada Familia, que se inauguró el pasado 8 de diciembre. Estas estrellas, que como la de Gaudí cuentan con 12 puntas, serán de dos tipologías: las 35 instaladas en el centro del paseo tendrán un efecto 3D, mientras que las 60 ubicadas en los laterales del mismo serán 2D. Además, éstas llevarán una lámina dicroica, que, gracias al reflejo del sol sobre la misma, permitirá que brillen de día, como sucede también con las 3 mil tiras de luz, de tres metros de longitud y compuestas a partir de pequeñas estrellas de cinco puntas, que completan la instalación.

El coste total de la iluminación es de 180 mil euros al año, 30 mil más que la anterior y 69 mil más que la que se utilizó del 2016 al 2018. Al respecto, Sans señaló que esta inversión “ha supuesto un gran esfuerzo económico para la asociación, porque si bien es cierto que el Ayuntamiento sufraga el 75% de los gastos, esto solo es así hasta un tope de 120 mil euros, de manera que lo que sobrepase esa cantidad, corre a cargo de la asociación”. Es decir que, en lo que se refiere a la nueva iluminación, que permanecerá encendida del 24 de noviembre al 6 de enero, el consistorio pagará 90 mil euros, y los otros 90 mil van a cargo de la asociación.

Además, ésta conllevará un gasto de suministro eléctrico, que se estima de unos 1.460 euros, a los que deberá hacer frente el Ayuntamiento. Esta cantidad es lo que supone encender las 330 filas de luces con las que cuenta la instalación durante 44 días, desde las 17.00 a las 22.00 horas, es decir un total de 217 horas, 42 menos que el año anterior, ya que como medida de sensibilización y ejemplarizante, este año el consistorio ha establecido que la iluminación navideña de la ciudad deberá apagarse una hora antes que en años anteriores. “Esta acción supone un ahorro de 227 euros durante toda la campaña, una cifra simbólica, pero pretende sensibilizar a la población acerca de la necesidad de ser eficientes desde un punto de vista energético”, comentó Sans.

En este sentido, la instalación de Paseo de Gracia, que usa tecnología LED, no solo cumple con la normativa municipal que establece en 9W/m2 la potencia permitida para las horas de funcionamiento, sino que además “está 30 veces por debajo al ser de 0,31 W/m2 la potencia instalada por unidad de superficie”.

Sin movilidad no hay actividad

En cualquier caso, durante la rueda de prensa de presentación de la nueva iluminación, Sans señalaba que cualquier esfuerzo por revitalizar el centro de Barcelona es en vano con la actual política de movilidad del Ayuntamiento de Barcelona. “Esta política asfixia al vehículo privado y al centro de la ciudad. Está muy bien fomentar el uso del transporte público, pero aquellos que vienen de la primera y segunda corona metropolitana optan por el vehículo privado, muchas veces porque es su única opción, de manera que acciones como las restricciones de entrada y salida por la Diagonal o la Gran Vía, las super islas del Eixample, la reducción de carriles o las obras en la Gran Vía les complica la vida”. “Se trata de restricciones poco reflexionadas, que anteponen la ideología a la gestión y no tienen al ciudadano como prioridad, la cuales están ahogando al centro de Barcelona y, en consecuencia a la actividad económica de la ciudad, ya que el Eixample es el principal barrio que genera riqueza en la ciudad”, comentó Sans para, finalmente indicar que “es necesario apostar por una movilidad más inteligente y amable, que permita que la gente venga al centro de Barcelona”.