Curiosidades

La única villa de recreo completa del Renacimiento español

Este lugar ha sido reconocido también como Jardín Histórico Europeo, lo que ha supuesto un decidido reconocimiento internacional a los trabajos de conservación, recuperación y difusión que vienen llevándose a cabo

Jardín renacentista de ‘El Bosque’ en la localidad salmantina de Béjar
Jardín renacentista de ‘El Bosque’ en la localidad salmantina de BéjarJESÚS FORMIGO/ICAL

Castilla y León es una de las regiones más extensas de Europa y la que mayor superficie forestal tiene. Montañas, valles, senderos y miles de hectáreas verdes forman parte de este vasto territorio repleto de contrastes donde la naturaleza tiene un papel fundamental.

Pero, además, es una Comunidad con mucha historia detrás y llena de patrimonio arquitectónico y monumental allá por donde pises.

Y uno de estos ejemplos que traemos a estas líneas, es el Bosque de Béjar. Una villa renacentista levantada en el siglo XVI por los duques de Béjar que inicialmente contaba con un jardín escalonado en terrazas y de estética geométrica, siguiendo las pautas del estilo renacentista, que es una de las joyas de la provincia de Salamanca, que está recuperando poco a poco su esplendor después de las amenazas que se cernían sobre este espacio, olvidado durante muchos años y casi abandonado.

Se sitúa a un kilómetro y medio del centro de la localidad, en su zona oriental. Una villa que se levantó en un bosque cercano con agua abundante, diseñado como un lugar de retiro y de paseo con todos los elementos de la época: cenador, estanque, fontanas, paseos y escalinatas.

Aunque el terreno de El Bosque empezó siendo una casa de recreo y coto de caza, para después acabar evolucionando a lo largo de los siglos gracias a los distintos Duques de Béjar. Se trata de uno de los pocos ejemplos de jardín romántico de la región. Francisco de Zúñiga y Sotomayor, cuarto duque de Béjar, fue clave en la transformación de este lugar. En 1567, mandó edificar la finca que construyó junto a su primera esposa, la duquesa Guiomar. En la transformación, los propietarios se inspiraron en las villas renacentistas italianas, siguiendo los modelos de los tratados clásicos.

Sin embargo, en el siglo XIX, el nuevo propietario, el industrial Cipriano Rodríguez Arias, reformó el jardín para acomodarlo a los gustos románticos de la época. Esa es la identidad actual que este espacio ofrece al visitante. Aunque recuerda a los jardines del norte de la India y Pakistán, con sus pabellones flotando en medio de gigantescas extensiones de agua, como los del famosísimo palacio del Lago en Udaipur.

El recorrido permite contemplar el antiguo palacete, del siglo XVI, y el amplio estanque que se abre junto a él, por el que antaño se deslizaban las barcas. Rodeados de una tupida arboleda surgen paseos y escalinatas, bancos ocultos o fuentes escondidas.

Los enormes árboles, de gran altura, pertenecen a especies autóctonas y foráneas; se cree que proceden de la misma época que el resto del conjunto y representan un espectáculo de color con la llegada de las distintas estaciones.

Es la riqueza del agua –gracias a un abundante manantial que nace en la cercana sierra de Candelaria– lo que hace posible el conjunto del Bosque de Béjar.

Fue declarado en 1946 como Jardín Artístico y en 1982 como Bien de Interés Cultural (BIC), con categoría de Jardín Histórico, del Patrimonio Histórico Español. Las administraciones autonómica y local comparten la titularidad de El Bosque de Béjar, correspondiendo un 66 % de su propiedad al Ayuntamiento de Béjar y un 33 % a la Junta de Castilla y León.

La Villa de El Bosque ocupa actualmente 35,5 hectáreas dentro de un valle al este de la ciudad. la finca se estructuró mediante un sistema de terrazas ordenadas sucesivamente en torno a un eje este-oeste que mezclan edificaciones en piedra con espacios ajardinados. Su entrada principal, o “Puerta de La Justa”, está ubicada en el extremo oeste del cercado, sobre una calle arbolada.

En la zona residencial se creó un conjunto de edificios constituido por la Casa del Bosquero, donde vivían los guardeses; el palacete de recreo, situado frente al estanque alto con magníficas vistas del bosque y de la sierra; la capilla y las caballerizas.

El estanque es de inspiración hispanomulsulmana y se llena con las aguas del arroyo Garganta del Oso. De este lugar llama la atención su isla central y el templete de estilo neomorisco instalado a finales del siglo XIX.

Para llegar a la terraza del jardín hay que hacerlo a través de una escalinata de piedra. Más abajo se encuentra el jardín romántico formal rediseñado hacia 1871 con la que se perdió el trazado geométrico o formal en setos de boj tallado originario, se dispuso un parterre de formas sinuosas y se introdujeron las altas coníferas que perduran. Entre ellas destaca por su gran porte la sequoia de la parte central de la terraza.

Quedan algunos vestigios aislados del jardín renacentista, los setos de topiaria y los juegos de agua, con sus escondidos surtidores que se abrían por sorpresa mojando al público, también recuerdan al primitivo jardín. Desde la terraza del jardín se accede a la terraza de la huerta,

Finalmente, una selva de robles y castaños sirven de contrapunto a la ordenada arquitectura de edificios, fuentes y estanques así como a la arquitectura vegetal del jardín y de las huertas.

El Bosque de Béjar ha sido reconocido también como Jardín Histórico Europeo, lo que ha supuesto un decidido reconocimiento internacional a los trabajos de conservación, recuperación y difusión que vienen llevándose a cabo en este importante jardín desde hace varios años, con la colaboración de las administraciones titulares y la participación y orientación de técnicos expertos en la materia, bajo los criterios de intervención más respetuosos con el patrimonio cultural.

Y, de esta manera, se incorpora a una Ruta para donde se fomenta su desarrollo sostenible, fomentando la sensibilidad hacia el patrimonio natural mediante visitas turísticas culturales y proyectos educativos. Las instituciones que participan en la Ruta defienden los valores democráticos, el respeto de los derechos humanos y el acceso a la cultura, valores promovidos por el Consejo de Europa.