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Curiosidades
El rey "Gordo" y la milagrosa dieta que llevó a cabo para recuperar el trono perdido
Este monarca leonés llegó a pesar 240 kilos y se cuenta que perdió la mitad en cuarenta semanas, a una media de tres al día

Cuando comienza un nuevo año, una de las promesas que suelen hacerse los que están un poco entrados en carnes, aunque no siempre con éxito, es la perder peso y ponerse en forma para quitarse esos kilos de más que sobran o que se han cogido de más durante la época navideña.Ya sea acudiendo al gimnasio para hacer más deporte o a través de una de las numerosas dietas alimenticias que existen, o las dos cosas a la vez.
Objetivo: volver a lucir un cuerpo de escándalo, pero también tener mejor saludy calidad de vida.
En la sociedad de hoy las dietas están a la orden del día, favorecidas también por el avance de la ciencia y de las investigaciones médicas acerca de nuevos descubrimientos sobre la manera en que el cuerpo metaboliza los alimentos, o por el propio el nivel de exigencia de muchas personas por llevar una vida saludable.
Es lo que se denomina como movimiento Healthy. Un culto al cuerpo y la salud que se ha inventado en este siglo XXI. De hecho, hay documentos de hace siglos que revelan que ya se hacían dietas para adelgazar, aunque se solía hacer motivos de salud y no por lucier un cuerpo de diez. Eran otros tiempos y otras modas.
Se sabe, por ejemplo, que la palabra dieta viene del griego “díaita”, y hace referencia al control de sus hábitos de vida en general y no sólo en el ámbito alimenticio.
Y hay constancia de un papiro de origen egipcio, que podrñia datar de dos mil años antes de Cristo, en el que aparecen una serie de consejos y recomendaciones dietéticas. En dicho documento se pueden leer frases como "un vaso de agua calma la sed. Un puñado de vegetales fortalece el corazón. Toma una sola cosa en lugar de manjares. Un pedazo pequeño en lugar de uno grande”.
El poeta Horacio, principal poeta lírico y satírico en lengua latina que nació 65 años antes de Cristo, ya hablaba de que "un cuerpo cargado de alimentos embrutece el espíritu y convierte en terrenal el aire divino que nos anima".
Nuestro universal escritor, Miguel de de Cervantes, también hace referencia en su obra magna "El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha"" a los alimentos que se comían en España en esa época en una especie de calendario que bien podría ser una dieta.
"Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón (se hacía con la carne que había sobrado de la olla, aderezado con vinagre pimienta y sal) las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda”.
Más recientemente, en el siglo XIX, un abogado londinense de nombre William Banting escribió una carta dedicada a las "personas corpulentas y obesas", como fue su propio caso, yen la que ya establecía una serie de parámetros que podían ayudar a perder kilos sin que ello fuera en detrimento de la salud. En concreto, hablaba de la idoneidad de tomar alimentos ricos en proteínas así como eliminar productos grasos como la mantequilla, la leche, el azúcar, la cerveza e incluso todo los panes y las papas, para reducir masa corporal.
También en esta época era muy popular la dieta del poeta británico romántico Lord Byron, cquien decía que solo se alimentaba de galletas y patatas bañadas en vinagre para mantener su figura.
Si bien, en estas líneas de LA RAZÓN queremos hacer hincapié y acercar al lector la primera dieta milagro de la historia, y que además tiene acento leonés, por cuanto su protagonista fue ni más ni menos que el rey Sancho I de León, hijo de Ramiro II y de su segunda esposa la infanta navarra Urraca Sánchez.
Un monarca que llegó a este mundo en el año 933, que fue coronado a los 23 años en Santiago de Compostela tras la muerte de su hermano Ordoño III, pero cuyo reinado fuez más bien fugaz, de apenas dos años, tras ser destronado por el infante Ordoño Alfonso.
Sancho I fue un rey polémico pero también singular debido a su físico, en el que sobresalía una panza tremenda . Tal es así, que le llamaban el "El Gordo" o "El Craso" y sus detractores, sobre todo los nobles leoneses al mando de los cuales estaba Fernán González, se mofaban de él por ello e incluso dudaban de sus virtudes para ser rey de León, ya que consideraban que era incapaz de capitanear a las tropas o defender una fortaleza porque su gordura no de le dajaba siquiera poder hacer las cosas más cotidianas del día a día. De hecho, necesitaba ayuda para incorporarse de la cama e incluso para andar, colocarse la armadura o subirse a un caballo.
Como rey, cuentan las crónicas que le gustaban mucho los festines, y que solía tener hasta siete comidas al día compuestas muchas de ellas por más de una quincena de platos, donde la carne de caza era la gran protagonista del menú. "Comilonas" que provocaron que el monarca, de poca voluntad para el ejercicio, llegara a pesar más de 240 kilos.
Tras perder el trono en el año 958, Sancho I se refugió en su abuela materna, una mujer de recursos que le ayudó a perder peso junto con Hasday ibn Shaprut, un médico enano y judío que trabajaba àra el califa de Córdoba, Abderramán III, enemigo acérrimo de los cristianos, al que encomendaron la tarea de reducir el sobrepaso del rey leonés destronado pero con una condición: que los partidarios de Sancho I aceptaran entregar fortalezas en la frontera.
Un pacto que, además, incluía el intento de regreso de Sancho al trono, algo que consiguió en el año 960 ya con un notable cambio físico debido a la pérdida de peso que logró, y que mantuvo hasta su muerte seis años más tarde.
Por este adelgazamiento a Sancho I le atribuyen la primera y exitosa dieta milagro de la historia, ya que, según parece, el remedio del sabio judío fue tan efectivo que llegó a perder más de 120 kilos en unas cuarenta semanas. A tres kilos por día.
Una dieta en la que las infusiones de diversas plantas y los opiáceos eran protagonistas, pero en la que también había ejercicio físico y sacrificio, ya que parece que llegaron a atarle las manos y coserle la boca para que no pudiera ingerir ningún alimento sólido durante un tiempo, en el que solo se alimentaba de líquidos mediante una pajita.
Este tratamiento le provocó vómitos y diarreas que aceleraron su adelgazamiento, aunque también le aplicaban baños para relajarle y hacerle sudar, así como frecuentes masajes para mitigar la flacidez de su piel.
Y aunque muchos expertos dicen que es imposible perder tal cantidad de peso en un solo día, tampoco es menos cierto que las crónicas de la época hablan de que Sancho I tuvo un primer periodo de reinado fugaz con sobrepeso y limitado de movimientos, pero un segundo algo más largo, de seis años, más ágil y esbelto.
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