Curiosidades

Así se gestó durante el Franquismo el más humillante e ignominioso expolio de patrimonio nacional

Es la historia de un régimen y un país aislado a nivel internacional que buscaba asomar la cabeza para decirle al mundo y, sobre todo a los Estados Unidos de América, que aquí estaba España

Traslado del ábside románico de la iglesia de San Martín de Fuentidueña
Traslado del ábside románico de la iglesia de San Martín de FuentidueñaIcalIcal

España es una nación con siglos de historia a sus espaldas. Un país que, por esto mismo, posee una riqueza patrimonial y artística sin igual y de incalculable valor, y que también fue un imperio que dominó el mundo. Por ello, son muchas las vicisitudes y aventuras por las que este Reino de España ha tenido que pasar a lo largo de su historia, que se suman a un legado que es inmenso.

Pero dicho esto, y yendo al grano de lo que ocupa a esta curiosa pieza informativa, desde estas líneas preguntamos al lector ¿Qué tienen que ver la iglesia de San Martín de Fuentidueña, en el municipio del mismo nombre de la provincia de Segovia, y la ermita de San Baudelio, situada en el pueblo soriano de Casillas de Berlanga?

En un principio parece que nada, ya que la primera es de estilo románico y, la segunda, mozárabe, si bien muchos expertos la consideran como la Capilla Sixtina del Románico por sus impresionantes pinturas murales y que son protagonistas de esta historia desgraciada para España.

Pero lo que les une a ambos templos no es más que una palabra, pero vaya palabra: expolio. O mejor dicho, autoexpolio, por cuanto este es el término que ha utilizado varios expertos ye historiadores para definir lo que pasó en ambas ermitas, debido a que las partes implicadas, un comprador y un vendedor, consiguieron un beneficio.

Una ganancia que, por desgracias, lograron debido a la desidia, la codicia, el mercadeo e incluso la ignorancia que había en la época en la que se produjeron unos acontecimientos que relacionan a esta iglesia y esta ermita, que fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1917, de la mano de un valioso patrimonio artístico que cruzó el "Charco".

Es la historia misma de la decadencia de España en el siglo XIX, con la Guerra de Cuba como exponente máximo, que trajo consigo la desamortización de importantes bienes, sobre todo religiosos, para que el Estado pudiera tener ingresos con los que mantener y evitar la quiebra.

Pero también es la historia del régimen Franquista, que nunca pasa de moda en este país y siempre está en el candelero aunque el Generalísimo haya muerto hace casi medio siglo.

Un país que en el momento de autos necesitaba cariño y apoyo del extranjero debido a su aislamiento internacional y que buscaba asomar la cabeza de alguna manera para decirle al mundo y, sobre todo a los Estados Unidos de América, que aquí estaba España, un firme aliado contra el comunismo en esa guerra fría que se instaló tras el final de la II Guerra Mundial.

Pero también y sobre todo es la historia de un suceso insólito y sin precedentes no solo en España sino en cualquier gran nación, y que ha pasado a la historia por ser uno de los expolios más humillantes e ignominiosos que se recuerdan. Porque es la historia de un despojo sin escrúpulos, el de un ábside románico de incalculable valor construido por artesanos rurales hace más de 800 años de historia, que estaba hace más de un siglo y sigue estando ahora declarado como monumento nacional, que acabó en la sección de arte medieval del Museo Metropolitano de Nueva York tras ser donado por el régimen de Franco a los EEUU pero usado como instrumento de mercadeo.

España pudo recuperar a cambio de este regalo al pueblo estadounidense "algunas", que no todas, de las pinturas que fueron expoliadas de la ermita de San Baudelio anteriormente mencionada en la década de los años 20 del pasado siglo. Pero fue un intercambio en el que España y los españoles perdieron.

San Baudelio de Berlanga
San Baudelio de BerlangaSan Baudelio de Berlanga

Todo lo que ocurrió y como se gestó todo el proceso se cuenta muy bien en un trabajo de investigación titulado "De Fuentidueña a Manhattan", de la profesora de la Universidad de Valladolid (Uva), María José Martínez Ruiz, y el catedrático emérito de la Universidad Politécnica de Madrid, José Miguel Merino, quienes han documentado en esta obra, por ejemplo, como 23 lienzos de San Baudelio fueron mal vendidos por apenas 65.000 pesetas a un anticuario que trabajaba para un marchante internacional, Leone Levi, y eso a pesar de que la Justicia trató de impedirlo.

Unas pinturas que, para más inri, se arrancaron de su lugar original en San Baudelio utilizando el método del strappo, una técnica con la que se se consigue separar la película que forma la pintura del rebozado del muro posterior donde se encuentra, como paso previo a su traslado a los Estados Unidos, donde acabaron dispersas por varios museos.

Hasta que treinta años más tarde, el Gobierno de Franco da luz verde al intercambio por el que parte estas pinturas que no se habían vendido regresan a España a cambio del ábside románico de Fuentidueña, en una cesión "muy generosa" por parte de las autoridades españoles como así se calificó en la prensa americana del momento, donde, además, se escribieron artículos destacando la excepcionalidad de este hecho pero sobre todo que fuese algo insólito.

La prensa española del régimen vendió como un gran logro el regreso de las pinturas de San Baudelio despreciando, por el contrario, el valor del ábside románico segoviano, del que se dijo que se encontraba en una iglesia en ruinas.

Entre medias, toda una historia de intereses por parte de un país como España que quería ser vista con otros ojos y no como una Dictadura, pero también la de muchas personas que actuaron de intermediarios y que tenían sus propios intereses económicos o de otra índole, como James Rorimer, director del Museo Metropolitano; Francisco Javier Sáchez Cantón, subdirector del Museo del Prado; Manuel Gómez Moreno, historiador, y su hija Carmen, que entonces estudiaba Historia del Arte en Harvard, y a la que ofrecen trabajar en el Museo Metropolitano si su padre intercede y consigue que el ábside románico de la iglesia de San Martín de Fuentidueña acabe en Nueva York, como así ocurrió.

Traslado del ábside románico de la ermita de San Baudelio
Traslado del ábside románico de la ermita de San BaudelioIcalIcal

Las migajas, para Fuentidueña

La localidad segoviana de Fuentidueña, un pequeño pueblo segoviano, recibió tan solo 250.000 pesetas de la época, que al cambio actual serían 1.500 euros. Un dinero que se iba a destinar a la restauración de la iglesia de San Miguel de esta localidad, mientras que el Obispado de Segovia consiguió un donativo de 800.000 pesetas, algo menos de cinco mil euros.

Pasado el tiempo el resultado de toda historia, resumida en estas líneas, ha dejado a la la Villa de Fuentidueña y a su iglesia de San Martín sin ábside y con unas ruinas de piedras desordenadas de complicada interpretación, y a una ermita de San Baudelio soriana, con unos huecos en sus muros difíciles de llenar, donde otrora brillaba un mosaico de pinturas de gran valor, con representaciones de la vida cotidiana, de la fauna real, con cacerías, halconeros y guerreros. Incluso se vislumbran un elefante, un oso y un dromedario se complementan con escenas bíblicas como la adoración de los Reyes, la última Cena o la Pasión de Cristo.

Aunque la impronta de estas pinturas arrancadas de cuajo permanece en los muros. De hecho, junto con la ermita de San Miguel de Gormaz y la Vera Cruz de Maderuelo, conforman la trilogía pictórica románica por excelencia de la Castilla medieval, consiguiendo que estos municipios en los que se encuentran los templos aparezcan en el mapa y sean lugares de visita para miles de personas cada año.

"Menos da una piedra", que diría el sabio refranero popular español.