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Pueblo
El pueblo escondido en una cueva que parece un lugar de cuento
Para llegar es necesario transitar por una peligrosa carretera

La isla de La Palma se erige como uno de los destinos más fascinantes del mundo. Apodada la Isla Bonita, este rincón del archipiélago canario ofrece a quienes la visitan una experiencia sin igual, marcada por sus paisajes sobrecogedores, sus playas de arena negra y un terreno volcánico que parece sacado de otro planeta. Pero su atractivo no termina ahí; a lo largo de su costa, pequeños y pintorescos pueblos pesqueros se despliegan ante los ojos del viajero, cada uno con su propio encanto y magia. Uno de estos rincones es Poris de Candelaria, una localidad que guarda una singularidad asombrosa: se adentra en el interior de una cueva, fusionando naturaleza y arquitectura de manera única.
Puerto natural
El nombre de Poris de Candelaria evoca la esencia de un puerto natural, un embarcadero que ha marcado su historia durante generaciones. Durante años, este enclave fue el hogar exclusivo de pescadores que acudían a reparar sus embarcaciones y guardar sus herramientas. Hoy, sin embargo, el lugar ha mutado en un refugio tranquilo, donde quienes buscan escapar del bullicio se acercan en busca de la paz del mar y la serenidad de la pesca.
El entorno de Poris de Candelaria es una obra maestra de la naturaleza, con el imponente Mirador del Morro de las Salinas ofreciendo una vista indescriptible de acantilados que se elevan a más de 200 metros sobre el nivel del mar. A pocos pasos, el Barranco del Jurado y su playa proporcionan una postal perfecta de belleza natural.
En el corazón de la aldea, una pequeña imagen de la Virgen de Candelaria se erige como símbolo protector de la comunidad. Entre sus calles, algunas casas, con casi un siglo de historia, nos recuerdan los días pasados, cuando este rincón era un refugio de pescadores que hallaban en sus aguas una fuente de sustento y paz.
Reconvertido en lugar de vacaciones
Este encantador pueblo, resguardado y pintoresco, ha permanecido fuera del radar para muchos, pero no para los locales, quienes han sabido transformarlo en un refugio de ocio y descanso. Ya sea durante las vacaciones o los fines de semana, Poris de Candelaria ofrece un espacio natural ideal para relajarse, un paraíso para los amantes de la pesca. Aquí, el mar se convierte en una melodía constante que acompaña el espectáculo visual de las olas rompiendo contra acantilados impresionantes, creando una atmósfera única en toda la costa oeste de la isla.
Las construcciones de este pequeño rincón costero, muchas de ellas con casi un siglo de historia, han sido transformadas en acogedores espacios para el descanso. Algunas de ellas cuentan con lavaderos y barbacoas en sus patios exteriores, mientras que los balcones se adornan con bañadores, toallas y otros detalles que evocan el aire relajado y veraniego de un auténtico refugio costero.
Cómo llegar al Poris de Candelaria
El acceso a este rincón tan apartado ofrece diversas alternativas para quienes deseen descubrir su belleza. Puedes llegar en coche, o bien optar por una caminata a través de una ruta senderista que te permitirá adentrarte en la naturaleza. Para los más aventureros, existe la tentadora opción de llegar por mar, partiendo desde el puerto de Tazacorte. Navegar a lo largo de la costa es una experiencia única, que revela la majestuosidad de este enclave.
Si decides recorrer el trayecto en coche, el viaje comienza en Tijarafe, donde tomarás la carretera LP-1. Un desvío empinado y sinuoso te llevará cuesta abajo, acercándote al mar y a las dos áreas de aparcamiento que sirven al pueblo de Porís de Candelaria. Sin embargo, la conducción por esta ruta requiere cautela, ya que las carreteras son estrechas y las pendientes pronunciadas. El aparcamiento principal, aunque más pequeño, tiene la ventaja de estar a solo cinco minutos a pie de las pintorescas casas del pueblo, lo que lo convierte en una opción conveniente para quienes buscan explorar el lugar sin complicaciones.
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