Turismo
Seis ibones aragoneses que debes visitar si amas el senderismo
Enclavados los Pirineos, los ibones de Aragón combinan paisajes, rutas inolvidables y misteriosas leyendas para todo aventurero
Los ibones son lagos de origen glaciar que se encuentran a gran altitud, rodeados de montañas y grandes paisajes. Su nombre proviene del aragonés "ibón", que significa lago, y son un símbolo de la riqueza natural y cultural de Aragón. Se trata de espejos de agua que han sido testigos de la historia, convirtiéndose en destinos ideales para los amantes del senderismo y la naturaleza.
Más allá de su belleza, los ibones están llenos de misticismo y tradición. Existen leyendas que hablan de princesas moras encantadas, amores imposibles y seres sobrenaturales que habitan sus profundidades. Asimismo, cada ruta ofrece una experiencia distinta, desde senderos accesibles para principiantes, hasta travesías exigentes para montañeros experimentados.
1. Ibón de Anayet
Ubicado en el Valle de Tena, el Ibón de Anayet se encuentra a los pies del pico homónimo, un antiguo volcán que añade un carácter especial al paisaje. La ruta más común parte de Formigal, en un recorrido circular de aproximadamente 10 kilómetros que atraviesa praderas alpinas y ofrece vistas panorámicas del Midi d'Ossau.
2. Ibón de Bachimaña
Situado en las proximidades de Panticosa, el Ibón de Bachimaña se divide en dos: el Bachimaña Bajo y el Bachimaña Alto. La ruta comienza en el Balneario de Panticosa y asciende por el valle del río Caldarés, pasando por cascadas y paisajes de alta montaña. Este ibón es punto de partida para otras rutas hacia los Picos del Infierno y el Gran Facha, siendo un enclave estratégico para montañeros y senderistas.
3. Ibón de Estanés
En la comarca de la Jacetania, el Ibón de Estanés se encuentra rodeado de praderas y bosques, cerca de la frontera con Francia. La ruta desde el refugio de Lizara, atravesando el Valle de los Sarrios, es una de las más bonitas, ofreciendo la posibilidad de avistar fauna local como sarrios y marmotas. La tranquilidad de sus aguas y el entorno natural lo convierten en un destino ideal para los amantes de la naturaleza.
4. Ibón de Cregüeña
Considerado uno de los ibones más grandes del Pirineo aragonés, el Ibón de Cregüeña se sitúa en el Valle de Benasque. La ruta hacia este ibón es exigente, atravesando terrenos rocosos y morrenas glaciares, pero recompensa con vistas impresionantes del macizo de la Maladeta y el Aneto. Es un lugar menos concurrido, ideal para quienes buscan soledad y paisajes prístinos.
5. Ibón de Plan (Basa de la Mora)
Ubicado en el Valle de Gistaín, el Ibón de Plan, también conocido como Basa de la Mora, es famoso por la leyenda que dice que en la noche de San Juan, una princesa mora emerge de sus aguas. La ruta más accesible parte de Saravillo, ascendiendo por una pista forestal hasta el refugio de Lavasar, desde donde un sendero conduce al ibón, rodeado de bosques de pino negro y montañas escarpadas.
6. Ibón de Acherito
Situado en el Valle de Hecho, el Ibón de Acherito es el más occidental del Pirineo aragonés. La ruta comienza en el refugio de Linza y asciende por el barranco de Petrechema, ofreciendo vistas del Pico Acherito y los Alanos. Sus aguas cristalinas y el entorno salvaje lo convierten en un destino perfecto para una jornada de senderismo.
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