
Inseguridad
Dos meses antes del asesinato de Badajoz: fuertes puñetazos en la cara a un cuidador de un centro de menores de Zaragoza
La última dejó "dolorido y tocado emocionalmente" a la víctima

Por el momento no hay que lamentar víctimas mortales, como en el reciente caso de la cuidadora de Badajoz, pero lo cierto es que el día a día en el Centro de Menores de Juslibol, en Zaragoza, sigue siendo complicado y preocupante. Porque no son pocos los episodios de agresiones físicas de sus ocupantes menores contra los trabajadores sociales que, simplemente, intentan hacer su trabajo.
El lado bueno del asunto es que, desde mediados de enero, no hay conocimiento público de agresiones perpetradas por alguno de estos menores internos. La última se produjo a mediados de enero y, lo llamativo para todos es que, según informaron entonces en ‘Hoy Aragón’, fue espontánea y sin conflicto previo, como la mayor parte de estas.
Un último -por el momento- y desagradable capítulo protagonizado por uno de los menores que viven en el centro y su indefenso educador social. Sin mediar palabra y sin motivo que pudiera justificar la agresión de alguna manera, el chaval empezó a propinarle puñetazos en la cara y la cabeza a su cuidador, produciéndole heridas de diferentes consideraciones.
Por lo que trascendió entonces, el educador recibió tal paliza por tratar únicamente de que el menor no rompiera uno de los espejos del centro para emplearlo como arma cortante. Minutos de máxima tensión y terror que compañeros de la víctima aseguran que viven prácticamente todos los días.
"El trato que se nos da en ocasiones es hasta denigrante por no dar importancia a algunas de nuestras lesiones, sobre todo si son psicológicas", explicaron al diario mencionado fuentes próximas al suceso, pues el profesional agredido, dijeron también, estuvo "dolorido y tocado emocionalmente".
La Plataforma para la Defensa de un Convenio Aragonés de Reforma y Protección de Menores lleva tiempo denunciando que los trabajadores de estos centros han caído en el olvido y que "las empresas están más preocupadas por maximizar beneficios que por atender dignamente las situaciones de estrés y violencia en este tipo de trabajos”.
Porque el de Juslibol, como otros muchos centros similares, son de titularidad pública pero de gestión privada contratada por el Gobierno de Aragón. Por ello, sus trabajadores no dejan de dirigir sus reclamaciones a estas empresas subcontratadas, que no protegen y dan seguridad a sus trabajadores. Su pretensión es que no termine ocurriendo un drama tan salvaje como el que ha sucedido en Badajoz, donde sí hay que lamentar la muerte de su educadora social.
Porque nada es imposible. Sobre todo teniendo en cuenta que en este mismo centro de Juslibol se han producido motines de internos de tal envergadura que han hecho acudir hasta sus instalaciones a la mismísima Unidad de Intervención Policial, UIP, de la Policía Nacional. "Es habitual que acudan al centro para mediar en conflictos que ni los educadores sociales ni la seguridad privada pueden resolver porque se acaban yendo de las manos", decían entonces también fuentes sin revelar a ‘Hoy Aragón’.
No se pueden hacer analogías, pero lo cierto es que peticiones como la siguiente pueden ser perfectamente extensibles a todos los profesionales que, en nuestro país, tienen que trabajar con estas condiciones de inseguridad, donde se juegan la vida. “Los menores son cada vez más agresivos, por lo que son necesarias más medidas. A quienes cometen estos hechos les sale muy barato matar”, ha dicho recientemente Sheila Gómez, compañera de la cuidadora de 35 años presuntamente asesinada por los menores a su cargo en Extremadura.
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