Opinión | Méritos e infamias

La mina

"La reapertura de Aznalcóllar se vuelve a colocar encima de la mesa como si no hubiera pasado nada y como si fuéramos lelos sin memoria"

Mina de Aznalcóllar
Mina de Aznalcóllar EP

Hace más de un cuarto de siglo que los andaluces nos enteramos que en Aznalcóllar había una mina y que sus residuos se almacenaban en una balsa. Del resto, cuando los lodos alcanzaron el cauce del Guadiamar y contaminaron el entorno de Doñana nos dio igual, porque la catástrofe inundó todo, hasta la ignorancia. Luego sí alcanzamos a conocer el resto de los trucos, artimañas y timos que le empresa Boliden hiló durante años para que concebir el mayor desastre medioambiental de la Historia de Andalucía. Aquello fue nuestro Chernóbil y los culpables, públicos y privados, se salvaron de las lógicas responsabilidades. Entonces, sin duda, nos sentimos como una suerte de extraña colonia en la que sus habitantes no tuvieron ni el derecho a explicaciones claras y convincentes. Sucedió en los tiempos gloriosos de Manuel Chaves, cuando el PSOE arrasaba, y no hubo depuraciones políticas.

Ahora el debate sobre la reapertura de la mina se vuelve a colocar encima de la mesa como si no hubiera pasado nada y como si fuéramos lelos sin memoria. Durante meses e inclusos años, aquel PP que no ganaba nada responsabilizó a los socialistas de compartir la culpa con la minera al permitir la peligrosas de los residuos. Lo hacía desde todos los flancos, con una severidad absoluta y bien que les aplaudían los andaluces.

Casi 30 años después, vuelve a abrirse la mina con todas las medidas de seguridad resueltas. Las mismas que no funcionaron entonces, las mismas que nadie supo controlar y que parecían infalibles. No es de extrañar, una empresa existe para ganar dinero, pero la Junta, por mucha seguridad que digan, no puede transigir con un proyecto que levanta tantas ampollas y rechazo en la población andaluza. Entiendo que en la Junta saben que si la planta abre no contarán con el apoyo de una mayoría que no quiere otro desastre como el de 1998 y un trato para nuestra tierra al nivel del África belga. Los ecologistas ya han anunciado que los informes no son concluyentes, que existe riesgo y que no tiene sentido defender este modelo de industria.