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Retirada militar

El último avión de EE UU despega de Kabul y pone fin a 20 años de guerra en Afganistán

Las tropas norteamericanas completan, entre una lluvia de cohetes del ISIS, la evacuación de más de 120.000 civiles antes de que venza el plazo dado por los talibanes

EE UU ponía fin a veinte años de guerra en Afganistán, la más larga de toda su historia, 12 horas antes de la fecha límite. El Pentágono confirmaba que el último avión del ejército de EEUU había despegado desde el aeropuerto de Kabul a las 15:39h de Washington, iniciada ya la madrugada del 31 de agosto en la capital afgana.

“Estoy aquí para anunciar la finalización de nuestra misión en Afganistán”, confirmaba por videoconferencia desde el Pentágono el general de la Infantería Marina de EEUU, Kenneth McKenzie. “La fase militar se ha terminado, pero la etapa diplomática acaba de empezar”, añadía McKenzie, reconociendo que cientos de estadounidenses y miles de afganos se quedaban a las puertas de la evacuación.

La histórica retirada de las tropas de EEUU se veía empañada por el rápido colapso del gobierno afgano tras la inesperada invasión talibán y, como consecuencia, la estrepitosa salida de Kabul forzando la evacuación de cientos de miles de personas en tiempo récord.

Veinte años, cuatro presidentes, dos billones de dólares y 2.300 soldados muertos en combate después, EE UU ponía punto y final al conflicto bélico más prolongado de su historia.

“Lo llevaré conmigo, igual que mis compañeros, por el resto de mi vida”. Emocionado, con los ojos llorosos y recordando su propia experiencia y la de su hijo (también militar) en esta histórica misión, McKinzie dedicaba las palabras más destacadas de su discurso del fin de la guerra a los 13 soldados asesinados en el ataque suicida de la semana pasada.

El Pentágono confirmaba también que en las dos últimas semanas, desde el pasado 14 de agosto, EEUU ha evacuado a más de 223.000 personas de Afganistán. Cerca de 250.000 en total, en su mayoría afganos, con ayuda de sus aliados internacionales. El mayor desafío desde el punto de vista del operativo militar de emergencia, según reconocía el propio presidente Biden, para evacuar al mayor número de personas en el menor tiempo posible al que se han enfrentado los países implicados.

A menos de 24 horas para que se diera por concluida la misión militar de operación salida de Afganistán, y todavía con las labores de evacuación de estadounidenses y afganos en marcha, EEUU interceptó cinco cohetes lanzados por el Estado Islámico en los alrededores del Aeropuerto Internacional Hamid Karzai de la capital afgana.

Ataque reivindicado por la filial afgana del grupo terrorista, cuya fuerte explosión afectó a un barrio residencial cercano a las instalaciones aeroportuarias, aunque el Pentágono no confirmó ninguna víctima mortal y las evacuaciones aéreas de los C-17 del ejército de EEUU continuaron, sin descanso, durante la última jornada de rescate.

Medios afganos confirmaron que el ataque se lanzó, durante la madrugada del domingo, desde la parte trasera de un vehículo y, según la agencia de noticias Pajhwok, varios cohetes impactaron en diferentes zonas de la capital afgana.

La ofensiva de la Administración Biden respondía al monitoreo de posibles nuevos ataques, confirmados por los servicios de inteligencia, a pocas horas de la salida permanente de sus tropas. Y después de que el jueves de la semana pasada el Estado Islámico provocara un devastador atentado suicida contra miles de personas que se aglomeraban en una de las entradas principales del aeropuerto desde el que se están efectuando las evacuaciones de emergencia.

Atentado terrorista que dejó un terrible balance de 13 soldados estadounidenses y 170 afganos muertos, además de cientos de heridos. El aeropuerto ha sido testigo del caos provocado por el cuello de botella de las cientos de miles de personas que han tratado de huir desesperadamente del dominio talibán, después de dos décadas de presencia militar estadounidense en el país tras los atentados de Al Qaeda del 11-S.

Los talibanes reforzaban el cordón de seguridad del aeropuerto de la capital tras el ataque suicida, con presencia de soldados combatientes hasta la última valla de acceso.

Pero el temor a nuevas amenazas terroristas a las que se enfrenta el mundo, bajo el dominio talibán en Afganistán, así como la preocupación por atender a decenas de miles de refugiados afganos que tratan de huir del país tras el plazo delimitado para la salida del ejército de EEUU, marcan una nueva etapa de preocupación general más allá del fin del conflicto bélico.

Con la finalidad de abordar esos y otros temas relacionados con la caótica situación en Afganistán, el Consejo de Seguridad de la ONU celebraba una reunión de urgencia el lunes para alcanzar consenso internacional en la creación de una “zona segura” en el país afgano, a petición de París y Londres, que permita coordinar futuras evacuaciones y garantice la salida de todo el que lo desee más allá del 31 de agosto.

El portavoz del los talibanes, Suhail Shaheen, aseguró el domingo no ser necesaria una zona segura en Afganistán porque los afganos podrán viajar al exterior si así lo desean, a partir de la fecha límite de la presencia militar extranjera. “No es necesario, Afganistán es un país independiente. ¿Se podría crear una zona así en Francia o en Reino Unido?”, preguntó retóricamente el portavoz talibán.

El pasado 24 de agosto, el presidente Joe Biden convocó una “reunión especial” de urgencia con el G7 para abordar la compleja situación de crisis en Afganistán y coordinar un “enfoque unificado” entre las potencias. Uno de los grandes desafíos que planteó el encuentro fueron las diversas postura adoptadas por los países, en función de sus intereses.

El consenso entre los países occidentales frente a la gestión de la dramática situación de la invasión talibán en Afganistán chocó con la postura de China, Rusia, Turquía e Irán de abogar por mantener “relaciones amistosas” con los talibanes.

Evitar que se produjeran más bajas entre sus filas ha sido una de las prioridades de Biden como comandante en jefe de las fuerzas armadas en la fase final de la salida de tropas estadounidenses de Kabul, manteniéndose firme en la decisión de no prolongar por más tiempo la permanencia de las tropas de EEUU en Afganistán, a pesar de la presión de la comunidad internacional para que lo hiciera.

El presidente de EEUU, que sorprendentemente delegó en el coronel McKinzie la responsabilidad de dar a conocer la noticia del fin de la guerra, cree que a EEUU le ha costado mucho dinero y vidas su presencia militar en Afganistán, la de al menos 2.300 soldados estadounidense a servicio de veinte años de guerra, y afirmó no querer cederle esa gran responsabilidad a su antecesor.

Pero ni Biden ni los países aliados, así como tampoco los servicios secretos ni los mayores expertos, pudieron prever las catastróficas consecuencias de la retirada definitiva de tropas, negociada por Donald Trump directamente con los talibanes en febrero de 2020. En apenas unas semanas, los insurgentes tomaron el control absoluto del país, contra todo pronóstico y casi sin emplear la violencia, imponiendo el dominio en las principales capitales de provincial afganas en cuestión de días.

Joe Biden se veía obligado a recular en la recta final del conflicto, reforzando la presencia militar en Afganistán con el envío de cerca de 6.000 soldados más en las últimas dos semanas y poder efectuar así la labor de evacuación de cientos de miles de personas, a contrarreloj, en la mayor operación militar de estas características en la historia de la humanidad.