Madrid
Cómo vender bien la burra
El burro ha pasado de ser una especie al borde de la extinción a ganar valor por sus múltiples utilidades desde la prevención de incendios hasta protector de ganado ante posibles depredadores o ayudante en clases de yoga.
Son nuevos trabajos más allá de la etiqueta de animal de carga, que dan mayor visibilidad al "Equus asinus", una especie que acompaña al ser humano desde hace al menos 5.000 años y que hoy está presente prácticamente en todas las autonomías, según constatan varias asociaciones consultadas por EFEverde.
Pese a que su cabaña sufrió un drástico recorte tras la guerra civil, hoy día goza de buena salud ya que, según el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, existen seis razas autóctonas: Andaluza, Asno de las Encartaciones, Balear, Catalana, Majorera y Zamorano-Leonés, a las que se podría sumar una séptima que está intentando ser recuperada en Galicia, la Fariñeira.
"Nos sirvieron de alimento, transportaron a la batalla los bagajes de los ejércitos, embellecieron con su leche el cutis de damas egipcias y romanas y trabajaron, día a día, con los campesinos", recuerda el presidente de la asociación Burrito Feliz, Luis Manuel Bejarano.
Así, en las inmediaciones del Parque Nacional de Doñana, los burros trabajan como "desbrozadoras naturales"que sustituyen a las mecánicas e incluso a los herbicidas químicos empleados para "devorar"los pastos secos que constituyen riesgo de incendio.
Otra ventaja de esta cuadrilla antiincendios es que, dada su actividad silenciosa, no molestan a los linces ibéricos, especialmente durante su actividad reproductora en zonas del preparque.
Además, los asnos tienen otras habilidades, como la de ser estupendos vigilantes de rebaños, ya que se percatan antes que ningún otro animal de la presencia de depredadores como el lobo, que pueden atacar a las reses.
"Lo mejor es introducirlos junto al ganado cuando son jóvenes, para que sientan al rebaño como suyo", señala Cristina Armestos, socia de la ganadería ecológica Casa Grande de Xanceda, pionera de esta práctica y que hoy día sigue dando buenos resultados.
Esta ganadería gallega certifica la eficiente vigilancia: "No hemos vuelto a tener ningún ataque"desde 2008, "cuando el lobo mató 14 vacas adultas y produjo heridas y estrés en el resto del ganado".
La iniciativa también se prueba en Castilla y León dentro del proyecto europeo WOLF (Wild Life and Farmers), en busca de un equilibrio entre vida salvaje y agroganadería.
El secretario de la Asociación Nacional de Criadores de la Raza Asnal Zamorana-Leonesa, Jesús de Gabriel Pérez, se muestra más cauto y explica que aún no puede garantizarse con total certeza que una burra "infiltrada"reduzca o haga desaparecer los ataques.
A fin de establecer una pautas de manejo adecuadas para cada tipo de ganadería, esta asociación ha emprendido un proyecto piloto en una docena de explotaciones que permita elaborar una guía metodológica para ganaderos.
La convivencia con otros animales es una idea importada de Namibia, donde los asnos jóvenes se encargan de proteger las reses del ataque de leopardos y guepardos, aunque también se emplea en Suiza, según relata Bejarano.
"Las burras hembras son terriblemente protectoras con las vacas, a las que toman como parte de su familia. Eso les lleva a ser muy agresivas con los lobos que se acercan a las explotaciones..., los reciben con rebuznos, golpes y patadas", afirma.
La asinoterapia se encuentra también entre las nuevas ocupaciones de la especie: su carácter sociable y tranquilo permite, según los médicos, terapias con personas discapacitadas.
Esta habilidad ha inspirado a Olga Moon, profesora de yoga, para iniciar en agosto un proyecto en el que colaborará la Asociación Burrito Feliz.
"Ya hay mucha gente interesada en apuntarse", incluyendo un monje budista de Sri-Lanka, porque "tocando y abrazando a estos animales nos sentimos mejor y obtenemos sensaciones muy relajantes", asegura Moon.
Estas nuevas facetas contribuyen, según la Asociación Amigos del Burro, a impulsar la protección de esta especie aunque Bejarano es tajante: "debe volver a la agricultura, al trabajo comedido dentro de la lógica de su capacidad de esfuerzo"y concluye que "hay que normalizar su presencia entre nosotros, como hace miles de años".
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