Nando Salvá
«Mindhunter»: Los hombres que hablaban con los asesinos en serie
La primera temporada de la ficción producida por el afamado director David Fincher resultó ser fascinante. La segunda lo es todavía más
Aunque oficialmente su creador es el dramaturgo británico Joe Penhall –que además fue el principal guionista de la primera temporada–, «Mindhunter» en realidad surgió gracias a Charlize Theron, que consiguió que David Fincher produjera el proyecto.
Aunque oficialmente su creador es el dramaturgo británico Joe Penhall –que además fue el principal guionista de la primera temporada–, «Mindhunter» en realidad surgió gracias a Charlize Theron, que consiguió que David Fincher produjera el proyecto. A través de películas como «Seven» (1995), «Zodiac» (2007), «Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres» (2011) y «Perdida» (2014), recordemos, Fincher había actualizado el género criminal en buena medida gracias a su atención obsesiva a los pormenores de asesinatos atroces, y desde el principio moldeó la serie de acuerdo a su sensibilidad.
En todo caso, «Mindhunter» ni posee el gore bíblico de «Seven» ni rezuma la angustia existencial de «Zodiac». En lugar de eso, es el retrato de los agentes del FBI que, a lo largo de los 70 y 80, fueron pioneros en el entonces controvertido campo de la perfilación criminal. De hecho, su fuente de inspiración primordial son las memorias del perfilador John Douglas, que fue quien primero empezó a recopilar entrevistas con asesinos que ya estaban tras las rejas para tratar de entender mejor a los que seguían en libertad y matando; la estrategia de la serie, pues, es infiltrar a sus ficticios protagonistas en medio de algunos de los crímenes más famosos de la historia. Y la nueva temporada, en concreto, traslada a estos investigadores a principios de los 80, enviándolos por un lado a varias cárceles para obtener información sobre el estrangulador BTK y poniéndolos a tratar de resolver una ola de crímenes conocida como los asesinatos de niños de Atlanta, que causó las muertes de al menos 25 menores negros entre 1979 y 1981 y aterrorizó a toda la ciudad de Atlanta.
Lo que principalmente diferencia «Mindhunter» de otras intrigas sobre asesinos en serie es que nunca muestra los asesinatos. Vemos a muchos hombres famosos por cometerlos, sí, pero la mayoría están en la cárcel y la principal estrategia de la serie es hablar con ellos y sugestionarlos para que revelen sus secretos. Es una ficción sobre el poder de las palabras, las historias y los recuerdos enrolada en un género que casi siempre se centra en la violencia. Resumidos en las tres frases inmediatamente previas sus episodios pueden parecer un sopor, pero la sucesión de charlas –secundada por un estilo visual gélido y diáfano– resulta increíblemente absorbente. Hay un viejo dicho sobre las películas de terror según el cual lo que no vemos a menudo es más aterrador que lo que vemos, y «Mindhunter» demuestra cuánta verdad hay en él mediante una cuidadosa selección de planos y de perspectivas narrativas, varias interpretaciones espectaculares y diálogos exquisitamente escritos.
La nueva temporada es más ambiciosa que su predecesora de varias maneras. En primer lugar, incluye más apariciones de reos famosos, entre las que destacan la de David Berkowitz y, cómo no, Charles Manson. Pero el aspecto en el que más claros quedan los progresos de la serie es su complejidad temática. Si la primera tanda de episodios trataba de acercarse a la verdad, la segunda asume que las certezas no existen y que las dudas siempre prevalecen. Dudas sobre si el asesino ha logrado escapar, sobre si podemos llegar a conocer a nuestros colegas de trabajo o incluso a nuestros hijos, y sobre si podemos estar seguros de cuál es la distancia que nos separa del lado oscuro.
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