Valencia
Un toro y tres toreros
Ureña y Román salen a hombros con una muy seria corrida de Algarra
Tal día como ayer, hace un cuarto de siglo, esta misma plaza de Valencia era escenario de un hecho histórico: el indulto de «Gitanito» a manos de Dámaso González. Era el primer toro al que se perdonaba la vida en un coso de primera. Y si en 1993 el 28 de julio se lidió un encierro de Torrestrella, ahora le tocó a Luis Algarra poner la base. Se le dio la vuelta al ruedo al quinto, toro que exigió mucho y no se entregó fácilmente. Homenaje también a «Gitanito». Ninguno de los corridos, todos de muy serio comportamiento, llegó a hacer olvidar al ya mítico toro de Torrestrella pero los dos diestros actuantes sí que estuvieron a la altura de aquel gran Dámaso.
La Diputación entregó una placa conmemorativa a Álvaro Domecq Romero y la gente ovacionó a los diestros tras romperse el paseíllo. También hubo ovación para el primer toro, serio y guapo, cuando se hizo presente en el ruedo y para Ureña por los delantales con que le saludó. La cosa pintaba bien.
Luego el animal dio que hacer. Costó lo suyo poner en suerte en el primer tercio y esperó en banderillas. Ureña, muy valiente y dispuesto, se echó enseguida la muleta a la izquierda. El toro se tragaba un muletazo, dos si acaso, pero al tercero se orientaba. Por el pitón derecho fue más claro y por ese lado sacó dos tandas con empaque y verdad.
Dos veces se le coló de salida el tercero a Ureña, pero embistió luego con fijeza en el inicio de faena. Le dio sitio citó de lejos. Muy cruzado en todo momento el torero, con extraordinaria fijeza el toro. Humillado siempre, con tanta nobleza como brío, a pesar de que no anduvo sobrado de fuerza y permitiendo que su matador se luciese en naturales largos y limpios en una faena muy medida y completa que, incomprensiblemente, no fue premiada al rematarla con una muy eficaz estocada.
Tiró sin puntilla Ureña al quinto, toro que empujó en varas pero que en la muleta cabeceó con cierta violencia, obligando al murciano a estar muy firme y concentrado. No tuvo dudas, desde luego, y derrochó valor y casta en un quehacer emocionante y sincero en el que dejó otra colección de naturales interminables e impecables
Blandeó de salida el segundo, al que se cuidó mucho en varas. Muy arreado desde el primer momento, Román embarcó enseguida las embestidas luciendo al torear en redondo con mando y mano baja. Al natural la cosa ya fue distinta. El toro se vencía por ese lado y un desarme pareció poner en jaque la faena. Román insistió, con raza, por ese lado y acabó llevándose una voltereta de infarto. Se levantó sin mirarse y siguió toreando con la zurda hasta macizar una labor tan valiente como entregada que le valió una oreja tras una muy eficaz estocada.
Empujó en el peto el engatillado y hondo cuarto, con el que compitieron en quietes los dos matadores y entusiasmaron poniendo banderillas Raúl Martí y El Sirio. En el último tercio la cosa cambió y el de Benimaclet se jugo el tipo ante un toro sin entrega y con peligro en un arrimón metido entre los pitones.
No quiso irse Román andando y lo dio todo con el sexto, llevándose ya un susto al recibirle a porta gayola. También de rodillas inició su tercera faena. Le molestó ahora, encima, el viento, pero tampoco fue obstáculo para él, que se arrimó como un desesperado, jugándose el todo por el todo, aguantando arreones y atragantones en una labor que puso la piel de gallina por su valor y sinceridad, teniendo finalmente el premio buscado y merecido.
Ficha del festejo:
Valencia, 28 de julio. Tercera de feria. Media entrada.
Toros de Luis Algarra, bien presentados y muy exigentes. El quinto fue premiado con la vuelta al ruedo
Paco Ureña (de coral y oro), entera, oreja; entera, vuelta al ruedo con bronca al presidente; entera, dos orejas.
Román (de perla y plata), entera, oreja; entera, ovación; pinchazo y estocada, oreja.
De las cuadrillas destacaron Raúl Martí y El Sirio.
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