Sevilla
Un paso más de Jiménez al filo de la navaja
El torero resultó cogido de manera espectacular por el sexto con el que cerró una seria actuación
El torero resultó cogido de manera espectacular por el sexto con el que cerró una seria actuación
Sevilla. Primera de la Feria de San Miguel. Se lidiaron toros de Alcurrucén. 1, reservón y de media arrancada sin entrega; 2, deslucido y de media arrancada sin entrega; 3, de buen juego y honda arrancada; 4, deslucido; 5, a menos, desigual y sin entrega; 6, sobrero de El Tajo, deslucido. Lleno aparente.
Morante de la Puebla, de lila y azabache, media, estocada corta fulminante (saludos); estocada corta, tres descabellos (silencio).
Paco Ureña, de rosa y oro, tres pinchazos, estocada, aviso, dos descabellos (silencio); media estocAda trasera (saludos).
Javier Jiménez, de blanco y oro, estocada corta, estocada caída (vuelta al ruedo); dos pinchazos (saludos).
Apenas nada fue lo que parecía, lo que tenía que ser, lo que estaba previsto. Se anunciaba Morante con Roca Rey y Manuel Escribano en la primera de la Feria de San Miguel. Dos de tres se cayeron del cartel. Heridos, de distinta manera, pero con la dureza y la factura de cuando un toro se lleva por delante todo. A Escribano se lo arrancó (femoral y safena) un animal en Alicante a finales de junio y aunque le vemos por las plazas, está lejos de los ruedos. Al otro lado del gran charco apura Roca Rey una recuperación de la cabeza con todas sus complicaciones. Hicieron el paseíllo Paco Ureña y Javier Jiménez. Méritos propios avalaban las sustituciones. La corrida de Alcurrucén no estuvo a la altura de las circunstancias, de haberlas, y ya en sexto lugar saltó al ruedo un sobrero de El Tajo, propiedad del torero retirado Joselito. Depositamos las últimas esperanzas. Era el segundo toro de Javier Jiménez y a él había ido a parar en primera instancia el único alcurrucén que se movió con profundidad y queriendo. Tercero de la tarde. Si la espada hubiera entrado a la primera hubiera cortado trofeo. Dio una vuelta al ruedo después de una faena bien estructurada, armoniosa, resuelta por ambos pitones con entrega y buen aire. Hubo relajo y verdad aunque quizá faltó esa chispa que prende un punto más allá. El de El Tajo, que salió en sexto lugar, remendaba la corrida. El titular fue para atrás y éste para adelante. Quitó Morante por chicuelinas, no fueron fáciles, se metía el toro por dentro sobre todo por el derecho y replicó Javier Jiménez por delantales. Había, hubo, ese momento de emoción que genera la incertidumbre, el saber que justo ahí puede cambiar la tarde. Tuvo nobleza el animal pero le faltó empujar en la muleta y según avanzaba la historia se tapaba más el toro, a la espera. Así era difícil hacer más creíble la faena a la vuelta de la infinita voluntad del torero. Nos aprisionó el estómago de golpe, qué golpe, con un susto del carajo cuando el toro le cogió y de qué manera. Manos y piernas deambulaban en el aire y en direcciones opuestas. Dura. Una más. En las antípodas de pensárselo volvió al toro íntegro de valor, pero nada quedaba más que jugársela ante la ya rácana embestida del toro que dudaba entre tela o torero. Digno Javier Jiménez.
Ureña se estrelló con un lote de pocas opciones. Y la largura del trasteo no acababa de sumar a pesar de que se dio por completo. Deslucidos los de Alcurrucén.
Morante se fajó con el primero, paradote y de media arrancada. Le cundió el desánimo después con un cuarto de pocos mimbres. Y menos deseos. Cerraba así su año maestrante Morante.
Apenas nada fue lo que parecía, lo que debía, pero así fue. A Javier Jiménez a punto estuvo de salirle demasiado cara la tarde, al filo de la navaja logró dar un paso más. Espesa corrida, calurosa y con poco que rascar.
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