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Ferias taurinas

Plato fuerte para empezar

Juan Bautista y Escribano abren la puerta grande ante una interesante corrida de Adolfo Martín.

Juan Bautista y Manuel Escribano, saliendo a hombros en Alicante larazon

Juan Bautista y Escribano abren la puerta grande ante una interesante corrida de Adolfo Martín.

Alicante. Primera de feria. Se lidiaron toros de Adolfo Martín, desiguales de presencia y juego, destacando el 3º y el 5º. Un cuarto de entrada.

Rafaelillo de negro y oro, pinchazo, estocada y cuatro descabellos (silencio); dos pinchazos, entera, aviso, cinco descabellos (ovación).

Juan Bautista de turquesa y oro, entera (oreja); media, entera (oreja).

Manuel Escribano, de pavo y oro, entera caída (oreja); entera (oreja).

De las cuadrillas destacaron Álvaro Oliver y César Fernández.

Tras el aperitivo que, en forma de clases prácticas sin picadores, se vivieron lunes y martes, y que tan bien sirvieron para preparar el paladar de los aficionados, el abono se abrió con un plato fuerte: los toros de Adolfo Martín. Un encierro muy en el tipo de la ganadería, desigual de presencia pero con su seriedad, sin exceso de peso y de juego no siempre agradable para los toreros. Toros que el aficionado valora pero que para el matador a veces no son plato de gusto.

Corretón de salida, siempre suelto de los capotes que le salieron al paso, el primero tampoco estuvo sobrado de fuerza, aunque empujó con ganas en el peto. Evidenció peligro pronto por el pitón izquierdo y enseguida también por el derecho. Macheteó por bajo Rafaelillo tras su brindis al cielo y su táctica dio resultado, poniéndose el toro un poco más a modo, si bien por el pitón zurdo siguió echando la cara arriba y revolviéndose con presteza. Insistió, muy valiente, el murciano en un ejercicio de pundonor y profesionalidad que emborronó con el verduguillo. También derrochó valor, ganas y testosterona con el grandón cuarto, renuente y sin entrega, pendiente de un torero que le fue robando los muletazos que tuvo, aunque no siempre fueron completos, pero ya tuvo mérito el hacerlo. Pero volvió a matar mal.

Se lució Juan Bautista al veroniquear al vareado segundo y con las chicuelinas con que le llevó al caballo, desde donde El Puchano le dio lo suyo en un buen puyazo. Tuvo el astado, sin embargo, cierta claridad en el último tercio y permitió a su matador torear con temple y cadencia en redondo. Hubo también un único natural larguísimo en un quehacer que remató con un estoconazo que tiró a su oponente sin puntilla y le valió la primera oreja del abono.

Redondeó su triunfo en su segundo turno. Volvió a estirarse al torear de capa al quinto, que fue dos veces al peto y esperó en banderillas, enseñándole los subalternos cosas que no debía. Bautista manejó con poder y buena técnica su pequeña muleta, toreando con gusto y templanza en un quehacer siempre a más y en el siempre llevó el mando y dejó los mejores naturales de la función.

Tuvo que saludar Escribano al finalizar el minuto de silencio en homenaje a Fandiño y se las vio luego con un primer oponente serio y con volumen con el que se hizo aplaudir al torear de capa. Banderilleó con facilidad y brindó la muerte de su primer toro al equipo médico que le atendió hace un año tras una gravísima cornada ante un astado de esta misma ganadería. No acabó de aclararse al torear a un animal que tuvo nobleza y embestía humillado, arrastrando el morro por el suelo. Lo vio más claro al natural, pero ahora fue el toro que comenzó a perder fuelle, teniendo que tirar de cercanía para amarrar una oreja que se le concedió pese a lo defectuoso de su estocada.

El cornalón que cerró plaza, con chispa y raza, también empujó en varas y le puso en apuros en el segundo tercio. Luego no siempre pudo con él, en una labor un poco a saltos pero siempre de mucha voluntad y a favor de un público que le procuró la puerta grande al matar con eficacia.