La Rioja
Oreja por coleta en el cierre del zapato de oro
Rafael González, Francisco de Manuel y Manuel Diosleguarde lidiaron un encierro con matices de Fernando Peña y cortaron una oreja cada uno en la última novillada de la feria Zapato de Oro 2018
FICHA
Plaza de toros de Arnedo (La Rioja). Quinta y última novillada de la feria Zapato de Oro. Se lidiaron novillos de Fernando Peña, desiguales de presentación y juego. El 1º, noble pero justo de fuerzas; el 2º, encastado que se raja pronto; el 3º, noble pero sin entrega; el 4º, encastado pero de corto recorrido; el 5º, manejable y a menos; y el 6º, deslucido.
Rafael González, de azul marino y oro, tres pinchazos, estocada (silencio); estocada (oreja con leve petición de la segunda).
Francisco de Manuel, de nazareno y oro, pinchazo, estocada (oreja); pinchazo, casi media (silencio).
Manuel Diosleguarde, de azul noche y oro, estocada casi entera (oreja); estocada (ovación).
Con un bonito galleo con el capote a la espalda llevó Rafael González a su primero al caballo. El novillo fue un animal bien hecho, musculado aunque justito de cara. Brindó al público una faena larga y pesada en ocasiones. Lo mejor tuvo lugar con la mano diestra. En el prólogo lo tanteó con ayudados por alto, sorprendiendo con un pase cambiador la espalda, y cerró la faena con una serie de manoletinas. Pinchó en reiteradas ocasiones. Con más casta saltó al ruedo el cuarto de Peña, que lo recibió con un vistoso ramillete de capotazos. Muy dispuesto anduvo el novillero en todo momento, buscando y rebuscando la emoción del toreo. Alternó verónicas, gaoneras y afarolados rematados luego con una bonita revolera en el saludo. Quitó tras el encuentro con el caballo por gaoneras. Muy en novillero estuvo González, con ganas y aptitud. De rodillas, y con la muleta en la mano derecha, sacó varios muletazos importantes, pero se quedó corto el animal y no remató bien la serie. Volvió de nuevo. Repitió suerte. Y esta vez sí que levantó a la afición. Sublime este nuevo intento. Tenía calidad el de Fernando Peña, que embestía con entrega y emoción. Por ambos pitones lo sometió, sacando muletazos intensos, pero le desarmó los trastos en numerosas ocasiones y la faena se fue diluyendo. Finalizó entre los pitones, en las cercanías, y tras una estocada arriba paseó una oreja.
Otra oreja cortó Francisco de Manuel en el segundo, su primero. Se arrancó de largo en el capote, metiendo la cara con entrega. Brindó al público una faena de muleta en la que conjugó el toreo en redondo con el toreo al natural, destacando muletazos sueltos de gran calado, por bajo, con la figura encajada. El novillo embistió con fuerza, pero pronto se rajó e imposibilitó que la faena cogiese mayor profundidad. De Manuel estuvo muy por encima del animal, con firmeza y mando. Mató de una estocada fulminante tras un pinchazo. Peor suerte tuvo en el quinto, un novillo manejable al que banderilleó el propio novillero. Los muletazos con mayor transmisión se produjeron en el toreo en redondo, con la mano diestra. Menor acople hubo con la izquierda y la faena perdió intensidad.
Genuflexo, con la rodilla clavada en la arena le mostró al tercero la franela Manuel Diosleguarde, que fue finalista del Zapato de Plata 2018 también de Arnedo. Un inicio muy torero, de corte clásico y elegante. Con la mano diestra optó al principio y el noble novillo tomó los vuelos con entrega y calidad, pero la profundidad del toreo llegó cuando cogió el joven salmantino el estaquillador con la izquierda y al natural extrajo muletazos de gran expresión, enroscándoselos a la cintura y llevándolos hasta atrás. Se cruzó y pisó los terrenos con firmeza, entregado y exponiendo la femoral al servicio de la verdad del toreo, sin mentiras. El novillo se apocaba en las cercanías y algunas tandas se diluían en intensidad, pero Diosleguarde supo administrar sus cualidades. Cerró por manoletinas y de una estocada precisa hizo rodar al novillo al instante. Poco pudo hacer en el sexto con un novillo deslucido y sin entrega, que se lastimó en el caballo los cuartos traseros y tuvo que sujetarlo con sutileza para que no perdiese las manos. Lo intentó, pero ahí no había posibilidad de que el animal embistiese con la más mínima entrega. Le costaba un mundo tomar los vuelos, y cuando lo hacía, se derrumbaba. Se mostró dispuesto y, a base de tesón y ganas, dibujó algún natural suelto de gran trazo.
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