Ferias taurinas
Más toreros para Albacete
Albacete. 9 de septiembre. Segunda de feria. Media entrada. Cuatro novillos de El Cortijillo y dos, tercero y quinto, de Hnos. Lozano. Muy bien presentados y con mucho que torear.
Mario Sotos (de purísima y plata), bajonazo, silencio; cuatro pinchazos, entera y descabello, y ovación con aviso.
Diego Carretero (de topo y oro), estocada y nueve descabello, ovación con aviso,entera y dos descabello, ovación.
Cristian Pérez (de azul noche y oro), entera, ovación tras aviso; media, oreja. Debutó con picadores.
De las cuadrillas destacaron Ismael Pastor y Palomeque.
De siempre ha sido Albacete tierra de toreros. Alrededor de 250 censaba a mediados del siglo XX -el dato es de Fernando Claramunt, luego muy fiable- y el rol sigue aumentando. Para dejar constancia de esto, ayer fueron tres los novilleros locales los protagonistas de la segunda función del abono albacetense.
Uno de ellos, Cristian Pérez, debutaba con picadores y fue el consiguió la única oreja concedida. Fue tras acabar con el sexto, un toro (por hechuras y aspecto) con el que puso a la plaza en pie al instrumentar unos ceñidísimos pases cambiados por la espalda para empezar su labor. El astado se quiso comer siempre la muleta y el novillero, todo ganas, no siempre acertó a estar bien colocado por lo que se llevó un aparatoso revolcón, levantándose como si tal cosa y volviendo a jugarse el tipo ante la cara del animal, al que pasaportó con eficacia de una media lagartijera que le valió ese premio. Mal picado y banderilleado con dificultades, su primero llegó acometedor al último tercio sin que el novel novillero hellinense hallase la fórmula para acoplarse con él en un trasteo bastante ecléctico pero valiente y entregado.
Tampoco hubiese sido extraño que su paisano Diego Carretero hubiese tocado pelo, pero su sainete con el verduguillo echó por tierra tal posibilidad y arruinó una faena muy templada y limpia en la que dejó varias tandas de excelente trazo. No volvió la cara con el más picante quinto, al que buscó las vueltas para someterle pero sin conseguir ora cosa que dejar patentes su buenas maneras y sus ganas.
También Mario Sotos podría haber paseado una oreja del cuarto de no haber fallado con el estoque tras un trasteo recio y sólido ante un novillo pronto y con movilidad. Con su primero no acertó con las distancias -el astado no aceptaba la cercanía y él anduvo siempre muy encima- y, para colmo, mató mal.
No lo tuvieron fácil para nada. El encierro de El Cortijillo, remendado con dos ejemplares de Hermanos Lozano -muy bien presentado, serio, lustroso y cuajado- no fue una perita en dulce y sí que tuvo mucho que torear, pidiendo manos expertas y con más rodaje. Pero los tres actuantes ayer, cada uno con su personalidad y cualidades propias, demostraron que quieren ser toreros y merecen ser tenidos en cuenta.
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