Alicante
La verdadera manifestación
Alicante. Cuarta de la Feria de Hogueras. Se lidiaron toros de Daniel Ruiz, desiguales de presentación y justos de fuerza. Lleno.
Morante de la Puebla, de negro y azabache, entera (pitos); y pinchazo, entera, aviso (ovación).
El Juli, de nazareno y oro, pinchazo, estocada, aviso (oreja); y pinchazo, casi entera, (oreja).
Alejandro Talavante, de azul noche y oro, entera, aviso (oreja); y estocada entera (oreja).
Al romperse el paseíllo, un grupo de aficionados y gente de la Escuela Taurina local, a falta de permiso municipal para manifestarse, lució una pancarta en la que se pedía respeto para la tauromaquia y que no se cierre este centro. Pero la verdadera manifestación de apoyo a la Fiesta la protagonizó la gente que llenó el coso. Así es como se demuestran el poder y la fuerza de este espectáculo con el que no van a poder las ideas descabelladas de un grupo de políticos incultos e insensibles con una de las más recias manifestaciones de nuestra cultura.
Y otra manifestación de poder fue la de El Juli, a quien a punto estuvo de llevarse por delante el segundo toro. Rebrincado y calamocheando no se entregó por las buenas ni enseguida. Pero a base de mando, firmeza y mano baja, el madrileño fue corrigiendo aquellos defectos y acabó apurándole de cabo a rabo, acabando con un arrimón tremendo. Sólo el que se amorcillase su oponente y tardase en doblar le privó ya de la puerta grande al acabar su primer turno.
Se hizo ovacionar al quitar por lopecinas al quinto, otro ejemplar acometedor y con clase, embistiendo humillado y yendo siempre muy largo. Y aunque abusó en ocasiones de desplazarlo hacia afuera, su poderío y capacidad volvieron a quedar patentes en otro quehacer en el que exprimió hasta el último pase que tuvo su oponente. Gustarán más o menos sus formas, un tanto barrocas a veces, pero son innegables su talla de gran lidiador y su enorme fondo.
El tercero se dejó pegar sin mucha entrega en el caballo y Talavante, muy entonado y en forma, le fue metiendo en vereda poco a poco, sin acabar de estar convencidos ni el uno ni el otro al principio y mucho más sincronizados conforme avanzaba un trasteo a más y que ganó intensidad cuando el extremeño acortó distancias, convenciendo definitivamente a la parroquia con las manoletinas finales.
Un pase cambiado por la espalda y de rodillas fue el detonante para que su faena al sexto explotase nada más comenzar, siendo su mayor dificultad el evitar que el toro se le fuese rajado a tablas, buscando a cualquier precio la oreja que le franquease la puerta grande por la que finalmente acompañó a El Juli.
Morante, vestido de luto en señal de duelo por Manzanares, apenas pudo estirarse a la verónica al recibir a su primero, un toro inválido que no se tenía de pie y con el que no cabía otra cosa que abreviar. Tras echar un buen rato regando el ruedo en el descanso, capoteó de manera improvisada y sui géneris al cuarto, animal tampoco sobrado de fuerza pero noble y repetidor. Pero ahora fue el viento el que molestó al torero de La Puebla, que compuso una larguísimo y un tanto difuso trasteo en el que brilló en una serie en redondo al principio y con detalles aislados a partir de entonces...
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