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Santander

La verdad sin premio

Padilla paseó un trofeo, pero las importantes faenas de Jiménez Fortes, Ferrera y el gaditano se fueron de vacío en Santander

Espectacular voltereta del tercero a Jiménez Fortes, ayer, en Santander larazon

Santander. Tercera de la Feria de Santiago. Se lidiaron toros de El Puerto de San Lorenzo, desiguales de presentación. El 1º, noblón, rajado y de buen juego; el 2º, de honda y seria embestida; el 3º, noble, pronto y justo de transmisión; el 4º, reservón y complicado pero con fondo; el 5º, noble; y el 6º, complicado y con peligro. Tres cuartos largos de entrada.

Juan José Padilla, de celeste y oro, estocada (oreja); estocada corta, aviso, ocho descabellos (silencio). Antonio Ferrera, de nazareno y oro, estocada baja, aviso (palmas); aviso, estocada, descabello (vuelta al ruedo). Jiménez Fortes, de azul noche y plata, estocada tendida, aviso, pinchazo, estocada, dos descabellos (silencio); pinchazo, estocada corta, aviso (palmas).

Más verdad no cabía en Fortes. Más verdad no había en esa impactante manera de ponerse delante del toro. Sin mentiras ni resquicio de haberlas. Con todo. Ahí va. Ahí voy. Para que lo vean ustedes, aunque no tenga rebote directo, aunque muchas veces dos molinetes rápidos, feos y truchos, ni tan siquiera sé si existe la palabra, perdón por delante, tenga un efecto mucho más rápido. Pero hoy, gracias, no hablamos de efectismo. Hablamos de pureza. De integridad. De sacrificio, aunque vengan mal dadas. Como le venían ayer a Jiménez Fortes con un sexto que nos hacía presagiar que sería carne de cañón. Tenía más papeletas de salir por la puerta de la enfermería que de ninguna otra manera y basta ya del cuento de la torpeza. Se queda quieto por convicción, por valor y por que aspira al cetro del toreo, aunque le cueste la vida, quiera Dios que no, pero en pocos años tiene la piel recosida a cornadas y sin un lamento, vuelve a la cara del toro con el alma purificada. El de Puerto de San Lorenzo tenía más complicaciones que virtudes y un peligro evidente porque lo mostraba antes de entrar en la muleta. Tragó una barbaridad y le ganó la partida. No era nadie el bicho tiempo después. Lo era todo Fortes, Poderoso. Valiente. Falló la espada y jode tener que contar esto sin rematarlo con un triunfo arrollador, que se lo merece. Toreaba en vaqueros, porque su primero, más noblón y escaso de transmisión, le cogió vuelta y vuelta en un esmerado trasteo. Ferrera nos dejó ayer dos faenas para enmarcar. Una y otra. De profesional sólido, consolidado y con un poso que da gusto verle. En sus manos todo fue a más. Tuvo dos toros con embestidas serias, hondas, con muchos matices, que evolucionaban a su paso, para deleitarse, era una lección de toreo en la verticalidad del clasicismo. Una joya de la veteranía y un atraco de presidencia.

Padilla cortó una oreja a un toro noble y de buen juego que quiso rajarse y lo hizo, pero donde dio la dimensión de su verdad fue en un cuarto que no regalaba nada. Juan José adelantó el paso. Tragó. Y venció. Luego vino el embrollo de un descabello sin tino. Era curioso, esa verdad imponente del ruedo no tuvo premio. No sé si eco, pero en casi tres horas de festejo hubo mucha verdad.