México
Homenaje a Palomo Linares en Las Ventas
Se cumplen 45 años de su último rabo cortado en Madrid
El veterano torero Sebastián Palomo Linares ha recibido esta mañana un homenaje en la plaza de toros de Las Ventas al cumplirse el 45 aniversario de la histórica tarde que realizó en el coso venteño el 22 de mayo de 1972; tarde en la que cortó las dos orejas y el rabo al toro «Cigarrón», de la ganadería de Atanasio Fernández.
El acto de reconocimiento y descubrimiento del azulejo ha estado presidido por el Consejero de Presidencia, Justicia y Portavoz del Gobierno de la Comunidad de Madrid, Salvador Victoria, que a su vez ocupa el cargo de presidente del Centro de Asuntos Taurinos y cuyo director gerente, Carlos Abella, fue el encargado de presentar y moderar.
Palomo Linares ha recibido el galardón acompañado por su actual pareja, Concha Azuara, su hijo Miguel Palomo Danko, el periodista y amigo Federico Sánchez Aguilar, quienes fueron sus apoderados, Pablo y Eduardo Lozano, y el diestro mexicano Eloy Cavazos, entre otras muchas personalidades del mundo taurino que han acompañado al maestro en la sala Antonio Bienvenida de Las Ventas.
El maestro ha descubierto su azulejo en el pasillo de Las Ventas, en las galerías de los tendidos bajos de la plaza. El mosaico se encuentra colocado junto al de su rival y compañero en los años setenta, Manuel Díaz «El Cordobés».
La leyenda del azulejo recuerda la importante tarde de aquel mayo del 72: «La Comunidad de Madrid a Sebastián Palomo Linares, en recuerdo de aquel 22 de mayo de 1972, en el que le fueron concedidas las dos orejas y el rabo del toro Cigarrón de la ganadería de Atanasio Fernández».
Sebastián Palomo comienza así a formar parte del repertorio de toreros homenajeados en Las Ventas como han sido Manolo y Pepe Luis Vázquez, Curro Romero, Diego Puerta, Antonio Ordóñez, Rafael Ortega, Ruiz Miguel, El Litri, Andrés Vázquez, Paco Camino, El Viti, César Rincón, Manuel Vidrié, Julio Aparicio, Luis Miguel Dominguín, Marcial Lalanda, Antonio Bienvenida, Nicanor Villalta y Domingo Ortega.
Se vio muy emocionado al torero al recordar a su familia, a los creadores de su éxito, a su equipo, con los hermanos Lozano a la cabeza, a partidarios y detractores, a Madrid, y sobre todo, a la antigua plaza de toros de Carabanchel, su «Chata», la que le vio nacer como torero y le dio su «primera oportunidad».
Gracias a su «ambición de querer llegar a ser figura del toreo y a la buena dirección» con la que le llevaron los que «siempre» estuvieron a su lado, el diestro quiso recordar las tardes más importantes de una trayectoria que tuvo su punto más alto en la década de los setenta. A lo que quiso añadir que «una figura del toreo no se hace sola, necesita también de gente que confíe en ti. En ese sentido soy un afortunado, porque siempre me he rodeado de los mejores. Aliviaban mis miedos, frenaban mis impulsos y creían ciegamente en mis posibilidades. Yo no opinaba, solamente tenía que pensar en prepararme y en el toro».
Como torero, el de Linares fue un fenómeno «mediático», con un arte y una torería que le llevaron a lo más grande del toreo, con dos tardes importantísimas en su carrera: la que hoy ha sido motivo de reconocimiento y la que protagonizó en la Monumental de México, también en 1972, donde cortó el rabo al toro «Tenorio» de la ganadería de Garfias. «Estas dos tardes en Madrid y México han sido los dos hitos de mi carrera, tanto que hasta conservo aún los dos rabos en mi casa. Fue lo más grande de mi vida, los dos puntos de expansión de una carrera en la que he logrado también triunfos rotundos en innumerables plazas de España y América», ha mencionado el torero.
También, ha reconocido que «mi vida ha sido muy complicada, pero gracias a Dios también me supo recompensar. Este homenaje que brinda hoy Madrid reconoce a una persona ambiciosa, e incluso molesta, en ocasiones, en el ruedo. Fui torero de raza y de no entablar amistades, pero ahora siento como nunca el cariño y el respeto de toda la familia taurina».
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