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Sevilla

Histórica Puerta del Príncipe de Borja Jiménez y José Garrido

Ambos novilleros cortan tres orejas y salen a hombros con el ganadero Ricardo Gallardo

José Garrido, aún con las orejas del sexto en la mano, y Borja Jiménez salen por la Puerta del Príncipe larazon

La Maestranza (Sevilla). Se lidiaron novillos de Fuente Ymbro, bien presentados. Destacó el excelente juego de los lidiados en 2º y 6º lugar. Interesantes también, los demás. Menos de media entrada.

Fernando Beltrán, de azul marino y oro, estocada (silencio); estocada (saludos). Borja Jiménez, de malva y oro, estocada (dos orejas); estocada (oreja). José Garrido, de sangre de toro y oro, estocada (oreja); estocada (dos orejas).

De locura. Histórica tarde triunfal en La Maestranza con los novilleros Borja Jiménez y José Garrido por la Puerta del Príncipe –junto al ganadero Ricardo Gallardo, de Fuente Ymbro– tras pasear tres orejas cada uno. Una imagen para la posteridad. Desde 1997, que lo logró Luis Mariscal, ningún novillero con picadores salía por la Puerta del Príncipe.

Tras un vistoso quite por chicuelinas al primero, Borja Jiménez salió muy dispuesto en una tarde en la que, al igual que sus dos compañeros de cartel, debutaba en la Real Maestranza de Caballería sevillana. Se fue a portagayola para recibir al primero de su lote y dejó después vibrante verónicas en el centro del ruedo. Faena intensa con la muleta. Entendió perfectamente las excelentes virtudes del utrero de Fuente Ymbro y labró un trasteo, al completo, en el centro del ruedo. El prólogo, con el doble pase cambiado por la espalda, dejó paso a tandas sobre la derecha con muletazos largos y jaleados en los tendidos. Sobresaliente también en los naturales posteriores. Hubo mucho gusto en los cierres de pecho. Cerró su labor con unas ceñidas manoletinas. Aprovechó al máximo las encastadas y buenísimas embestidas de un utrero al que se llegó a pedir la vuelta al ruedo en el arrastre. Para el de Espartinas, doble y merecido premio.

Con la Puerta del Príncipe entre abierta, no se conformó el novillero y buscó aún más mirando a ese quicio soñado por el que terminó saliendo tras el festejo. Se fue de nuevo a chiqueros a esperar al quinto y cumplió con el percal. Con la franela, arrancó al animal una faena emocionante, comenzada de rodillas en la boca de riego. Solvente, volvió a entusiasmar y contagiar por sus ganas. Desde el ecuador del trasteo, puso lo que faltó a una res que se fue apagando. Se volcó con la espada y el sueño se hizo realidad. De justicia.

José Garrido estuvo muy firme ante un novillo de vibrante embestida que repitió sus acometidas, aunque algo rebrincado y molestando el desarrollo de su lidia. Le plantó cara el extremeño a base de bajarle la mano y someterlo con poder. Series de muletazos muy estimables por ambos pitones con muy buena técnica. Fácil con la espada, paseó una oreja.

El extremeño también soñó anoche con esa Puerta del Príncipe y no quiso dejar de hacerlo realidad. Por eso, al sexto le recetó un mayúsculo saludo a la verónica meciendo el capote con mucha suavidad. El remate de la media, monumental. Fue el preludio a una tarde de toros que ya iba vertiginosamente camino de ser histórica. Se fue a los medios y cuajó a un novillo que tuvo muchísima calidad, en especial por el pitón derecho. Por ese pitón, se sucedieron las tandas de muletazos tan templados como enfibrados. De nuevo, la técnica, perfecta. Tremenda su torería. Protestó el burel por el pitón izquierdo, pero se mostró igual de dispuesto el pacense que ató la Puerta del Príncipe con un estoconazo que firmó por méritos propios el pasaporte al umbral de la gloria junto a su compañero de cartel Borja Jiménez. Unánimes ambos triunfos sin margen para ningún tipo de protesta.

Fernando Beltrán dejó buena impresión con el novillo que abrió plaza y con el que se presentó en el coso del Baratillo. Cumplió en los lances de recibo manejando bien el capote, aunque el animal llevó siempre la cara alta sin terminar de emplearse. Faena correcta basada en la mano izquierda, llevada con aplomo y suavidad, tratando de superar la poca transmisión que su oponente tenía. Silencio.

Dispuesto ante el cuarto al que planteó una faena con más voluntad y oficio que resultado. Le costó adaptarse a unas embestidas cada vez más descompuestas y difíciles de templar, porque su oponente cada vez se fue quedando más corto en su recorrido. Buena estocada para despacharlo.