Ferias taurinas

Una terrorífica cogida y un imperdonable olvido

Ureña y Garrido cortan una oreja en el primer aniversario de la muerte de Víctor Barrio y Pirri resultó herido grave en el abdomen en Pamplona

El banderillero Pablo Saugar "Pirri tras ser cogido por el primer toro del lote del diestro Curro Díaz.
El banderillero Pablo Saugar "Pirri tras ser cogido por el primer toro del lote del diestro Curro Díaz.larazon

Ureña y Garrido cortan una oreja en el primer aniversario de la muerte de Víctor Barrio y Pirri resultó herido grave en el abdomen en Pamplona

Ficha del festejo

Pamplona. Quinta de la Feria de San Fermín. Se lidiaron toros de El Puerto de San Lorenzo, bien presentados. El 1º, violento y poco franco; el 2º, mirón y de media arrancada; el 3º, pegajoso y difícil; el 4º, de mejor condición pero rajado; el 5º, irregular y deslucido; y el 6º, de buena condición aunque le falta un tranco. Lleno en los tendidos.

Curro Díaz, de grana y oro, media, dos descabellos, estocada (saludos); dos pinchazos, media, estocada (silencio).

Paco Ureña, de verde hoja y oro, estocada (oreja); pinchazo, estocada, estocada, aviso (silencio).

José Garrido, de nazareno y oro, dos pinchazos, aviso, pinchazo hondo abajo, cuatro descabellos (silencio) aviso, pinchazo, estocada (oreja).

Crónica

Nos encontramos de lleno con el día X y la hora Y. E imposible olvidar. Ni debemos. Nos pertenece, como cicatriz de los horrores y de los honores casi al mismo tiempo. Aunque duela, aunque hiera el recuerdo. Fresco todavía. El del aniversario. El de la gran pérdida. Hacía más de tres décadas que no ocurría, que no perdíamos a un matador de toros, a uno de los nuestros.

Muchas son las heridas infinitas en ocasiones que surcan sus cuerpos. Demoledoras las imágenes. Pero nos habíamos hecho de hierro. Hasta nosotros y la muerte nos resbalaba porque nos había dejado de pertenecer, hasta que “Lorenzo”, aquella maldita tarde de hoy, para ustedes lectores, ya ayer de hace un año, le infirió a Víctor Barrio una cornada mortal. Mortal de necesidad de las que rezan los partes médicos. De las que no dejan lugar a dudas. Como la de Yiyo en Colmenar. 365 días atrás en el calendario nos encontrábamos justo aquí en el mismo lugar. Es fácil recordar hasta el calor.

El sol en Pamplona, a pesar de estar en la sombra. La fiesta que bulle y retumba en el interior porque es imposible que pase indiferente, hasta que la tragedia explotó en la plaza de Teruel y las redes sociales se inundaron con ese #FuerzaBarrio que hemos vivido otras tardes. Nos hemos hecho al milagro con tanta asiduidad que la muerte se nos convirtió en algo ajeno. Toreaba Alberto Aguilar en Pamplona y a decir verdad ya es lo único que recuerdo. Nada más de lo que pasó en el ruedo. Aquella noticia. La de verdad. La de la muerte. Agarró el estómago y lo molió.

Se convertía Víctor a sus 29 años en un mito. Nada volvería a ser igual. En verdad. Mucho menos podíamos imaginar que la tranquilidad de tres décadas se vería usurpada de esta manera con la desgarradora muerte de Iván Fandiño antes del aniversario de Víctor. Se dice que en la plaza se muere y mata. Y es verdad. Pero la piel ya no es la misma. Ni la sensibilidad.

No nos esperábamos que Pamplona olvidara al cabo de un año y no hubiera minuto de silencio. No es esta casa huérfana en respeto. Pero pasó. Tampoco nos esperábamos esa espectacular cogida a Pirri cuando clavó el par de banderrillas al primero. El toro era enorme. Qué cara. Qué pitones. Qué miedo más infinito hasta desde la grada. No lo puso fácil el de El Puerto de San Lorenzo a Curro Díaz que se justificó ante inciertas arrancadas. Y una oreja cortó Ureña del segundo que medía y acudía al engaño con cortedad aunque colocaba bien la cara. Correoso y con peligro fue el tercero en la muleta de José Garrido, que pasó bastante tiempo en la cara del toro, pero de ahí a disfrutar debe haber un mundo. Incluso dos. Le metió la mano como pudo y le dimos la vuelta al reloj para meternos de lleno en el toro de la merienda que es como un kitkat a mitad de tarde para los oídos. Se hace el silencio o algo parecido. Tuvo mejor son el toro, y Curro Díaz le metió en vereda en un par de muletazos al natural que amagaron con despertar a Pamplona pero ahí quedó la cosa y el toro, que tardó poco en rajarse.

No acabó de definirse nunca el quinto, que derribó al caballo en un par de ocasiones. Daba la sensación de que con un pitón se echaba a los lomos el universo si fuera necesario. Irregular y sin demasiado fondo en la muleta. Así la faena de Ureña, en la búsqueda y sufriendo los arreones en la suerte suprema. No fue fácil la corrida. El sexto tuvo mejores condiciones. Le faltaba un tranquito, pero colocaba bien la cara. Garrido se ganó al público con el comienzo de rodillas y contó con su atención toda la faena. Si bien ocurrió todo con mucha rapidez. Como un “Huracán”, pero ambos. La versión populista le acercó al éxito. No nos alejaba el tiempo de la memoria de Víctor. Víctor Barrio. Uno de los nuestros.