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María del Monte comenta en 'El Hormiguero' sobre el robo que sufrió en su casa: "No me persigue"

Además, abordó la reciente polémica con el no beso a su esposa durante la Medalla al Honor en Andalucía

María del Monte en 'El Hormiguero'
María del Monte en 'El Hormiguero' Antena 3

Llegamos al ecuador de la semana y 'El Hormiguero' ha recibido en su plató a la cantante española María del Monte, que vino a divertirse y a bailar en el programa de las hormigas más famosos de la televisión, ya que tanto invitada como el presentador del espacio, Pablo Motos, comenzaron la entrevista recordando como se bailan las sevillanas ante el asombro del público por esta faceta del maestro de ceremonias valenciano.

Tras muchos años sonando como merecedora de serlo, María del Monte consiguió en este 2025 la Medalla al Honor de Andalucía, un honor para la cantante sevillana que admitió querer a toda la Comunidad Autónoma por igual, a cada una de las 8 provincias. Un sueño cumplido para María del Monte, que recordó a su madre en este momento, comentando que ella siempre fue muy correcta hablando pero que durante la celebración de esta gala, sacaba su lado oscuro, insultando con la palabra "mierda" más de lo habitual. "Cuando decían a en la televisión y la medalla es para fulanito y ella comentaba esta medalla una mierda", comentaba jocosamente la intérprete sevillana, despertando risas entre todos los presentes.

Un momento muy especial para la cantante que se vio sumergida en la polémica en un momento muy especial de su carrera el beso que le negó en directo a su pareja, la reportera Inmaculada Casal, una acción que fue críticada y que ella aseguró que ambas se han reído mucho de esta supuesta polémica y puntualizó que en esta vida "hagas lo que hagas, siempre lo haces mal para alguien", restando así hierro de la situación.

También recordó que el responsable de su discográfica no confiaba en que fuera capaz de cantar una sevillana, puesto que en esa época la cantaban solo grupos y hombres, hasta que un día consiguió grabar "Cántame" y consiguió así vengarse de aquellas personas que le pusieron trabas al principio de su carrera. Además de anécdotas paranormales, que despertaron curiosidad a los presentes, el gran momento de la noche llegó al recordar su capítulo oscuro más reciente, con la muerte de sus hermanos y su madre, sumado al robo que sufrió hace poco más de un año en su casa.

El momento más oscuro de su vida

María del Monte abordó con gran sinceridad el impacto del robo en su hogar, aunque dejó claro desde el principio que es un tema que prefiere no tratar. Expresó que, lejos de seguir persiguiéndola, ha optado por superarlo con la ayuda de profesionales y el inmenso cariño de la gente, lo que la impulsa a no revivir el episodio. Al preguntarle si le ha quedado algún trauma o miedo, respondió con otra pregunta retórica, insinuando que es natural que tales experiencias dejen huella. Sin embargo, subrayó su voluntad de avanzar, recordando que la vida sigue y que, mientras haya vida, hay que vivirla. Destacó la importancia del apoyo profesional para poder sentirse más segura y reafirmó que la terapia es una herramienta esencial para avanzar emocionalmente. Confesó que acudió a terapia con una “mochila de la vida” ya cargada de experiencias difíciles, haciendo una metáfora sobre cómo a veces se acumulan cargas que uno mismo o los demás imponen, y cómo llega un punto en que el peso se vuelve insoportable. Relató una etapa especialmente dolorosa en su vida, cuando en apenas 14 meses perdió a tres personas cercanas, algo que describió como lo peor que se puede experimentar. Expresó lo difícil que fue aceptar la muerte de sus seres queridos, pues uno siempre cree que ese tipo de tragedias solo les suceden a otros. Comparó el proceso de duelo con el intento de sacar la cabeza del agua solo para volver a ser empujada hacia abajo, lo que la llevó a reconocer la necesidad de buscar ayuda profesional. Para ella, el mayor porcentaje del proceso de recuperación depende de uno mismo, pero también hay que tener la inteligencia y humildad suficientes para acudir a quienes pueden ayudar.

Además de la terapia, María del Monte encontró refugio en la música, confesando que en los momentos más duros cantaba más, ya que, como dice el dicho, “quien canta, su mal espanta”. Reveló que lo peor de toda su experiencia fue el confinamiento, un periodo en el que tuvo que sobrellevar el fallecimiento de su hermano Antonio mientras cuidaba de su madre, sin revelarle la triste noticia. Su hermano y su madre eran inseparables, y ella hizo todo lo posible por evitarle ese dolor, lo que le generó un profundo sufrimiento. Recordó lo devastador que fue para ella enterarse de la muerte de su hermano y, poco después, sentarse a la mesa con su madre como si nada hubiera pasado, cuando en realidad sentía que una apisonadora había pasado por su corazón. Antonio era alguien muy especial para ella, su otra mitad, su complemento perfecto. Con gran emoción, relató el dolor que le causaban las preguntas de su madre sobre él, hasta el punto de no poder responder y tener que salir de la habitación para contener la pena. Durante el confinamiento, se apoyó en las restricciones de movilidad para mantener la mentira piadosa de que su hermano estaba en Madrid y no podía visitarla. Sin embargo, con el paso de los meses, la situación se volvió insostenible, y el dolor acumulado la invadió. Explicó que siempre había sido una persona risueña, pero que en ese período la ausencia de risa se convirtió en un gran enemigo. Afortunadamente, poco a poco ha ido recuperando su alegría, inspirada en la filosofía de su padre, quien siempre afrontaba los problemas con buen humor.