Estreno
Lucía Puenzo, creadora de ‘Señorita 89′: «Todo lo que nos escandaliza hoy, estaba permitido en los 80»
La autora, guioniza y dirige un crudo retrato de época, y con un concurso de belleza como escenario
La belleza a veces oculta la cara más horrorosa del ser humano. La escritora Lucía Puenzo ha querido echar la vista 30 años atrás para narrar y dirigir como un thriller dramático el entorno de un concurso de belleza en el México de los años 80 en la serie que acaba de estrenar Starzplay, «Señorita 89».
¿Cómo nace el proyecto?
Nace por una propuesta de Fábula (la productora de Pablo y Juan de Dios Larraín). Hice con ellos «La jauría», la primera parte, la segunda, que se estrena ahora y la tercera que ya hemos escrito. Teníamos una larga colaboración y me propusieron sumarme a su primera serie en México y el desembarco de la productora en el país. La primera idea que tenían era explorar el universo, también el feminismo, de las mujeres, pero hacia atrás, en lugar de hacia el presente. Para entender el presente hay que mirar un poco hacia el pasado más reciente. Y el México del 89, aunque alguno no lo pueda creer, era otro mundo. Todo lo que hoy nos escandaliza estaba permitido de manera increíble, sobre todo en el universo del espectáculo y de la belleza, en el que el consumo del cuerpo de la mujer era brutal.
¿Qué hay de real en la serie?
Hay muchísimo que es real. Nosotras nos basamos, (somos tres autoras), por un lado en todo tipo de de reportajes, libros de historia y de política. Porque hay mucho desde el universo del poder. La casa a la que se llevan a encerrar a las 32 chicas, como una especie de fábrica de reinas en las que las perfeccionan previo al certamen, era también el espacio de ocio del poder. Era una casa muy «kubriakiana», que eran estas fiesta por donde han pasado todos los presidentes de Latinoamérica y el último presidente de Estados Unidos. Ha habido situaciones muy tremendas y cuando uno apenas asoma la nariz, se da cuenta de que ese universo poco se ha explorado. Y era la entrada de México al neoliberalismo, el enamoramiento en la región con la idea del consumo del neoliberalismo y al mismo tiempo se inventaba el espectáculo y la televisión.
¿Qué ha sido lo más difícil?
Fue un rodaje difícil y aguerrido al que le pusimos mucho amor y pasión. Lo defendimos en medio de la pandemia. Una situación muy particular fue por ejemplo que la protagonista, un mes antes de empezar a filmar, se cayó por una escalera y se fracturó la pierna en pedazos. Bárbara López tuvo clavos en la pierna. La semana antes de empezar a filmar, alguien que se tenía que poner tacones aguja de nueve centímetros, apoyaba el pie en la tierra por primera vez en nueve meses.
Los concursos de belleza siempre en el foco de la polémica, ¿qué tienen que no gusta?
Nos interesaba eso de pensar cómo algo que es muy bello para el afuera, lo que ha congregado. No podría decir que los certámenes hayan congregado delante de la televisión como acaso el Mundial de fútbol. Era la familia entera la que entraba en esta especie de pasión, de vitorear a una mujer de su estado, seguirla hasta el final, pero que, en realidad, lo que se mostraba era pura hermosura y brillo, y que la idea es cómo explorar lo que está detrás de esa hermosura y ese brillo. Y por eso lo que va ocurriendo en esta serie, que sucede dentro de un universo cerrado que es esta finca paradisíaca, va a mostrar la contracara de la belleza. Esto ocurrió en toda Latinoamérica, en muchos otros continentes, y es una radiografía de una época.
¿Es el glamour, la capa de maquillaje de la mezquindad humana?
De alguna manera sí. Lo que ocurría ahí era que se hacía este corte de 32 chicas muy jovencitas que llegaban de todos los estados de México. Solamente de ese corte venía unA muestra del país, porque no eran todas de la misma clase social. Había chicas de todos los estrato y de todo tipo de formaciones. Desde una Lupita Jones, que es el caso real de la gran Miss Universo, que era una universitaria con un holding empresarial... También hay chicas que no habían terminado la escuela primaria, que en sus sueños le daban de comer a una familia entera y que estaba dispuesta a todo por eso. Entonces solamente ese corte, que parece glamoroso, es político, y ponerlos a convivir también es pensar un país qué está pasando en ese corte.
¿No es arriesgado hablar mal de los concursos de belleza, con el dinero y el poder que mueven?
Nosotros escribimos con total libertad y ya verán que la serie se mete de cabeza en universos muy oscuros, en negocios clandestinos, en redes de poder, en círculos de trata, y se va ahondando en situaciones. Y lo hicimos con absoluta libertad, con mucho acompañamiento de la productora y la plataforma, y todos muy alineados en que este thriller político era más que el mundo de la belleza. Estaba contando otra cosa.
Vemos también maltrato entre mujeres. ¿Esto realmente existe?, ¿es algo a combatir? ¿Cómo se enfoca desde el punto de vista de una serie dirigida, guionizada y protagonizada por tantas mujeres?
Bueno, en ese sentido fue realmente un pequeño regalo tener grandes compañeras de ruta, como una Ilse Salas, como todas las actrices: Ximena Romo, Bárbara López, Natasha Dupeyrón..., porque son mujeres muy inteligentes y que justamente no le tenían miedo a tener el ejemplo de Salas. En sus manos, está esta matriarca que podría haber caído en el estereotipo de la malvada y no lo es. En la serie ellas es tan revulsiva como angelada, y dulce y tan maternal como temible. Y es un cúmulo de contradicciones, que así es la vida. Así, contradictorios, son los personajes, y que se animan a pensar cómo estas mujeres criadas por el patriarcado también eran funcionales al patriarcado. No quiero spoliear: su despertar en el arco emocional del personaje en la serie es entender que ella esta siendo cien por cien funcional a esos hombres. Entonces en mi cabeza hay mujeres muy masculinas, muy fálicas, y hay hombres extremadamente femeninos. Me refiero a ese femenino profundo y el mundo no es binario, no son solo las mujeres de un lado contra los hombres.
Explicó Juan de Dios Larraín, que es una serie “sobre un mundo de lo que pudo haber sido un concurso de belleza hace 30 años. Ese pasado que hoy se tiene muerto, muerto, está lleno de contextos que se sienten muy vivos”. En ese sentido, ¿hemos avanzado algo en estos 30 años?
Sí. Yo creo que si uno ve lo que ha pasado en los últimos años, primero con mujeres muy jóvenes... Siempre cuento que yo vi esa afectación en el patio de mi casa, porque las compañeras de mi marido, a quienes crié desde que son chiquitas, las vi ideologizarse y politizarse, cortarse sus pañuelos verdes, salir a la calle.. Realmente creo que es una lucha de las últimas décadas, del siglo pasado y de éste, y que recién empieza y que en ese sentido hay un montón de batallas que se han ganado con la despenalizaciondel aborto, con la toma de la calle, con la conexión absoluta de la las mujeres de Latinoamérica. Vi cómo las redes salían a decir “NiUnaMenos” y que había ecos de todos los países. Y creo que eso es un grandísimo avance.