John Malkovich
Crítica de «The new Pope»: Nueva visita a las fauces del Vaticano
La secuela de «The young Pope» no está a la altura de su predecesora pero, a pesar de ello, sus diez episodios son casi siempre magníficos
«The new Pope» existe exclusivamente para complacer a los fans de «The young Pope» (2016) porque, en otras palabras, representa una continuación, pero no necesariamente un avance. Sus diez episodios, dirigidos –como los diez de su predecesora– por el gran Paolo Sorrentino, se sumergen hasta el fondo del Vaticano y se embeben de su mística con agnóstico fervor, y en el proceso permiten al cineasta italiano exhibir el mismo gusto por los personajes idiosincráticos y todos los elegantes movimientos de cámara, intrépidas perspectivas y preciosistas composiciones que tan hipnóticos resultaban en películas suyas previas como «Il Divo» (2008) y «La gran belleza» (2013). «The young Pope» estableció a Lenny Belardo (Jude Law), más conocido como el Papa Pío XIII, como un hombre tan capaz de hacer milagros como de sembrar el caos, que ejercía su poder como un jefe de la mafia e irradiaba sensualidad y sarcasmo mientras imponía su conservadora agenda a las masas sirviéndose de la intimidación. En cuanto resolvió sus problemas de abandono y su pueril ansia de ser directamente reconocido por Dios, recordemos, Lenny se desplomó en mitad de un discurso víctima de un ataque al corazón.
Al principio de «The new Pope», nueve meses después, sigue en estado de coma. Muchos católicos permanecen en el Vaticano rezando por un hombre que a sus ojos es un mesías. Y, si verdaderamente lo es, ¿qué será del mundo ahora que no está? El nuevo pontífice deberá lidiar con esa pregunta, pero también con la posibilidad de que Lenny salga del coma e intente volver a su puesto. Y entonces entra en escena John Brannox, alias Juan Pablo III (John Malkovich), maquillado con delineado de ojos y tocando el arpa –«parece hecho de terciopelo», susurra alguien al verle–. Aunque carga con un pasado tan traumático como el de su predecesor, por lo demás ambos hombres son bastante distintos.
Diferencias y escándalos
Belardo es un huérfano estadounidense de clase obrera, mientras que Brannox es un aristócrata inglés. Belardo estaba obsesionado con el misterio de la Iglesia y se negaba a hacer apariciones públicas, y Brannox es una celebridad: invita al Vaticano a gente como Sharon Stone o Marilyn Manson, y Meghan Markle le pide consejos de moda por Whatsapp. Asimismo, mientras Belardo arremetía contra el Todopoderoso con teatrales diatribas postrándose en el suelo y levantando los brazos al cielo, Brannox apenas se molesta en rezar. Hay una diferencia más: Lenny poseía un liderazgo del que Brannox carece. Ello adentra a la Iglesia aún más en sus propias crisis: el escándalo de los abusos infantiles en su seno, la corrupción financiera, el creciente desinterés del mundo secular en la religión organizada y, como colofón, una amenaza inminente de extremistas islámicos. Pero no solo eso; también significa que la serie no posee un centro dramático, y quizá por eso dedica un tiempo considerable a subtramas que no conectan de forma significativa con la narrativa central. En cualquier caso, el único problema significativo de «The new Pope» es que, aunque derrocha humor negro y poderío visual, y aunque medita con hondura sobre el papel de la Iglesia en el mundo moderno y la capacidad de sus líderes para resultar inspiradores y ridículos a la vez, no alcanza las alturas de «The young Pope». Pero, dado que aquella serie fue algo parecido a un milagro, es un pecado menor.
✕
Accede a tu cuenta para comentar