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Defensa

¿Por qué la Armada española tiene Buques de Acción Marítima (BAM) en lugar de las más poderosas corbetas?

¿Qué leches es un BAM y qué hay detrás de un nombre tan poco marcial? Actualmente hay seis en servicio y destacan por su versatilidad y su reducido coste respecto de una corbeta, por ejemplo

El Audaz, Buque de Acción Marítima (BAM) de la Armada La Razón

Fragatas, cruceros, corbetas, patrulleros, destructores, portaaviones... hasta ahí, más o menos, todos estos tipos de buques de guerra nos suenan, aunque sea de las películas o las novelas. Sin embargo, los tiempos han cambiado, la guerra ha cambiado y las necesidades de la Armada, también. Por este motivo, surgen nuevos tipos de barcos cuyas características son híbridas y se mueven a medio camino entre patrulleros y corbetas, entre corbetas y fragatas... Es el caso de los Buques de Acción Marítima (BAM), que surge ante la necesidad de reemplazar a un conjunto de buques de la Armada española con características muy heterogéneas, dedicados en su mayor parte a tareas de vigilancia y patrullaje que estaba próximo a finalizar su vida útil.

Pero, ¿qué leches es un BAM y qué hay detrás de un nombre tan poco marcial?

Según la propia Navantia, el astillero español constructores de estos buques, el proceso de creación del BAM comienza con una estrecha colaboración entre la Armada española y Navantia, trabajando conjunta y simultáneamente en la definición de los requisitos y su consolidación técnica. El objetivo común es lograr unos buques con altas prestaciones, con alto grado de homogeneidad, así como un gran nivel de polivalencia, un alto estándar de habitabilidad para las dotaciones y un reducido coste tanto de adquisición como de mantenimiento.

Y es que es ahí donde está la clave: polivalencia, altas prestaciones y reducido coste. La Armada, hoy en día, debe buscar optimizar sus recursos y que estos se adapten a distintos tipos de tareas ante la imposibilidad de disponer de un modelo distinto para cada función necesaria. El resultado final es un buque de tamaño moderado, con altas prestaciones y gran versatilidad en cuanto a las misiones en comparación con otros buques, tanto en coste de adquisición como en ciclo de vida reducido.

El día 31 de julio de 2006 la Armada española y Navantia firmaron la Orden de Ejecución para la fabricación de 4 BAM. La última de estas unidades fue entregada en 2012. Así mismo, el 1 de agosto de 2014 se autorizó la construcción de 2 unidades más, entregadas en 2018.

Por estos motivos, actualmente la Armada española carece de corbetas (aunque forma parte de un proyecto europeo para construir estos buques) y su apuesta clara durante las últimas décadas ha sido, por un lado, por las fragatas, un buque de mayores dimensiones pero también más costoso, y, por otro, por los Buques de Acción Marítima (BAM), cuyo porte es similar al de una corbeta. Pero, ¿por qué España ha desechado las corbetas?

Conceptualmente, las fragatas están destinadas a proteger a otros buques y efectuar lucha antisubmarina, mientras que las corbetas actuales están pensadas para tareas de vigilancia y defensa de las aguas territoriales o para misiones ultramarinas ocasionales y de corta duración. Su desplazamiento oscila entre 900 y 2.000 toneladas y se diferencian fundamentalmente de una lancha rápida de ataque (FAC) o una lancha patrullera o patrullero de altura en disponer de una dotación electrónica y medios de combate cercanos a la fragata, aunque con menor autonomía y capacidad de víveres.

Sin embargo, las nomenclaturas de los distintos tipos de buques son hoy en día muy heterogéneas variando mucho de unos países a otros. Países de nuestro entorno como Francia, Alemania o Italia han apostado también por las fragatas como unidad principal de combate y han desechado los destructores o los cruceros. Pero, en muchos casos, estamos hablando más de la denominación de los barcos que de sus propias características, pues las fragatas españolas, por ejemplo, tienen capacidades muy parecidas a las de los destructores de la USS Navy y, de hecho, las fragatas españolas de la clase “Álvaro de Bazán”, las más modernas de la Armada, están inspiradas en los destructores estadounidenses de la Clase Arleigh Burke, de los que hay cerca de 70 en servicio.

En el caso de las corbetas, pasa algo parecido. España no cuenta con ninguna en servicio, pero sí con Buques de Acción Marítima (BAM), que cubre un nicho intermedio entre las mencionadas corbetas y los buques de vigilancia y patrulla. Por un lado, su porte es similar al de una corbeta lo que le permite disponer de capacidad para proporcionar una gran autonomía, alojar a la dotación básica y al personal de transporte con un alto estándar de habitabilidad, operar con helicópteros, permanecer en la mar durante periodos prolongados sin someter al personal a fatigas excesivas y de disponer de un Sistema de Combate avanzado basado en el Núcleo Común del Scomba con un alto grado de interoperabilidad con otras unidades de la Armada.

El buque, en función de las necesidades de la Armada española, está orientado a tareas de vigilancia y patrulla con un alto grado de versatilidad en la Plataforma, lo que le permite realizar las funciones actualmente asignadas a un número heterogéneo de buques con funciones de patrulla de muy diversas características. El resultado es un producto de altas prestaciones, no solo en el ámbito militar sino también en el de cooperación en tareas de salvamento, lucha contra la contaminación, evacuación, ayuda humanitaria. En este sentido, conviene tener en cuenta que el buque cubre gran número de misiones tanto en el ámbito oceánico como en el litoral.

En la actualidad, la Armada dispone de seis de estos BAM. El “Audaz” o el "Furor", por ejemplo, tienen un desplazamiento de 2.840 toneladas, 93,90 metros de eslora, 14,2 de manga y alcanza una velocidad máxima de 22 nudos, es decir apenas 10 metros más corto que la corbeta que Navantia ha construido para Arabia Saudí, la misma anchura y mayor desplazamiento, aunque alcanza cinco nudos menos de velocidad. Además, los BAM españoles pueden embarcar un helicóptero, así como drones,tal y como ha quedado de manifiesto en algunas pruebas realizadas, como la llevada a cabo el pasado año, cuando la Armada logró con éxito la integración de cuatro vehículos no tripulados, todos ellos de diseño español -tres de superficie (USV) y uno aéreo (UAV)-, en el BAM "Audaz". En las pruebas particparon el UAV Airfox de Marine Instruments y los USV Kaluga, Sead 23 y Vendaval de las compañías Utek, Seadrone y Navantia, respectivamente. El ejercicio, realizado en aguas de la bahía de Cartagena, consistió en la integración de estos vehículos tanto en el sistema de combate del buque (Scomba) como en la plataforma, así como su control desde a bordo.

Los BAM "Audaz" y "Furor", los más modernos

Entre el armamento, el patrullero dispone de un cañón de 76 milímetros de la firma italiana Leonardo en la proa, controlado por un sistema de dirección de tiro Dorna de Navantia; dos cañones de 25 mm; ametralladoras de 12,7 mm y otras dos ametralladoras pesadas Browning 7,62 mm. En su cubierta pueden aterrizar distintos modelos de helicópteros en servicio en las Fuerzas Armadas españolas: NH90, SH-60, Sea King y AB-212.

Junto con la dotación, los buques pueden albergar una Unidad Aérea Embarcada (Unaemb), formada por un helicóptero y unos 17 efectivos, entre personal de vuelo y mantenimiento. Asimismo, tienen capacidad para alojar a un Equipo Operativo de Seguridad (EOS), integrado por militares de la Infantería de Marina, o una unidad de la Fuerza de Guerra Naval Especial (FGNE), los “boinas verdes” de la Armada.

Buques inteligentes

Las grandes diferencias, sobre todo tecnológicas, se encuentran en el interior del casco. Durante la construcción, Navantia instaló en el “Audaz” y “Furor” equipos de última generación diseñados por la unidad de sistemas de la compañía pública en San Fernando (Cádiz), una década después de la primera fase del programa BAM. El mejor ejemplo es el sistema Hermesys, que permite dar el salto a las comunicaciones digitales, tanto interiores como exteriores, e integrar la transmisión de voz y vídeo en una única red.

La empresa además efectuó actualizaciones en el software de otros sistemas integrados a bordo para crear buques más inteligentes. Estas mejoras aumentan el grado de automatización y garantizan la operación durante 30 días en la mar, sin escalas en puerto y sin excesiva fatiga para la tripulación. Los dos nuevos BAM son más manejables, solo dos personas controlan el buque con un joystick y operaciones como, por ejemplo, el atraque y desatraque en el puerto están programadas. Los avances tecnológicos también alcanzan al mantenimiento. Más de 300 sensores instalados por toda la plataforma supervisan que todo funcione correctamente y dan la voz de alarma al instante ante cualquier avería.

En el exterior, de la silueta de las embarcaciones sobresale el radar Skyfender de Indra, otra de las novedades respecto a los cuatro primeros BAM. Se trata de un potente radar que detecta y sigue otros buques, así como amenazas procedentes del aire. La cubierta para helicópteros también cuenta con mejoras entre las que destaca un nuevo sistema de iluminación para el aterrizaje, en condiciones de baja visibilidad, y un sistema que facilita el traslado del helicóptero, una vez apagados los motores.

El “Audaz” y el “Furor” cumplen asimismo con las estrictas normativas ambientales. Para ello, cuenta con nuevos motores propulsores, auxiliares y de emergencia, a lo que hay que sumar una planta de tratamiento de aguas residuales.

Entre las funciones de los BAM de la Armada, muchas y variadas: están concebidas para misiones de carácter militar contra amenazas asimétricas o convencionales, durante las cuales se podrán llevar a cabo cometidos de presencia (disuasión), de vigilancia (prevención) y acciones dirigidas a determinadas amenazadas (neutralización). Además, puede llevar a cabo misiones de protección de los intereses marítimos nacionales y de control de los espacios marítimos de soberanía e interés nacional, contribuyendo al conjunto de actividades que llevan a cabo las distintas administraciones públicas con responsabilidades en el ámbito marítimo. Por último, también puede llevar a cabo misiones de policía marítima colaborando con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, misiones de vigilancia, de salvamento y de lucha contra la contaminación marina colaborando con otros departamentos ministeriales.

En resumen, el "Furor" contempla principalmente dos posibles perfiles de misión: el primero, operaciones de control del mar en escenarios de baja intensidad, tanto en el ámbito nacional como en el internacional, cuando se trate de la implementación de resoluciones internacionales; el segundo, operaciones de vigilancia, control y cooperación, fundamentalmente en las aguas que se extienden más allá del mar territorial, por lo que habitualmente puede actuar en la Zona Económica Exclusiva y espacios marítimos adyacentes de interés. Las operaciones de vigilancia, control y cooperación, transcurren normalmente en tiempo de paz y sin amenaza militar.

Hay otro BAM en marcha, pero sus funciones serán distintas. Será el denominado BAM-IS, que sustituirá al actual buque de Salvamento y Rescate de la Armada ‘Neptuno’, que está llegando al final de su vida operativa y que actualmente se encarga de las operaciones más complejas de intervención subacuática.

El futuro BAM-IS tendrá entre sus misiones operaciones de buceo, salvamento, apoyo al rescate y rescate de submarinos siniestrados, intervención y rescate en accidentes y naufragios y vigilancia y monitorización del patrimonio subacuático.

Contará con un radar de barrido lateral, dos cámaras hiperbáricas, dos ROV, dos sistemas de comunicación submarina, sistemas de suministro de emergencia y un helipuerto. Se basa en el diseño del buque patrullero de alta mar de la clase Meteoro que la Armada española ya opera, pero presenta un tonelaje más alto y dos cubiertas.

El futuro barco de rescate estará diseñado para albergar el Sistema de Rescate Submarino de la OTAN (NRSS), que incluye un sumergible operado a distancia (SRDRS). Este minisubmarino está a disposición de los países de la OTAN y listo para desplegarse en 72 horas en caso de emergencia.

Pero una de las labores que tendrá que abordar este nuevo buque, una vez esté listo en 2026 sería una posible operación de rescate submarino en caso de necesidad, incluidos los nuevos sumergibles de la clase S-80 que recibirá la Armada.

Cabe mencionar aquí que la mera existencia del BAM ha sido muy polémica desde su concepción, pues son muchos los expertos militares que creen deberían haber sido corbetas, con capacidad de llevar a cabo labores de escolta y mucho más armados. Hay quien considera que deberían incorporar misiles antibuque Harpoon, aunque esto iría en contra del propio concepto del BAM, pues, como explica Federico Supervielle Bergés, oficial de la Armada española, en su blog, “si un patrullero se ve en la necesidad de lanzar un misil antibuque, no nos hemos equivocado en su diseño, nos hemos equivocado en su política de empleo. Nunca debería de haber estado en esa situación”.

Corbeta europea

En cualquier caso, ¿quiere decir todo esto que la Armada española ha renunciado, con las fragatas y los BAM, a incorporar corbetas a su flota? Evidentemente, por plazos, sí a corto y medio plazo, aunque no a largo. De hecho, no hay que olvidar que España lidera junto a Francia, Italia y Grecia, el proyecto de futura corbeta de patrulla europea que recibirá el año que viene un fuerte impulso de los Fondos Europeos de Defensa (FED). Los países implicados, que también incluyen a Dinamarca y Noruega, esperan contar con 200 millones de euros de este mecanismo en 2023 para la construcción del prototipo. La primera convocatoria de los FED, cuyos resultados se conocieron el pasado julio, ya ha incluido este año un desembolso de 60 millones para este proyecto, conocido por las siglas en inglés EPC.

La partida ya aprobada por la Comisión Europea de 60 millones para este proyecto se centra en la fase inicial de este “buque europeo innovador, modular, flexible, interoperable, ecológico y polivalente, que permita a las armadas europeas afrontar los desafíos del siglo XXI”. Esa es la cantidad con la que ya están participando los FED, y que se centra “en los estudios conceptuales hasta el diseño inicial y el uso como buque de referencia de la clase corbeta que puede cumplir una amplia de misiones en futuros contextos de operaciones”.

La descripción literal se extrae del documento en el que la Comisión recoge los detalles de esta primera partida. En él se apunta una duración de dos años y que el coste total estimado se aproxima a los 66 millones de euros. Una vez conseguido el buscado diseño “modular y flexible, más energético, más ecológico, más seguro, más interoperable y ciberseguro”, se podrá acometer la construcción del prototipo para el que, de acuerdo con la fuente, se prevé una nueva inyección de 200 millones.