Hollywood
Un año del #MeToo: de Weinstein a Ronaldo
Comenzó con un tuit que prendió la mecha feminista en todo el mundo y que ha provocado la caída de hombres hasta ahora intocables. 365 días de oleada violeta que se ha colado no sólo en Hollywood sino también en la política y la Justicia.
Comenzó con un tuit que prendió la mecha feminista en todo el mundo y que ha provocado la caída de hombres hasta ahora intocables. 365 días de oleada violeta que se ha colado no sólo en Hollywood sino también en la política y la Justicia.
Cinco letras precedidas de una almohadilla fueron suficientes para decir «basta» e impulsar un movimiento feminista global sin precedentes y que se ha colado en todos los estratos sociales y profesionales. Hoy hace un año, el periódico «The New York Times» denunciaba públicamente al hasta entonces infalible productor Harvey Weinstein por haber pagado a mujeres (la mayoría actrices) de las que había abusado y acusado sexualmente para que ocultaran sus fechorías. En plena furia de las redes sociales, la noticia empezó a correr como la pólvora y fue la actriz Alyssa Milano quien lanzó el popular hashtag #MeToo con el que animó a todas las mujeres del planeta a denunciar sin complejos su causa. «Si todas las mujeres que han sufrido acoso o agresiones sexualmente escribieran #MeToo en su estado de las redes sociales, podríamos ofrecer al mundo una idea de la magnitud del problema», publicó en su cuenta la intérprete. Dicho y hecho. En 24 horas, 4,7 millones de personas se unieron a esta conversación en Facebook y se registraron más de 50.000 mensajes en Twitter con la palabra mágica.
«La clave fue que una ''celebrity'' tuviera la iniciativa y otras caras conocidas como Lady Gaga la siguieran», explica Laura Vázquez Viaño, especialista en marketing digital en Torres y Carrera. A partir de ahí, prendió la mecha y las condenas digitales se convirtieron en virales: desde Angelina Jolie a Gwyneth Paltrow, pasando por Salma Hayek a la modelo Cara Delevingne. Un sinfín de mujeres que pusieron rostro a una tragedia que habían ocultado por vergüenza durante décadas. «Un año después de que naciera este movimiento social en las redes, sigue batiendo récords: en este instante tiene un millón y medio de alcance, y la versión española #Yo también, supera los 100.000», apunta Pedro Rojas, experto en redes sociales. La marea era imparable y el feminismo cogió impulso. Desde entonces se han abierto decenas de sumarios para investigar a los depredadores que durante décadas camparon a sus anchas en una sociedad con altas dosis de machismo. Y de la red pasó a las calles. Las protestas en las principales capitales del mundo aumentaron y en España, por ejemplo, la manifestación del Día de la Mujer del 8 de marzo de este año se convirtió en éxito absoluto y con la barbarie de «La Manada» el movimiento llegó a su clímax. Se aprovechó el tirón de las denuncias sexuales para exportarlo a todos los ámbitos de desigualdad en los que vive la mujer y, por supuesto, tomaron nota los políticos en sus campañas. De ahí nació el Consejo de Ministros y Ministras «violeta» de Carmen Calvo en el Gobierno de Pedro Sánchez.
«Paradójicamente, este movimiento, aunque haya sido global, se ha producido en los países más ricos, más desarrollados económicamente y más democráticos. Además, ha tenido como promotoras las clases altas y medias. Ha calado en países en los que la idea de igualdad de sexo está garantizada jurídicamente, pero que en la práctica persisten elementos de desigualdad», analiza Roberto Barbeito, profesor de Sociología en la Universidad Rey Juan Carlos. Las denuncias públicas han abierto una caja de Pandora que ya nadie está dispuesto a cerrar y sacó los colores a actores, presentadores de televisión e, incluso, políticos que hasta entonces parecían intocables. Kevin Spacey fue despedido de la exitosa serie «House of Cards» y excluido de las promociones de las películas que tenía pendiente de estreno. Ya nadie quiere contratarle y acumula hasta cinco casos de acoso sexual a la espera de juicio. Más de lo mismo le ha ocurrido a Woody Allen tras la acusación de abusos de Dylan Farrow, su hija adoptiva. Su último filme, «Un día lluvioso en Nueva York», está pendiente de estreno a pesar de haber iniciado la producción y los nuevos proyectos del realizador (que suele presentar una película al año) han quedado congelados por falta de financiación. «El #MeToo es el reflejo de muchos años de lucha feminista y está muy bien fundamentado. También tendrá sus detractores, pero aun así merece la pena seguir luchando. En ocasiones he escuchado que dónde queda el hombre maltratado. Por supuesto que también es importante, pero el porcentaje que sufre acoso o abuso es mínimo», apunta Begoña Leyra, directora de la unidad de género del Centro superior de Estudios de Gestión de la UCM. Y es que este movimiento ha tenido también sus detractores ante la oleada de acusaciones, algunas de ellas malintencionadas y sin fundamento, que, sin duda, han puesto en la picota a personajes públicos cuya imagen ha quedado dañada pese a la falsedad de la denuncia.
Así, Catherine Deneuve publicó una carta junto a otro centenar de actrices en la que se despachaban a gusto. «La violación es un delito, pero el coqueteo insistente o torpe no lo es, ni es la caballerosidad una agresión machista», sentenciaron. «En cierta medida nos hemos vuelto una sociedad más puritana, cuidadosa en asuntos que pueden crear polémica», reconoce Barbeito. Por su parte, Vázquez lamenta que, aunque «las redes sociales han traído la democratización de la conversación», en ocasiones permite que se publiquen y propaguen informaciones inexactas con la «intención de hacer daño».Y como parte de la polémica no puede faltar la historia de Asia Argento una de las impulsoras del feminismo 2.0 que pasó de denunciar situaciones terribles de acoso a ser acusada de haber mantenido relaciones sexuales con un menor. Tras negarlo públicamente, esta semana reconoció haberlo hecho. Polémicas a parte (algo que forma parte del ADN de cualquier fenómeno que transpasa fronteras y no por ello resta credibilidad a la lucha), el huracán #MeToo sigue su camino arrasando con todo aquello que se cruza en su trayectoria sin discernir entre lo que es trigo o paja.
La selección de Portugal aparta a Cristiano
La modelo de EE UU Kathryn Mayorga conoció a Cristiano Ronaldo durante una fiesta en la discoteca «Rai» de Las Vegas en 2009. Después de bailar y disfrutar de la noche juntos, el futbolista la invitó a disfrutar de «las vistas de la ciudad» desde la suite del hotel Palms Casino Resort donde se alojaba. Fue allí donde, supuestamente, la modelo fue agredida sexualmente hasta en tres ocasiones por el entonces jugador del Manchester después de que éste la recibiera en el baño con los genitales descubiertos y le pidiera una felación. Él lo niega, pero Mayorga relata con detalles lo ocurrido en la lujosa habitación. «Me violó, me realizó sexo anal, sin lubricante ni preservativo». La joven lo denunció, pero selló un acuerdo extrajudicial con el pago de 326.000 euros. Ante la polémica, la selección de Portugal ha decidido dejar a Cristiano en el banquillo en los próximos partidos.