Entrevista

Terapia de pareja: «Los hombres quieren una mujer que ya no existe y ellas un hombre que aún no ha llegado»

El psicólogo Antoni Bolinches aborda la herida del desamor en su nuevo libro

Antoni Bolinches, psicólogo y escritor. © Jesús G. Feria.
Antoni Bolinches, psicólogo y escritor.© Jesús G. Feria.Jesús G. FeriaFotógrafos

Antoni Bolinches (Barcelona, 1947) cree que no hay nadie que se haya ahorrado el mal de amores. Antes o después, en la biografía de cualquiera siempre llega el desasosiego porque no nos quieren como nos gustaría o quien nos gustaría. Psicólogo clínico y terapeuta de pareja desde hace décadas, Bolinches propone en su último libro, "Psicoterapia para el mal de amores" (Urano), una guía para superar una ruptura o, al menos, aprender de lo sufrido.

Parece que nadie se libra del desamor.

Sí, mi tesis es que todo el mundo ha sufrido por amor. Es algo universal. Lo paradójico es que, cuanto más frívola se vuelve la sociedad, más confundimos el sexo con el amor. Curiosamente, disfrutamos menos del sexo y experimentamos menos amores enriquecedores. Es una contradicción del modelo consumista de felicidad, que al final nos consume.

¿Estamos ante un cambio de paradigma en las relaciones?

Claro, el antiguo modelo tenía fallas, especialmente respecto al rol de la mujer. Ahora los roles están cambiando, y eso ha dejado a muchos hombres confundidos y a muchas mujeres decepcionadas. Lo llamo "el síndrome de las supermujeres". Los hombres quieren a una mujer que ya no existe y las mujeres a un hombre que aún no ha llegado.

¿Y cuál es el camino entonces?

Solo hay uno: la madurez personal, tanto de hombres como de mujeres. Estamos en una crisis de modelo de civilización. Es un modelo que nos obliga a sobresalir sobre los demás, pero nos aleja de la verdadera satisfacción.

¿Por qué cree que elegimos mal?

Porque muchas veces elegimos desde la necesidad y no desde la idoneidad. Sobre todo cuando somos jóvenes. El primer amor, por ejemplo, no es una elección consciente, sino la unión de dos necesidades: el deseo de sentirse querido y deseado. Pero luego llega la prueba real: ¿hay compatibilidad sexual? ¿Son compatibles los caracteres? ¿Comparten una escala de valores? Y, finalmente, ¿tienen un proyecto de vida convergente?

Uf, qué complicado suena todo.

Conozco muchos casos, sobre todo mujeres que, por su carrera, han renunciado a proyectos amorosos. Aunque cada vez más hombres también lo hacen, la balanza aún está desequilibrada. La sociedad sigue favoreciendo a los hombres en este sentido.

Es verdad, pero las cosas están cambiando.

Sí, las mujeres de hoy buscan un equilibrio entre su realización personal y el amor. Mi segundo libro, "La felicidad personal", habla precisamente de eso: cómo combinar la realización personal con un amor armónico. Históricamente, las mujeres han priorizado el amor, pero los porcentajes se están igualando.

¿Qué piensa de las rupturas y el famoso "contacto cero"?

El "contacto cero" es útil cuando no hay hijos de por medio. Pero si los hay, el contacto debe ser sobre los hijos. Después de una relación conflictiva, necesitamos espacio para sanar. Evitar el conflicto es clave para poder avanzar.

¿Crees que la seguridad sexual de las mujeres asusta a algunos hombres?

Sin duda. Se da un síndrome que yo he tipificado como el "síndrome de solo ante el peligro". Desde que las mujeres han desarrollado su potencial sexual, los hombres han empezado a tener miedo al desempeño. Cuanto más experimentada, activa y desinhibida es la mujer, más emasculado se siente el hombre.

¿Y eso ha derivado en problemas de impotencia?

Exactamente. He tipificado un síndrome de impotencia selectiva mixta, provocado por el comportamiento y el atractivo de la mujer, que desborda al hombre porque él no se ve capaz de gestionarlo.

¿No tiene sentido que ellos maduren también, dado que nosotras hemos madurado?

Claro. Vosotras habéis estado en una situación injusta durante generaciones. Ahora, lleváis tres generaciones desarrollándoos, y el hombre, que vivía de las rentas de un modelo injusto, empieza a verse afectado. Porque, claro, el modelo les beneficiaba, y aunque puedan reconocer que es injusto, no tienen la misma motivación para cambiarlo.

Eso suena como si la culpa fuera de que las mujeres sean "demasiado" para los hombres.

Es cierto que estamos condicionados por un modelo social. Necesitamos dos o tres generaciones más para igualar verdaderamente las cosas. Si no maduramos, corremos el riesgo de una separación de sexos, donde ni hombres ni mujeres quieran complicarse la vida después de algunas decepciones.

Eso de la monogamia sucesiva no suena tan mal.

En lugar de tener una pareja para toda la vida, las personas tienden a tener tres o cuatro parejas a lo largo de su vida, pero el problema es cuando tienen hijos con todas ellas. He conocido a hombres de mi edad que han tenido hijos con tres parejas diferentes y ahora se sienten fracasados. No tienen buena relación ni con las mujeres ni con los hijos. Y además, se generan agravios comparativos entre los hijos de diferentes relaciones. En estas situaciones yo recomiendo un modelo de pareja "no convivencial", donde cada uno vive por separado, especialmente si hay hijos de relaciones anteriores.

Al no convivir se ahorran el desgaste.

Cuando convives, las virtudes se vuelven invisibles y los defectos se agrandan. Si, a pesar de eso, el saldo sigue siendo positivo, la pareja se consolida.

La convivencia no siempre es la mejor opción.

No necesariamente. Pero hay que tener en cuenta que la tendencia natural de las personas es consolidar la relación, especialmente si quieren tener hijos. Sin embargo, para aquellos que ya no buscan eso, a veces es mejor estar juntos pero viviendo por separado.

¿Y cuáles son las causas más comunes de ruptura que ve en consulta?

Hay muchas, pero un tema que aparece con frecuencia es la falta de adaptación a los cambios. A medida que envejecemos, también surgen problemas cognitivos y emocionales que pueden afectar la relación.

¿No es la infidelidad?

Le doy una estadística interesante: de cada tres infidelidades, una se regenera. La otra rompe porque una de las partes, generalmente él, se siente traicionado y no lo acepta. Y la tercera, curiosamente, aunque intenten seguir, se deteriora porque no lo consiguen. A veces, paradójicamente, no es la persona que no supera la infidelidad la que deja la relación, sino quien se cansa de ser castigado por lo sucedido.

¿Qué piensa de las relaciones abiertas?

La estadística lo dice bastante claro: a los cinco años, las parejas abiertas o se cierran o se rompen. Solo un 5% de las parejas abiertas sobreviven más de cinco años.

¿Cree que el amor es excluyente por naturaleza?

Eso es interesante. ¿Qué pasa cuando alguien realmente se siente atraído por otra persona mientras está en una relación? La clave está en cómo gestionas esa atracción. Si cada vez que te gusta alguien tomas acción, eso demuestra una falta de madurez. Con el tiempo, te darás cuenta de que no es sostenible.

¿Notas una diferencia de género en ese sentido?

La mujer, en general, es más coherente. Si se siente vinculada emocionalmente, es más refractaria a la infidelidad. En cambio, los hombres pueden ser fieles y tener un buen vínculo, pero la tentación puede ser más fuerte.

¿Crees que las infidelidades femeninas tienen menos vuelta atrás?

Sí, porque la mujer tiende a asociar afectividad con sexualidad. Cuando una mujer tiene sexo con otro hombre, normalmente requiere más implicación emocional. En cambio, para el hombre, el acto puede ser más aislado.

Hablando de relaciones modernas, ¿qué opina sobre las aplicaciones de citas?

Las aplicaciones de citas facilitan el contacto, pero no garantizan una relación duradera. A mis clientes les digo que las vean como una vía adicional para conocer gente, no como la única. Sin embargo, los seductores o personas que buscan sexo rápido encuentran en estas plataformas una forma de obtenerlo con más facilidad.

El cambio en las generaciones ha sido bastante drástico, ¿verdad?

Totalmente. En mi generación, las mujeres tenían que casarse vírgenes. Solo han pasado 50 años, pero el cambio ha sido radical. Cuando una mujer es demasiado guapa, inteligente o evolucionada, se convierte en un obstáculo para encontrar pareja. Tengo un consejo para ambos géneros: la inteligencia constructiva es clave. No hagas que los demás se sientan mal con tu inteligencia. No es necesario ganar todas las discusiones ni exhibir un narcisismo intelectual. Si maduramos, no necesitamos afirmarnos por encima ni en contra de los demás. No se trata de ganar, sino de entender y ser entendido.

¿Cuánto dura la fase pasional?

Dos años máximo. Y en fase convivencial mucho menos, unos seis meses. También depende de la edad, que acorta los plazos.

¿Y cómo abordar la diferencia de deseo?

La regla de oro no nos la podemos saltar nunca: todo lo que quieras, nada que no quieras, desde el deseo previo y de acuerdo con tu escala de valores sexuales. Ha de haber una ética del comportamiento; no hay una ética del deseo, pero sí del comportamiento. Y cada uno tiene la suya. En el caso de las mujeres, introduje una matización en la regla de oro. En el punto segundo es siempre el del deseo previo y, en el caso de la mujer, pongo “o cuando el clima de relación lo facilite”, porque tú puedes no tener deseo previo, pero se crea buen rollo, buena comunicación y se te despierta. En cambio, el hombre, si no tiene deseo previo y el clima de comunicación lo facilita, se siente apremiado.

¿Qué es peor? ¿Dejar o ser dejado?

Que te dejen. No es fácil manejar la culpa, pero peor es el abandono. Lo que es peor es dejar reactivamente, o sea, “yo te dejo a ti, pero por lo que tú me has hecho a mí”, que es el caso de la infidelidad. No te dejo porque te quiera dejar, sino que te dejo porque me has hecho daño.

¿Y la separación preventiva?

Esa es una aportación mía a la terapia de pareja. Hay gente que te deja porque no puede evitar que baje un poco el clima. Los muy neuróticos se autoengañan, diciendo que a ellos nunca les han dejado.