La opinión de Antonio Pelayo

Sorpresas cardenalicias

Entre los escogidos figuraban al lado de arzobispos de diócesis tradicionalmente católicas, otros prelados provenientes de las «periferias» tan amadas por el Papa

Antonio Pelayo
Antonio PelayoLa RazónLa Razón

El domingo 6 de octubre, sin que nadie lo hubiese previsto antes, Francisco anunció que el 7 de diciembre celebraría un Consistorio para crear 21 nuevos cardenales.

Será el décimo Consistorio de su pontificado.

Entre los escogidos figuraban al lado de arzobispos de diócesis tradicionalmente católicas, otros prelados provenientes de las «periferias» tan amadas por el Papa argentino: Japón, Serbia, Costa de Marfil, Argelia y sobre todo Irán. Uno de los nombres que llamó la atención fue el del obispo de Bogor (Indonesia) el franciscano Paskalis Bruno Syukur, que está al frente de esa pequeña diócesis sufragánea de Yakarta con menos de cien mil católicos. La sorpresa llegó cuando un mes después pidió al Papa no ser creado cardenal «por su deseo de crecer aún más en la vida sacerdotal

–anunció el Vaticano– en su servicio a la Iglesia y al pueblo de Dios».

Segunda sorpresa y no menor se ha producido cuando el pasado lunes se anunciaba que Bergoglio había incluido entre los nuevos cardenales a Domenico Battaglia, desde el 14 de diciembre del 2020 arzobispo de Nápoles. Tiene 61 años y sus fieles le conocen cariñosamente como Don «Mimmo», por su cercanía con la gentes y especialmente con los más necesitados. Este nombramiento es sorprendente porque desde hace años Milán, la más importante diócesis italiana –y una de las mayores del mundo–, no tiene a su frente a un cardenal como venía sucediendo dese hace siglos. Y lo mismo se diga de Venecia tres de cuyos cardenales patriarcas fueron papas: San Pio X, San Juan XXIII y Juan Pablo I. En el próximo Consistorio, pues, recibirán el birrete púrpura dos arzobispos de sedes italianas tradicionalmente cardenalicias: Nápoles y Turín que pastorea el teólogo Roberto Repole.