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El sustituto de Wert quiere «pacificar» la Educación

Iñigo Méndez de Vigo posa junto al Monarca, Mariano Rajoy Soraya Sáenz de Santamaría y Rafael Catalá, en un acto en el Palacio de la Zarzuela.
Iñigo Méndez de Vigo posa junto al Monarca, Mariano Rajoy Soraya Sáenz de Santamaría y Rafael Catalá, en un acto en el Palacio de la Zarzuela.larazon

El nuevo ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, ha jurado esta tarde su cargo ante el Rey en el Palacio de la Zarzuela en presencia de Mariano Rajoy, junto a quien ha viajado desde Bruselas tras participar en la reunión del Consejo Europeo.

El que fuera ministro de Justicia con el PP, Pío Cabanillas, dio un consejo al recién nombrado titular de Educación, Cultura y Deportes, Íñigo Méndez de Vigo, que está dispuesto a seguir a pies juntillas: «El día en que ocupes algún cargo público, lo primero que tienes que hacer es sentarte en tu despacho y pensar en lo que quisieras que la gente dijera de ti el día en que te fueras. Méndez de Vigo lo dijo ayer claro durante la toma de posesión en la sede ministerial de Alcalá 34: «Lo que quiero que digan es: “Trabajó intensamente, hizo todo lo que creía que tenía que hacer y dejó un camino abierto por el que transitar en libertad“...».

Acompañado por Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno, por los ministros de Exteriores y de Empleo y Seguridad Social y por un escaso número de asistentes del ámbito educativo, prometió ponerse a trabajar «desde mañana mismo» en un ministerio en el que le quedan cinco meses de mandato hasta la convocatoria de las próximas elecciones generales. «Soy perseverante y voy a trabajar desde el primer día con humildad, escuchando a los demás y buscando puntos de encuentro porque se avanza construyendo...Ése es el espíritu con el que vengo». «Me ha gustado siempre escuchar a la gente», insistió. Y ése parece que va a ser ahora el principal cometido en el Ministerio de Educación, en el que dijo sentirse «como en casa» por su vinculación con el mundo universitario, por su amor por la cultura y a pesar de «no ser un gran deportista».

El nuevo titular de Educación no tiene grandes reformas por delante en el poco tiempo que queda de mandato, aunque su principal labor será la de hacer la función de «gran pacificador» en medio de un crispado ambiente educativo que ha despedido al hasta ahora ministro, José Ignacio Wert, con cajas destempladas. Su misión también será crear un clima adecuado para que después de las elecciones generales pudiera llevarse adelante el ansiado pacto educativo, una de las grandes utopías en este ámbito.

Otro de sus grandes cometidos será exigir que se cumpla la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) después de que varias comunidades autónomas se hayan declarado «rebeldes» y dispuestas a poner todo tipo de trabas para que pueda ponerse en práctica. También tendrá que velar porque en Cataluña se garantice el derecho a estudiar en catellano como lengua vehicular y se resuelvan los trámites administrativos que muchas familias han inicado para que esta posibilidad se cumpla.

Entre el público asistente algunos comentaban que aún había tiempo para desarrollar el reglamento de conciertos, otros pedían un acercamiento al profesorado elaborando al menos un borrador del estatuto docente, otra de las grandes demandas del profesorado... Pero la mayoría era consciente de que cinco meses no era tiempo suficiente para hacer demasiadas cosas.

El ministro saliente, José Ignacio Wert, elogió a Íñigo Méndez de Vigo al que definió como «la mejor persona imaginable que podía sustituirle», pero dejó ver las dificultades que atravesó durante esta legislatura al recordar unos versos de «If» de Kiplin que «han sido mi guía»: «Si puedes encontrarte con el triunfo y el desastre, y tratar a esos dos impostores de la misma manera... tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella», dijo emocionado en un perfecto inglés. «He tenido contacto con el desastre pero, a pesar de todo, ha merecido la pena. No existe un honor comparable al de poder servir a un país». Wert, relajado y hasta contento, no quiso desvelar su nuevo destino profesional: «Es momento de descompresión... Os perdono a todos», dijo entre risas a los periodistas presentes.