La ola de frío ha vuelto a poner sobre la mesa el drama de los «sin hogar». Miles de personas que sobreviven al raso y cuya trayectoria vital no nos es ajena.

El último balance oficial de gente sin hogar en España habla de que un total de 22.938 personas fueron atendidas en centros asistenciales, una cifra que, sin duda, se queda lejos del número real de españoles y extranjeros que sobreviven al raso hoy día en nuestro país. Desde que estos datos fueron hechos públicos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2012, no puede encontrarse una cifra de consenso, aunque distintas organizaciones tan sólidas como Cáritas elevan la cifra a más de 40.000. Otras como RAIS aseguran que cada seis días muere una persona en la calle. Un auténtico drama inasumible pata un estado del Bienestar como el español.

¿Quiénes son estas personas y por qué han acabado así? ¿Puede pasarnos a cualquiera de nosotros? La respuesta, rotunda, es que sí. La enorme mayoría de estos seres invisibles con los que nos cruzamos cada día en las grandes ciudades y a los que apenas prestamos atención ni han nacido en la calle ni han «provocado» su situación como colofón a un rosario de malas decisiones o comportamientos erráticos. Según el citado documento del INE, el 45% de los «sin techo» perdieron la casa después de perder el trabajo o la pareja (20,9%) y la mitad de ellos tienen hijos, un futurible perfectamente homologable a la gran mayoría de los mortales.

Llama la atención la unanimidad de la opinión pública sobre la gravedad de un problema que se agudiza de forma severa con una ola de frío como la que estamos sufriendo. Según una encuesta realizada el pasado mes de diciembre por IMOP-Berbés, un 75% de los español cree que las administraciones no toman medidas suficientes para atender a las personas sin hogar que pernoctan en la calle, sobre todo en esta época del año. También es mayoritario el porcentaje (84%) de los que creen que la sociedad esta poco o nada conciendiada con esta problemática social.

Resulta evidente que este drama social no es exclusivo de España, sino que se trata de un fenómenos creciente en todos los países de la Unión Europea y que tiene mucho que ver con el modelo social y económico que hemos asimilado. Solo un país ha logrado rebajar el número de personas sin hogar. Entre 2013 y 2016, Finlandia ha logrado recortar en un 10% la población son domicilio fijo.