Entrevista
Guada Sánchez: "El concepto de reparación es clave para la salud mental"
La autora de «Yo me transformo», experta en terapia para mujeres, propone una hoja de ruta de autoconocimiento
Guada Sánchez (Albacete, 1986) está especializada en terapia grupal con mujeres. Desde su consulta online tiene un asiento de palco a la realidad femenina, lo que nos pasa y lo que nos preocupa, sobre todo, en las relaciones sentimentales (¿acaso hay otras?). Ahora ha escrito un libro, “Yo me transformo: terapia sin filtros para mujeres” (editorial Vergara), en el que propone una hoja de ruta para entender por qué somos como somos. Esta psicóloga con una legión de seguidores en Instagram (@eyaspsicologia) dice que aún no ha logrado formar un grupo con hombres, pero que todo se andará.
¿Es distinta la terapia para mujeres o se afronta de la misma forma?
Yo tengo una perspectiva un poco “queer”. Los humanos somos humanos y al final todos tenemos unas necesidades básicas compartidas. Normalmente, cuando trabajo voy al núcleo de las cosas y ese núcleo no tiene género. La necesidad de apego, de ser escuchado, de ser validado, de ser visto o vista. Y luego sí que, obviamente, hay un contexto cultural que determina los tipos de problemáticas. Que los grupos sean de mujeres exclusivamente las hace sentirse seguras entre ellas, sostenidas de una manera diferente.
Según su experiencia terapéutica, ¿qué nos preocupa a las mujeres en las relaciones sentimentales?
Pues las cosas que se repiten tienen que ver con la nueva psicoeducación en las redes sociales, que están incluso moldeando las preocupaciones. Hay gente que llega con la etiqueta, por ejemplo, de baja autoestima o de apego ansioso, y yo les pregunto qué creen que es eso exactamente. La realidad es mucho más compleja. Luego hay otro número de mujeres que ya han pasado por procesos terapéuticos y vienen para seguir avanzando porque creen que, aunque han tocado techo, hay cosas en las que seguir trabajando. Se dan cuenta de que el trabajo interno es para siempre porque a la relación con nosotras mismas hay que ponerle energía, amor y ganas. Es un despertar, una toma de conciencia de que la relación contigo es algo importante y se puede seguir cuidando.
Imagino que el desamor sigue estando en el top de la lista.
Claro. Mujeres que han roto con la pareja, que está en un duelo o que siempre sufren mucho en ese nivel de amor romántico.
En la primera parte del libro pones negro sobre blanco las teorías obsoletas acerca del cerebro.
Es que aún veo cada cosa en libros de Psicología escritos en 2020... Por ejemplo, se sigue diciendo que el cerebro es triuno, esa teoría de que existen tres cerebros distintos y que lo divide por partes y funciones. Como si existiera un cerebro emocional y otro racional, el derecho y el izquierdo. Ya se sabe que eso no es así. A nivel de neurociencia se ha demostrado que es una visión obsoleta y que es demasiado sencilla. Es una teoría reduccionista de la complejidad de la conducta humana y del mundo interior. Es importante que los autores vayan poniéndose al día y que acabe calando en la psicología popular, hay que traducirlo a un lenguaje que cuaje y que la gente entienda.
La regulación emocional como base de la felicidad es un tema central del libro.
Una manera de autorregularnos es a través del cuerpo. Tomar conciencia de que esa desregulación empieza por tu sistema nervioso y por tu propio cuerpo. Conectarse de nuevo con esas señales corporales es clave. Simplemente darse cuenta de que es algo que ocurre dentro de mí y que es regulable puede ser terapéutico. Ponerse al volante y comprobar que no eres víctima de tu cerebro ni de tu sistema nervioso. Al revés, puedes ser el agente de esa vuelta al equilibrio. La terapia más tradicional no usa tanto esa dimensión corporal, toda la información que viene de ahí. Los nuevos enfoques centrados en la respiración o la meditación sí se centran en eso. Yo creo que no estudié nada de eso en la carrera.
Otro de los escenarios es la mente. Le dedica un capítulo a esa voz del discurso interno.
Sí, sí. Es que es fundamental identificar cómo se expresa la relación contigo misma a través de esa voz interna y cómo es un canal muy potente. Y luego están las relaciones con los otros, el mayor desregulador. Yo creo que es importante tomar la mayor conciencia posible del impacto que tienen las relaciones en el estado diario de nuestro sistema nervioso. Sobre todo, en una sociedad que cada vez tiende más a la individualidad. Lo ideal sería buscar un lugar intermedio. Ser independiente y ser capaz, pero tener en cuenta que sobrevivimos como especie gracias a la comunidad. Es algo intrínseco en esas necesidades de apego que hablábamos antes.
¿Qué significa el concepto de reparación? Es un término que cada vez se escucha más.
Pues me alegro mucho de que se extienda más porque es súper vertebral para la salud mental. La ruptura relacional es parte intrínseca de cualquier relación, de hecho, ocurre desde el inicio entre la mamá y el bebé. Si tú grabas la interacción de una mamá y un bebé se dan constantemente esos momentos en que no se están entonando el uno con el otro. Y fíjate que ahí ni siquiera existe una conversación hablada. Es pura energía. Hay rupturas constantes y luego se vuelven a entonar. Así constantemente en cuestión de segundos. Y esto sigue pasando a lo largo de la vida. Y como adultas, esa ruptura se da cuando no entiendo a la persona que tengo delante o no siento que mis necesidades estén siendo satisfechas. Muchas veces nos peleamos por dónde aparcar el coche y lo que hay detrás es una cosa más profunda. Que no estoy siendo escuchada o no estoy siendo entendida.
Casi nunca se trata del coche...
Exacto. Tiene mucho más que ver con esas necesidades de apego y esto está vinculado con nuestras heridas, que es otra de las cosas que propongo en el libro. Que identifiquemos nuestros dolores y todo aquello que llevamos en nuestra mochila para entender cómo nos relacionamos hoy. La capacidad de reparar esos conflictos será proporcional a la calidad de tus relaciones. Y a reparar aprendemos durante toda la vida. Una buena pregunta sería, ¿cómo se reparaba en casa?, ¿cómo reparaba con mis amiguitas de pequeña o en la adolescencia?
Uf, menuda época esa.
Claro. Muchas reparamos en la adolescencia complaciendo, engañándonos y poniéndonos máscaras. O sea, como se pudiera. ¿Y ahora como adultas? ¿Cómo reparo hoy? Expresar necesidades es una manera de reparar, decirle al otro lo que me duele, lo que siento que se ha roto, que ya no está y cómo restablecerlo.
¿Y ese concepto de vergüenza tóxica, cómo como lo explicarías?
A mí me gusta mucho la palabra en inglés, “toxic shame”. Es esa sensación de que hay algo mal en mí. También pasa como adulto. Ese sentimiento de que estoy mal; más bien, de que yo soy mal. Está totalmente ligado a la autoestima de adulta, aunque no me guste mucho esa palabra. Es muy dañino. Muchas veces aparece a edades tempranas y nos lo llevamos a la vida adulta.
Es increíble la jerga psicológica que manejan las nuevas generaciones. No sé si es muy positivo.
Depende. Como todo, tiene su lado bueno y su lado malo. Qué bonito que haya una niña de 19 años hablando del mundo interno, ¿no? Que usen conceptos que son más complejos que la conversación que siempre se ha tenido en torno a la dimensión interior. Por otro lado, cuando hay mucha información ahí fuera a veces se crean ciertos mitos.
¿No hay peligro de autodiagnóstico?
Es cierto que, a veces, se trata de temas abstractos que sin acompañamiento pueden crear confusión o dudas sobre una misma. Puede salir el tiro por la culata, pero también es una señal de avance. Es importante que sigamos tomando responsabilidad los que estamos psicoeducando, hay que mandar ese mensaje de complejidad. Tu caso es único y somos complejas.
¿Qué quiere decir cuando habla de ser una madre “suficientemente buena”?
Me gusta mucho ese concepto. Significa que con que haya cierta constancia durante un tiempo determinado puede facilitarse un apego seguro. No hay que ser perfecta, ni ser cien por cien ecuánime el cien por cien del tiempo para criar bien. Ahí podemos usar ese concepto de ruptura y reparación relacional. Desde el primer momento hay ruptura, es decir, desde el primer momento yo no soy perfectamente buena, no estoy cien por cien entonada con mi bebé porque no puedo, es imposible. También tengo que cuidar de mí. Esto es intrínseco a la relación, entonces parte del aprendizaje desde muy pequeñas va a ser que no están ahí todo el rato como nosotras necesitamos. Y ese es un duelo que tiene que hacer la madre y que cuesta un montón. Aceptar que no van a ser perfectas. Hay una parte de la interacción que, por mucho que quieran, no está bajo su control.
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