Granada
Enrique Rojas: «El psiquiatra se ha convertido en el médico de cabecera»
Psiquiatra. «Las tres grandes enfermedades son la depresión, la ansiedad y el desamor»
¿Qué es la felicidad? Podríamos poner muchos ejemplos, pero hay uno de plena actualidad: Nelson Mandela. Pasó casi 30 años en la prisión de Robben Island, cierto, pero su estancia también le ayudó a consolidar el Congreso Nacional Africano (CNA) y, por tanto, a derrocar el poder. «Reconoció que allí pasó los mejores años de su vida», afirma Enrique Rojas (Granada, 1949). El prestigioso psiquiatra ha publicado «Vive tu vida» (Temas de hoy), libro que nace con la intención de ayudar al lector a gestionar su autoestima en las distintas etapas de la vida: la infancia, «la época feliz de la vida»; la adolescencia, con el «descubrimiento de la sexualidad y el mundo afectivo»; la primera juventud, «donde nos incorporamos al mundo profesional»; la madurez, cuando «la capacidad para olvidar es fundamental»; y la tercera edad, momento en el que nos hacemos viejos «si sustituimos nuestras ilusiones por los recuerdos». ¿Conclusión? «La felicidad es estar contento con uno mismo al hacer algo con la vida personal que merezca la pena. Cada uno según sus posibilidades», afirma.
–Habla de amor, amistad, trabajo y cultura. ¿Es la receta de la felicidad?
–Sí. Es un plato suculento en el que estos cuatro grandes ingredientes se hospedan con arte y oficio.
–¿Encaja en la receta la religión?
–Sin duda. La incluyo dentro de la cultura. La cultura es la estética de la inteligencia. Y en ella se deben combinar la ética y la estética. La ética es una de las puertas de entrada a lo espiritual. Es importante, porque ayuda a interpretar la realidad.
–Sin embargo, la variante trabajo se está quedando fuera.
–Para vivir la vida, las dos cosas más importantes son el amor y el trabajo. De cada uno de estos cuatro elementos, puede haber cuatro patologías: la del amor es la del desamor; la del trabajo, el paro, que hoy es un drama; la de la la cultura, que es libertad y conocimiento, es la ignorancia, gente que va a televisión, internet, Facebook, móvil, el icono de las revistas del corazón...; y la de la amistad, sería el individualismo, que hoy es bastante potente. Es un narcisismo que hace que uno viva para sí mismo. Para vivir bien la vida hace falta saborear cada una de las etapas.
–La depresión y la ansiedad, ¿son las pandemias del siglo XXI?
–Estamos en la era de la depresión, la ansiedad y el desamor. Son las tres grandes enfermedades del siglo XXI y forman un tríptico muy notable en el que la melancolía, la inquietud interior y un amor quebrado se dan la mano.
–¿En España nos está costando más ser felices?
–Sí, cuesta más, porque uno de los grandes argumentos de la vida, que es el trabajo, está en la UVI. Tenemos que tener conciencia para que cada uno aporte su granito de arena. Es un escándalo social que gente joven que acaba de terminar sus estudios no tenga trabajo. Según todos los indicadores de los que saben, está mejorando la situación económica. Pero es brutal. España está herida desde el punto de vista psicológico por el tema del trabajo.
–El ciberbullyng y el bullying. ¿Estas modalidades de acoso está tan extendidas?
–En este momento, muchos colegios son selváticos: no hay autoridad y muchos profesores tienen miedo de ejercerla por temor a las denuncias de los padres de alumnos. Es un circuito que se cierra sobre sí mismo.
–¿Cree que el acceso tan temprano a internet es una traba para la educación de los hijos?
–Sí, es una traba porque internet provoca adicción. Se curiosea en las vidas ajenas y en cosas que, además, tienen poco interés. Internet es la selva: puedes encontrarte un paisaje maravilloso y un animal que te devora. Un dato: hay 1.400 millones de páginas de pornografía en internet. Y en la red, la información que recibes de muchas personas conocidas es falsa y negativa. Es el patio de vecindad en el que se ha convertido el mundo.
–Inculcar la cultura del esfuerzo en los niños, ¿puede suponerles un «chute» de autoestima en su vida adulta?
–Sin duda. Una de las claves de la educación de los niños es educar la voluntad. Y la voluntad es más importante que la inteligencia. La capacidad de uno mismo para ponerse metas y objetivos concretos. Y luchar por alcanzarlos.
–La custodia compartida: ¿es importante para el niño pasar tanto tiempo con el padre como con la madre?
–Sí, siempre y cuando que se evite que el niño tenga un trasiego excesivo de idas y venidas. Lunes y martes con el padre, martes y miércoles con la madre...Eso produce un «ping pong» que no es bueno para el niño. Eso favorecería una de las grandes enfermedades de los niños, el Trastorno de Déficit de Atención por Hiperactividad (TDH). En parejas monoparentales hay una figura nueva: la del padre ausente, que no tiene presencia educativa. Un buen padre vale más que cien maestros, y una buena madre es como una pequeña universidad doméstica.
–¿Se ha retrasado la adolescencia más allá de los 30 años?
–Sí. Un botón de muestra es el síndrome de Simón (soltero, de más de 30 años, que vive en casa con sus padres o en un apartamento solo, inmaduro como un adolescente desde el punto de vista afectivo, materialista, centrado en el trabajo y narcisista). Debajo se esconde un pánico al compromiso: taquicardia, pellizco gástrico, ansiedad, dificultad respiratoria...
–Hemos sufrido el caso de Bretón, ahora el de la niña Asunta... ¿Detrás de estos asesinatos hay una pérdida de valores?
–Son dos ejemplos muy puntales. La Prensa tiene cierta pasión por lo morboso. Historias de esta naturaleza, que han existido siempre, son contadas con detalle por una prensa con mucha más potencia. Eso se da de forma muy aislada. Los psiquiatras existimos desde hace un par de siglos. Antes existían los médicos generales y la gente sensata, que sabía lo que estaba bien y lo que estaba mal. Hoy, el psiquiatra se ha convertido en el médico de cabecera.
–Ha aumentado el consumo de antidepresivos en España. ¿Están estos fármacos demonizados?
–No, la sociedad actual tiene mucha más educación en ese sentido que hace dos décadas. Saben que existen tres medicamentos muy eficaces: ansiolíticos, que disuelven las tensiones funcionales; antidepresivos, que elevan el estado de ánimo en personas con depresión clínica, y los inductores del sueño para combatir el insomnio. La gente con formación psicológica sabe que estas tres grandes piezas son importantísimas. La segunda causa de baja en la Unión Europea es la depresión. Y eso hace más de 20 años era insólito.
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