Videos
Así era el «piso de los horrores» del pederasta de Ciudad Lineal
Un «tour virtual» por la casa donde abusó de las menores protagonizó la segunda sesión del juicio del pederasta de Ciudad Lineal
Un «tour virtual» por la casa donde abusó de las menores protagonizó la segunda sesión del juicio del pederasta de Ciudad Lineal.
Ya se habían visto algunas fotografías tomadas por la Policía Científica porque están incorporadas en el sumario de la denominada «operación Candy», pero nunca habíamos visto cómo estaban distribuidas las distintas habitaciones y estancias del denominado «piso de los horrores», situado en el 4ºA de la calle Santa Virgilia, 3 (distrito de Hortaleza). Ayer, en la segunda sesión del juicio del conocido como «pederasta de Ciudad Lineal» –el único acusado de agredir sexualmente a cuatro niñas de entre cinco y nueve años entre septiembre 2013 y agosto de 2014– se mostró en Sala la recreación virtual del piso elaborada por los agentes a partir de las fotografías tomadas tras la inspección ocular el día 25 de septiembre de 2014 (el día después de su detención). Según el escrito de acusación de la Fiscalía, Antonio Ortiz llevó hasta este cuarto piso a la menor española agredida el 10 de abril y puede que también lo hiciera con la niña de origen chino del 17 de junio. Sin embargo, esta última no lo reconoció con claridad por lo que, a modo de estrategia procesal, el Ministerio Público no especificó el lugar donde llevó a esta menor.
Sí lo recordaba la niña de abril, la testigo protegido 3. Antes de que los agentes de la Policía Científica recogieran aquí muestars biológicas y lofoscópicas de la menor, ella ya había descrito la entrada y el piso a los agentes encargados de la investigación «Candy» y hasta lo había dibujado. La niña recordaba cómo se podía introducir el coche a una especie de parking exterior con gálibo, recordaba las puertas blancas como las de casa de una amiga, que el «hombre malo» marcó el 4 o el 5 una vez subidos en el ascensor y que la vivienda estaba como nueva y con plásticos. Efectivamente, estaban reformando ese piso y la madre de Ortiz había contratado a una mujer que podría haber limpiado el piso tras la obra. Cuando se llevó a esta niña, Ortiz paró con el coche donde vivía con su madre (Montearagón, 5) y le pidió las llaves de Santa Virgilia con la excusa de arreglar alguna cosa, tal y como reconoció la mujer ante la Policía.
Pero no iba a arreglar nada. El presunto pederasta subió a la niña, ya narcotizada, y abusó de ella en la cama de una de las habitaciones, cuyo colchón estaba cubierto con un plástico. Después, la obligó a ducharse. La menor recordaba también haber vomitado a escondidas tras un mueble después de haber sido abusada. Los agentes de Científica pudieron recoger vestigios de la menor (restos biológicos y hasta una huella palmar en el plástico del coclchón y una plantar en el suelo) y examinaron hasta el último rincón de la vivienda, como la ducha donde fue bañada. También recogieron restos biológicos del acusado, que fueron cotejados tras su arresto en Santander.
El abogado de Ortiz, Cristóbal Sitjar, siempre ha mantenido la invalidez de este registro porque los agentes de Científica estuvieron solos en el piso desde las 9:30 horas, permaneciendo el secretario judicial y el detenido en el rellano de la escalera. No fue hasta las 19:40 horas cuando ya entraron todos, según el acta levantada por el secretario incorporado en la causa. Este hecho invalidaría la entrada y registro del piso donde habría abusado de las niñas, según explica el abogado de la defensa, que habla de un claro atropello a la Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Antes de la recreación del piso, la Sala procedió al visionado de las exploraciones (las declaraciones de las menores) de las niñas agredidas el 17 de junio y 22 de agosto de 2014 (en el proceso son las testigos protegidos 4 y 5) y sendas ruedas de reconocimiento. Ninguna dudó de quién era el «hombre malo» y señalaron a Ortiz. A partir de hoy, comienzan a declarar en la Audiencia los policías encargados de la investigación de la «operación Candy».
El hombre de la mirada inexcrutable
Sólo lleva dos días de juicio y parece haberse mentalizado de que todos estamos pendientes de sus gestos; por eso trata de no mover un músulo de la cara, de no transmitir emoción alguna. Según los abogados presentes en la sala, durante la declaración de las cuatro menores Ortiz permaneció inalterable. Puro hielo. Tampoco se inmutó durante el «tour virtual» por el piso que reformaba su madre y donde acudía a dar rienda suelta a sus depravaciones mentales. Al terminar la sesión, se levantó y preparó sus muñecas para que lo engriletaran. Al abandonar la sala volvimos a ver su enorme corpulencia.