Estados Unidos
María Casado: «La vocación de servicio público se lleva en el ADN»
Durante veinte años el quién es quién de la política, la economía y la cultura nacional e internacional ha estado presente en «Los desayunos de TVE»; también buena parte de los nombres propios del periodismo en nuestro país. En un medio tan impaciente y tendente a la autoinmolación como la televisión, es una excepción que un programa se mantenga en la rejilla de la programación durante dos décadas. En esta etapa María Casado es la editora y presentadora de «Los desayunos de TVE». Ha recogido el testigo de otros compañeros en una etapa informativa intensísima en la que la actualidad abruma, ya que difícilmente se toma un respiro.
–Le ha tocado apagar las velas del veinte aniversario de «Los desayunos de TVE». ¿Cuál es el balance?
–Sí. Llevo apenas un año y medio y la experiencia como comprenderá es muy positiva. El formato está muy conseguido y consolidado, hasta el punto de que se ha convertido en un género televisivo en sí mismo.
–Una entrevista diaria con personajes de primer nivel durante cinco días a la semana. Eso para un periodista es como pasar la prueba del nueve.
–Para mí es el género periodístico más exigente y también el más apasionante precisamente por lo que usted comenta: hay que tener conocimientos del personaje al que se entrevista y sobre lo que se está hablando, buscar la pregunta más precisa... Y siempre hay que ser consciente de que el único protagonista es el que está enfrente: el entrevistado.
–Que muchas veces no tiene demasiadas ganas de responder.
–Sí, hay que buscar información y algunos no tienen ganas de contar nada, o, por lo menos, nada sobre lo que se les pregunta. De todas maneras, aunque tener preparado un cuestionario es importante, para mí lo vital es escucharlos. En ocasiones, y aunque no se lo propongan, te dan claves imprevistas.
–¿Algunos de los personajes más agradecidos?
–Me llegó mucho Steven Spielberg porque, además de hablar de cine, se mojó políticamente: habló del uso legal de las armas de fuego en Estados Unidos, del sistema de sanidad... Dio juego. Otro que me sorprendió fue el presidente de Uruguay, José Múgica. No tuve la sensación de hablar con un político.
–Imagino que hacer un programa de entrevistas e información en TVE es aún más exigente porque es un canal público que siempre está en el punto de mira.
–Le tengo que decir que la vocación de servicio público también existe en los medios privados, sólo que en nuestro caso está en el ADN. Sobre que siempre estamos en el punto de mira..., pero en 14 años en la casa, nunca la dirección me ha sugerido nada. Trabajo con libertad. Es evidente que me puedo equivocar, pero nunca es intencionado.
–Lleva un año y medio en «Los desayunos de TVE»; es poco tiempo pero, cualitativamente, muy intenso.
–Sí, el viernes, cuando vinieron al programa otros compañeros que lo han dirigido y presentado, les pregunté: «¿Recordáis otro momento más intenso? y es obvio que el flujo de información siempre es muy potente, pero es que ahora, además, tenemos que gestionar el desánimo colectivo. Con todo, es una época informativa apasionante. Los periodistas que nos dedicamos a la información general hemos tenido que hacer un máster en economía.
–¿Qué tal lleva el examen diario de los índices de audiencia en una franja tan competitiva?
–Ahora mismo en la televisión todas las franjas son competitivas. Estamos contentos porque somos el tercer programa de la cadena con mejor cuota de pantalla.
–«Los desayunos de TVE» es un programa cuya prioridad es la política, como sucede con otros. Pero los espectadores demandan cada vez más que aparezcan personajes ligados a otros ámbitos.
–A nosotros también nos ocurre porque es como un balón de oxígeno, te permite hablar de otros temas que le interesa, tanto o más, a la audiencia y que injustamente están más silenciados. Hay múltiples ejemplos: médicos, investigadores, cooperantes.
–Catorce años en la televisión. ¿Conserva aún la curiosidad?
–Por supuesto. Me apasiona el periodismo a pesar de los madrugones. El día que pierda la curiosidad, el ansia de saber por qué ocurren las cosas, preguntar sin interés... daré un paso atrás y que coja el relevo otro.
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