México
9.000 jóvenes tras los pasos de Colón
La Ruta Quetzal BBVA lleva desde 1979 siguiendo las huellas de la conquista de América
PANAMÁ- Una cena informal en 1979 fue la semilla de la que germinó el que hoy es el programa social y cultural más importante que existe para unir Europa y América: la Ruta Quetzal BBVA. Los protagonistas: el Rey Don Juan Carlos y el aventurero, explorador, deportista y gran conocedor del continente americano, Miguel de la Quadra-Salcedo. El encargo: «Inventar» algo para conmemorar el quinto centenario del descubrimiento del Nuevo Mundo y estrechar lazos con Iberoamérica. Y a juzgar por las 28 ediciones que lleva ya a sus espaldas la Ruta Quetzal BBVA –originalmente Aventura 92–, ha sido todo un éxito. Casi 9.000 jóvenes han recorrido las selvas, ciudades, costas, desiertos y montañas de América y Europa, siguiendo las huellas de las más antiguas civilizaciones y de los grandes descubridores de la conquista. El último, Vasco Núñez de Balboa, elegido este año para conmemorar los cinco siglos del avistamiento del «Mar del Sur», el Pacífico.
Este año, Panamá y Bélgica
Tras los pasos del conquistador extremeño se han aventurado este año los 227 expedicionarios que este año han recorrido Panamá. Allí han podido conocer el canal que desde hace 99 años une el Pacífico y el Atlántico. Un viaje de apenas 80 kilómetros que se ha convertido en el peaje más caro del mundo –con permiso del canal de Suez–: hasta 300.000 dólares pueden llegar a pagar los barcos más grandes con tal de evitar un rodeo de miles de kilómetros por el meridional Cabo de Hornos. Por aquí pasan cada día unos 40 barcos que dejan en el país unos 800 millones de euros cada año. En 2015 debería estar terminada la ampliación del canal, que permitirá que buques aún mayores pasen por sus esclusas, todo ello mirando de reojo hacia Nicaragua: allí, China prevé construir en 15 años un segundo paso interoceánico que amenazará la hegemonía panameña.
Pero la aventura de Núñez de Balboa tiene sus orígenes más al sur, en la selva del Darién. En esta inhóspita jungla plagada del sanguinario mosquito Morrongoi, los expedicionarios vivieron los momentos más duros de la Ruta Quetzal BBVA 2013: largas caminatas entre el fango y el barro, temperaturas asfixiantes, lluvias torrenciales y, por supuesto, nada que se parezca ni mínimamente a la civilización a la que están acostumbrados los «ruteros», en su mayoría adolescentes de 16 y 17 años, que por unos días han vivido liberados de la «esclavitud» del móvil, el MP3 o internet. En el Darién, la expedición convivió con las tribus Emberá y Wounaan, a orillas de los ríos Chucunaque y Membrillo, donde los jóvenes se refrescaron plácidamente tras nueve horas de extenuante marcha.
El momento culminante del viaje fue la ascensión a la cumbre de Pechito Parado, la montaña desde la que Nuñez de Balboa se convirtió, el 25 de septiembre de 1513, en el primer europeo en divisar el Pacífico. Cuatro días más tarde, en la festividad de San Miguel, tomaría posesión de sus aguas en nombre de la corona española. El que fuese responsable de la mayor hazaña de la conquista tras el propio descubrimiento de América, acabaría sus días acusado de traición y decapitado en 1519. Desde este mirador del «Mar del Sur», como lo bautizó Balboa, la Ruta Quetzal BBVA se despidió del Darién y emprendió regreso a la civilización. Tras unos días en Ciudad de Panamá –urbe de contrastes donde las chabolas y la pobreza distan sólo unos metros de rascacielos y edificios coloniales–, la aventura prosiguió en la Isla de Taboga –el archipiélago de Las Perlas, hogar de la famosa perla Peregrina–. En la costa atlántica, visita obligada a las ciudades de Portobelo y Colón, y regreso a Europa. En el Viejo Continente, la aventura continúa por Bélgica y España, tras los pasos del Emperador Carlos V. El año que viene –a falta de confirmación oficial–, México o Perú aguardan a la Ruta.
Miguel de la Quadra-Salcedo: el espíritu del Quetzal
Si hay algo que todos los expedicionarios resaltan tras participar en la Ruta Quetzal BBVA son los lazos que se forjan en las semanas que dura la aventura. Los «ruteros» se sienten «ruteros» ya para siempre. De la Ruta se llevan consigo no sólo la experiencia, sino amigos para toda la vida y una sensación de valores que hasta entonces no habían vivido igual, como la humildad o el compañerismo. Valores que, como no podía ser de otra forma, encarna a la perfección Miguel de la Quadra-Salcedo.
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