Salud

China: la última nación del planeta que pretende erradicar el Coronavirus

La estrategia de Pekín de «dinámica cero» basada cierres estrictos y cribados masivos obtiene resultados ambiguos

En China han muerto menos de 15.000 personas por covid desde 2020
En China han muerto menos de 15.000 personas por covid desde 2020MARK R. CRISTINOAgencia EFE

A pesar de las victoriosas y unánimes afirmaciones de los medios de comunicación oficiales chinos de primeros de junio, que proclamaban una aplastante “victoria de la política de Covid cero” en Pekín y Shanghai, cientos de millones de chinos continúan confinados, con restricciones de movimiento o recluidos en centros sanitarios de cuarentena.

El 1 de junio, tras soportar un agotador encierro de dos meses , los shanghaineses lograron por fin salir de sus apartamentos y reanudar sus vidas con cierta normalidad. Las redes sociales se inundaron de vídeos de gente celebrando el fin de su calvario con fuegos artificiales o bailando en las calles, junto al hashtag “Shanghái ha resurgido”. Pero apenas unos días después, el 9 de junio, partes de la ciudad volvieron a ser bloqueadas y muchas a día de hoy continúan estándolo.

Ese mismo día, en Pekín, las autoridades ordenaron de nuevo el cierre de locales de ocio y cibercafés en el distrito más poblado, ante el temor de que se produjeran nuevos rebrotes. También en este caso, la ciudad acababa de salir, tres días antes, de un cierre parcial que había durado más de un mes.

La finalidad de este ciclo, aparentemente interminable, es la estrategia de “dinámica cero”, que impone cierres estrictos y cribados masivos de tests para contener los brotes locales y mantener las infecciones lo más cerca posible de cero. Funcionó de maravilla durante el primer año y medio de la pandemia, manteniendo el número de casos en China a sólo una fracción respecto a los de otros países occidentales. De hecho, hasta la fecha menos de 15.000 personas han muerto de Covid de una población de más de 1.400 millones de habitantes, según una investigación de la Universidad Johns Hopkins.

Mantener esta dinámica tras la llegada de la variante Omicron, altamente transmisible, ha implicado el confinamiento a cal y canto de millones de chinos en sus hogares, a menudo durante semanas. Más allá de las dificultades personales que esto ha provocado, con informes desgarradores de personas que se han quedado sin víveres o sin poder recibir atención médica de emergencia, la estrategia también ha pasado factura a la economía del país, con la caída del gasto de los consumidores y de la producción industrial.

Detrás existe un sólido argumento de salud pública, para mantener la estrategia actual. Según un estudio realizado por científicos de China y EEUU publicado en la revista Nature, más de 1,5 millones de personas podrían fallecer si el gobierno abandonara esta política para proteger a la población. Citaron los bajos niveles de vacunación entre los ancianos -donde sólo se ha vacunado alrededor del 50% de los mayores de 80 años- y la incapacidad del sistema sanitario del país para hacer frente a un descontrolado aumento de casos.

A futuro, la perspectiva de un cambio de política no parece nada esperanzadora, al menos a corto plazo. La dirección del Partido Comunista ha insistido en que no tiene intención de desviarse de su rumbo, incluso el secretario general, Xi Jinping, advirtió a sus dirigentes recientemente que “la persistencia, es la victoria”.