Narcotráfico
La conexión burgalesa del «rey de la coca» en Holanda
La Policía interviene en Burgos 20 kilos de una nueva droga sintética
Cuando los agentes de Estupefacientes comenzaron a investigar a una traficante asentada en Burgos nunca imaginaron que sus tentáculos podían llegar tan lejos y, menos aún, que se tratara de gente tan peligrosa. Todo comenzó con una investigación dirigida por el Juzgado de Instrucción número 2 de Burgos y que contaba con la colaboración de la DEA norteamericana y el cuerpo equivalente a la Policía Nacional de Holanda. Fueron estos últimos los que habían puesto un ojo en Silvya S. G., una búlgara de 42 años que tenía almacenada en Róterdam (Holanda) una «importantísima» cantidad de estupefaciente. Su problema era que no era capaz de traerla ni conseguía dar con nadie que le hiciese el recado.
Cuando logró encontrar a un transportista que aceptase el compromiso de traer la mercancía los agentes averiguaron cómo le explicaba a este hombre que también tendría que ir hasta Ámsterdam para recoger otro paquete. Ante el inminente seguimiento y posible comisión de delitos que iba a desarrollarse fuera de nuestras fronteras, el Juzgado de Instrucción cursó las correspondientes órdenes europeas de investigación para investigar de forma conjunta con las magistradas enlaces en Países Bajos y Francia, por donde el transportista haría el grueso del trayecto. Fue el día 8 de mayo cuando el camionero se dirigió hasta Ámsterdam para recoger el encargo de Silvya. Una vez llegado al punto acordado el hombre tuvo que esperar una hora en el lugar hasta que vio aparecer el coche que Silvya le había dicho.
Una caja con 20 kilos
El conductor del mismo se baja, se dirige al camionero y le pregunta si viene de parte de Silvya para cerciorarse que es la persona a la que tiene que entregar el paquete. Es entonces cuando le hace entrega de una caja de color blanca que contenía 20 kilos de una nueva droga sintética conocida como 4 CMC (clorometcatinona).
Al día siguiente, el transportista viajó con la caja blanca hasta el otro punto de la ruta, donde debía recoger el primer encargo acordado con Silvya. Dado que ya tenía vigilancia policial, los agentes comprobaron que fue directo al número 10 de la calle Zuideinde, en Barendretcht, un municipio situado a unos 10 kilómetros de Róterdam. Se trata del almacén de la empresa PVL Car Logistic.
Allí aguardaba su llegada un hombre que nadie esperaba: Patrick V. L., el hombre de Silvya en Holanda y del que hablaremos más tarde. Era el responsable del almacén y, en cuanto se ven, le advierte al transportista que no puede retirar el paquete sin presentar un documento al que se refiere como «T1», un documento aduanero necesario para no tener problemas en la frontera, según fuentes policiales.
Detenciones en Burgos y Holanda
Pero el transportista no tiene el papel ni puede conseguirlo pero los investigadores de ambos países deciden no proceder a la detención sin que Silvya no hubiera recogido antes el paquete con la droga. Eran las 6:41 horas del día 17 cuando los investigadores de la Brigada Central de Estupefacientes y los agentes de la Judicial de Burgos ven cómo el camión circula hasta el lugar establecido con Silvya como punto de entrega. Allí hace entrega del paquete y justo en ese momento los agentes intervienen para proceder a las detenciones. Además del transportista y de Silvya, también fue arrestado en ese momento del marido de la mujer, que estaba presente en la entrega del estupefaciente: Denislav Deyanov.
De forma simultánea, la Policía holandesa procede a realizar un registro en el almacén donde tenían guardada la mercancía, según dictó el Juzgado de Instrucción número 2 de Burgos a través de una Orden Europea de Investigación (OEI).
77 barriles de 15 kilos
En base a la documentación confiscada en el registro de las oficinas del almacén de Róterdam, al descripción de la carga, peso, coincidencias con facturas e emails encontrados en los ordenadores de la empresa, se establece una relación entre la droga intervenida en Holanda con la que tenía destino a Silvya. Gracias a este dispositivo de Holanda la Policía se incautó de 77 barriles de 15 kilos cada uno pertenecientes a tres envíos diferentes relacionados con esta causa.
Tras su análisis, se determina que se trata de una droga sintética conocida como 3MMC, fiscalizada en Holanda, y que la mayor parte de sus componentes son similares a la conocida en España como mefedrona. En total 240 kilos del estupefaciente sintético. Así, se detiene a Patrick V. L., el hombre de Silvya en Holanda.
Mano derecha del criminal más peligroso
La mujer no contaba con un colaborador cualquiera. Patrick es una figura clave en el narcotráfico holandés y durante muchos años fue la mano derecha de Redouan Taghi, uno de los tipos más peligrosos de Europa, que fue acusado de haber ordenado el asesinato de, al menos nueve personas, entre ellas el abogado de un testigo clave en el juicio y a uno de sus rivales, acribillado a tiros en presencia de su hija de 7 años.
El holandés de origen marroquí lideraba una organización que controlaba las siete cámaras de tortura fabricadas al efecto en contenedores marítimos en al localidad holandesa de Wouwse Plantage y las autoridades de Países Bajos también le atribuyen la autoría de los atentados contra dos medios de comunicación holandeses que se «atrevieron» a denunciarlo con nombre propio. Fue arrestado en una lujosa residencia en Dubai, y siguió su propio juicio desde su celda en la prisión de alta seguridad de Vught, conocida como «el Alcatraz holandés».
Nueva droga con efecto similar al MDMA
Los expertos en drogas sintéticas sostienen que la 4-CMC (4-clorometcatinona) pertenece a la familia de las catinonas sintéticas, con compuestos parecidos a la anfetamina. Aumenta la concentración neuronal del neurotransmisor dopamina y tiene efectos sobre la serotonina y, en menor medida, sobre la noradrenalina. Sus efectos, según los expertos, son similares al MDMA ya que estimula los centros de «recompensa» del cerebro aunque también estimula el sistema nervioso central. Para el consumidor, esto se traduce en aumento del estado de ánimo y la sociabilidad pero también taquicardias o espasmos, además de fallo cardíaco y psicosis. Puede generar, advierten, alta dependencia y depresión del sistema nervioso central. Existe evidencia de abuso hasta llegar a producir un problema de salud pública y social, según los expertos de la Sección de Sintéticos de la Policía Nacional. El 4-CMC se ha detectado en numerosos países pero nunca antes en España. Señalan, además, que no tiene ningún uso médico ni veterinario.